lunes, 14 de octubre de 2013

14 oct.: Reflexión y SIGNOS

14 oct.: SIGNOS
             Jesús ha recibido la alabanza de aquella mujer que se ha entusiasmado escuchando a Jesús.  Jesús acababa de toparse con unas gentes muy particulares: unos, que piensan que Jesús echa los demonios con el poder del demonio. Otros, simultáneamente, pidiendo “un signo”. Se ve que no les ha bastado el signo del poder de Jesús frente al demonio. Y Jesús expresa hoy su hartura de tanta incoherencia, por más o por menos. Y su exclamación expresa bien ese dolor, ese cansancio, que produce ver que su predicación, su labor, su obra, no son para aquellas gentes “un signo”. Necesitan “otro”… Es lo propio de la vida diaria y de las actitudes diarias. Lo que se tiene delante, no vale. Se busca “otra cosa”. Y así sucesivamente. Y es que el problema no está en LOS SIGNOS sino en quien los ve. Y cuando la negativa es previa, ya puede llover fuego del cielo que no bastará ahora…, y se pedirá “otro signo” después.
             Y Jesús, viendo a esa generación perversa (pervertida, que ve las cosas del revés, que nunca tiene ojos claros para ver las cosas con sencillez), acaba yéndose al signo final, el que creerán o no creerán…, pero es el signo incontrovertible: el signo de Jonás…  La profundidad de ese signo está en los tres días sepultado en el cetáceo y salido con vida a la playa de Nínive, de la que él había pretendido huir.  Allí fue Jonás quien se oponía. Pero Nínive vio la luz en su predicación. En Cristo, Él es la luz…, y Él camina hacia la Luz y dando luz.
             Jesús ahonda ante aquellos que pedían el signo y les hace recordar cómo la sabiduría de Salomón hizo rendir a la reina del Sur; cómo la predicación de Jonás fue acogida por los ninivitas.  Y concluye afirmando: Y aquí hay uno que es más que Salomón, más que Jonás.
             Ya he observado que el tema no está en los signos sino en la lectura y aceptación de los signos. El mismo signo es luz para aquella mujer, y no existe para los otros…, o hasta lo atribuyen a Belcebú. Y ya vemos cómo reacciona la generación presente, la nuestra, en la que nos desenvolvemos.  De hecho, ya podemos saberlo. Para aquella  “generación” de entonces Jesús no ha sido ni el Cristo, ni el Mesías…, ni su enorme signo ha servido. ¿Qué piensa y cómo se desenvuelve la nuestra?  Habrá quien prefiera ver “los brotes verdes”. Pero entrar un poco en lo que hay ahí en ese fondo, en esos modos de vida, en esa concepción de “lo religioso” con ausencia llamativa de lo sacramental, en esa “libertad” para hacer las cosas a gusto propio y luego pretender que creen en Dios…
Es una experiencia tantas veces vivida en el trato con las gentes. La misma realidad con dos efectos diferentes y aun contradictorios. ¿Qué hay de por medio? Los prejuicios. O el juicio propio con el que uno se cree más acertado que lo que pueda decirse…, y aunque fuera un ángel del cielo quien apareciera. El mismo signo abre una luz nítida al otro. 
También un efecto curioso: el que negaba el signo, tiene de pronto esa luz y acaba cayendo… No era problema de signo. Era la oscuridad en que se mete quien cree que su verdad es la única o la más verdadera.  La luz viene cuando se acoge la “otra verdad” (la otra cara de la verdad) que ni se había visto ni se le había dado posibilidad de que existiera.
             Por eso la mujer aquella VIO, y los otros no vieron. Ella era sencilla. Los otros buscaban demasiadas patas al gato.  Y lo malo es que se quedaron sin ver.
             También hay un aspecto que Jesús nos desvela al final de su vida: que hay que tener paciencia, saber esperar, entender las Escrituras…, pero saber que hay que esperar que venga la Luz de lo alto. Que no sabremos más o mejor por esforzarnos más, ni por mucho estudiar o muchos libros leídos. Que el secreto básico es estar convencido de que uno no ha puesto ya el último punto a la frase. Lo he expresado muchas veces con la expresión: SABER DUDAR…, dejar siempre paso a otra posibilidad, en el plano dialéctico. No supone una duda que quite la base a todo, sino precisamente que la aumenta porque allí donde dudo yo, estoy dejando entrada a esa riqueza de colores del arco iris que, en definitiva, no son más que las diversas gamas del blanco.
             Cuando la sorna de algún colaborador ha insinuado alguna “seguridad” mía como si yo dictaminara, la verdad es que no conoce la realidad. Mi misión es poner a reflexión aquello. Ofrecerlo. Que cada uno tenga oportunidad de pensar sobre el particular, y bien sea que dude de mis proposiciones como de sus convicciones, esta reflexión que ofrezco habrá tenido el efecto que pretende. Cuando se presenta pecho y se quiere abrir diálogo sobre algún punto, eso es válido y legítimo. Eso es ir creando una nueva generación no pervertida, porque buscar la verdad siempre es una gracia de Dios.  Asentar la propia verdad como “el no va más” es el signo de la vaciedad. Que nunca sabe menos que quien cree saberlo todo…, y un punto más allá todavía.

             Gracias a Dios DUDO. Busco SABER DUDAR. Me encanta la buena fe de quien duda. Y pienso que ahí tendremos a la reina del Sur o a los ninivitas del siglo XXI.

1 comentario:

  1. Anónimo6:53 p. m.

    La Señal está en la Madre Iglesia que a través de sus Ministros los que te acogen y te suben
    a la barca en limine Litis exhortan para rescatarte de los abismos marinos .Como San Pablo se hacen todo a todos.

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