miércoles, 10 de septiembre de 2014

10 sepb. En el LLANO

DICHAS Y DESDICHAS
             Entrando por la 1ª lectura de San Pablo (1Co 7, 23-31), confieso que yo he tenido siempre la sensación de que se mete aquí en un berenjenal del que medio sabe salir. Si yo hiciera una paráfrasis del tema, me detendría en un punto: no todo hombre y mujer tiene vocación de casados por el hecho de ser hombre y mujer solteros o libres. Porque un/una egoísta no tiene capacidad para un matrimonio. Que se lo pregunten a quienes se han unido a persona egoísta, egocéntrica…, que vive para sí y sólo plantea la vida desde sí. ¡Pobre de la otra parte! Por eso es un error ese pensamiento de quienes pretenden superar su propia desdicha egoísta casándose. Porque sólo trasladan su egoísmo de un campo a otro, con el agravamiento de hacer desdichada a la otra parte…, o a unos hijos que han de padecer esa situación de alguno de sus progenitores.

             San Lucas es el evangelista del pueblo. Es un hombre que se ha ido a evangelizar una comunidad pobre, que –eso sí- alejada de prejuicios religiosos previos, lo que necesita es que se les hable con sencillez. Y Lucas “se ha bajado al llano” (en vez de estar “en el Monte”) y plantea las BIENAVENTURANZAS “en versión reducida” y “contrastada” con las desdichas contrarias.
             Primer punto a advertir: habla de la dicha de los pobres sin más connotaciones. Como su comunidad es pobre, no se mete a hablar de la “pobreza de espíritu”. Lo que quiere es que, pobres como son, sepan encontrar la dicha en su propia pobreza, si la viven con un espíritu cristiano. Y son dichosos porque vuestro es el Reino. Jesús vino precisamente a los POBRES. Por tanto llevan esa ventaja. No pueden apoyarse ni en dinero, ni en influencias, ni en ventajas sociales. Su riqueza es Dios, es su fe, es su saber ser felices en lo que tienen. Y Dios es su Rey, y saldrán adelante desde otras coordenadas distintas y distantes de los bienes humanos.
             Y la contraposición al canto: ¡Ay de vosotros los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! En efecto: el rico ya tiene en su riqueza todo lo que le puede hacer feliz. No tiene un palmo más delante de sus narices. Con sus riquezas se queda y en sus riquezas se ahogará. No le quedan perspectivas. Como a aquel rico que contó Cristo, que sólo vivió para comer…, y el día que se murió, lo enterraron. Esa fue su “riqueza”.
             DICHOSOS LOS QUE TENÉIS HAMBRE. Pobres, sí, pero no encerrados en su pobreza. Gentes alegres en su alma, que no renuncian a un mundo mejor. Tienen hambre; no se han acomodado a la injusticia dse los demás ni a la injusticia de una sociedad egoísta. Ansían noblemente un mundo más justo, donde los bienes sean de todos y para todos. No envidian pero sienten emulación, porque es hermoso aspirar a más y no pensar que ya hay que echarse a morir o que no les queda nada que hacer. Y San Lucas apostilla: serán saciados. Esas ansias pacíficas de mejora, de felicidad, van a encontrar satisfacción. No se quedan absurdamente resignados. Luchan, aspiran. Y verán colmados sus deseos. Y lo que no sea aquí, en la charca egoísta de la vida, lo hallarán donde todas las nobles ansias del espíritu tienen generoso cumplimiento.
             ¡Ay de vosotros los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Cómo lo experimenta uno cuando ve a alguien a quien nada le falta, que todo lo tiene, que no necesita de nadie, que nada espera, que se basta a sí mismo, que no sabe tender una mano para pedir ayuda! ¡Qué pena da! ¡Cómo tiene que estar de vacío! Me he parado la mirada en esa juventud que “lo tiene todo”, que “de nada carece”, que “se basta a sí misma”, que vive la vida “de Jauja” y que no quiere toparse con la dificultad. ¡Y el día que se le viene un revés encima, se hunde! (depresiones, suicidios, pasotismo, agresividades, drogas…)! Sí: se han topado con el hambre más cruda y dolorosa: estar vacíos y no tener de qué llenarse.
             DICHOSOS LOS QUE LLORÁIS, PORQUE REIRÉIS. Casi que basta con repetir lo dicho. Lo único que hay es que distinguir las lágrimas pacíficas, relajantes, acogidas sin amargura, o las lágrimas de desahogo o de arrepentimiento de errores personales…, de esas otras lágrimas de rabia, de desesperanza, de odio, de envidias insaciables… Las primeras son dichosas y acabarán en risa y gozo, porque el espíritu sale por encima de todas las contrariedades, por ese “termostato” del dolor que regula y mantiene dentro de un punto soportable. Las segundas son las que expresa San Lucas para los que ahora ríen, pero se les convierte en duelo y llanto amargo.

             DICHOSOS LOS AHORA ODIADOS POR LOS HOMBRES…, excluidos por causa del Hijo del hombre. Cosa que hoy no está tan lejos. El creyente cristiano hoy es denostado, tenido en menos como seguidor de cuento de viejas… Cuando eso es por razón de nuestra adhesión a la fe en Cristo…, a su Persona, no nos pese. Es el testamento del seguidor de Jesucristo. “No hablemos de los perros hasta que salgamos del cortijo”.  Y en ese “cortijo” están quienes nos minusvaloran… Pero ellos son los desdichados porque todos hablarán bien de ellos, con esa puñalada trapera de la adulación y del sistema de usar y tirar con el que se enfrentan los “floreros” de hoy, caídos en desgracia a la primera de cambio. Y ahora, caídos, ¿a dónde se agarrarán? Se me viene a la mente el trágico chiste del agárrate a la brocha, que me llevo la escalera. Porque eso les espera a quienes pensaron que todo consistía en “pintar”…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!