viernes, 11 de octubre de 2013

11 ocr.: El DEDO DE DIOS

11 octb.: Principios y finales
             D Jesucristo ha expulsado un demonio de un poseso. “Algunos de la multitud” dijeron que expulsaba los demonios con el poder de Belcebú, el principie de los demonios. Y otros querían que demostrara quién era con algún signo del Cielo.  Esos datos hablan por sí mismos: hasta donde llega la cerrazón y la estulticia (o la mala fe).  Porque ¿qué mas signo del Cielo que echar demonios que sólo puede hacerse con “el dedo de Dios”?. Claro: habían empezado por cerrar esa puerta, puesto que acusan a Jesús de usar poder del demonio para echar demonios.  Ahí está la locura absurda de los que empiezan por cerrar las puertas a la evidencia y se buscan mil razones para avalar su propia memez.
             Jesús les empezó razonando (porque casi no cabía otra): “¿Cómo va a echar Belcebú a Belcebú?  Si así fuera, es que está en guerra consigo mismo, y se destruye solo”  Sigue una argumentación con las mismas armas (lo que en filosofía es “argumento ad hominem”. Si Yo hecho los demonios con la fuerza del demonio, ¿con qué fuerza hacéis vosotros vuestros exorcismos? Vosotros os juzgáis a vosotros mismos. Pero si Yo echo los demonios con el dedo de Dios, ¡es que ha llegado a vosotros el reinado de Dios!
             Sería un momento para que aquellas gentes se detuvieran y reflexionaran. Porque hay cosas que de puro evidentes caen de su peso, bien  a favor de algo, bien derribando un engaño.  [Y si permanecemos tantas veces en nuestros errores o engaños, es por el miedo que no da enfrentarnos a nuestro propio razonamiento…; el terror que nos causa tener que dar marcha atrás…, que sería la gran salida del atolladero]. Si no, establecemos esa “guerra civil” dentro de nosotros mismos, porque estamos viendo lo que tenemos que hacer pero nos parapetamos en un supuesto “Belcebú” para anclarnos donde estamos.
             Jesús sigue su razonamiento: expresa la felicidad del hombre liberado del “demonio” (de las esclavitudes que le ataban a su amor propio), y que ahora ha hallado la libertad porque el dedo de Dios le ha tocado, y Dios y la verdad hace libres y felices.
             Pero Jesús no deja aquí el tema. Va más allá y previene… El peligro de la persona que ha encontrado la tranquilidad espiritual…, que goza ahora de esa paz…, es que pueda empezar a “acomodarse”, a sentirse ya plenamente segura, a no ver que el mal ronda…, y que así se duerma en los laureles. [Jesús lo expresó claro en la parábola de la cizaña: los buenos duermen satisfechos de la buena siempre, y mientras ellos duermen sin vigilar, el enemigo malo sobresiembra cizaña]. Advierte, pues, Jesús que el demonio expulsado no encuentra acomodo, y está dando vueltas por aquellos parajes, inquieto…, hasta que se decide atacar (aprovechando la pasividad del que ha sido liberado). Y como antes fue vencido él solo, ahora se busca “siete” espíritus peores que él para contraatacar y regresar a la “casa” de donde salió. Lo que siempre sería mucho más grave…
             Está Jesús advirtiendo algo tan importante como la vigilancia, tanto mayor cuanto que estamos tan sosegados con el Señor, bajo “el dedo de Dios”. Nunca podemos dar por acabada la labor, la lucha, la atención…, el mantener el espíritu muy abierto y fortalecido.
             Bien a pelo nos viene el desánimo de Pablo ante aquella comunidad a la que le había presentado a Jesucristo, el que muere crucificado para salvar, y resucita…, y tras haberlo aceptado aquellos y haberse convertido fervorosamente, de pronto llega otro predicador y les cambia los cables, y se olvidan de la enseñanza substancias de Pablo.  Y Pablo se pregunta y les pregunta: “¿Y qué os digo yo ahora?  -Si os he presentado el todo del todo, y lo aceptasteis, y ahora lo habéis dejado, ¿qué puedo daros ahora? ¿Cómo os puedo hacer reaccionar, si habéis abandonado el alimento sólido que yo os había dado?  ¿Volvemos otra vez a la leche espiritual del recién nacido? ¡Es que ya ni tiene fuerza porque la tuvisteis y la habéis abandonado…!
             Todo esto tiene un rato largo y hondo de reflexión, más que de mucha explicación. Y puede bastarnos mirar a esa masa de cristianos “buenos” que encontramos alrededor, que –sin embargo- han bebido las aguas turbias de otros “canales” y han abandonado el fervor primero. [Que también evoca eso los discursos a los siete ángeles de las siete iglesias”  a los que se refiere al principio el Apocalipsis]. Podremos concluir con la expresión de ese libro: Mirad que estoy a la puerta llamando; si alguien me abre, entraré y comeremos juntos.


             La primera lectura de hoy es del profeta Joel, un hombre que se encuentra entre dos fuegos muy diferentes: de una parte, una plaga de langosta que ha hecho estragos, lo cual provoca un duelo y una súplica. El otro campo en que se encuentra es el de un pueblo extranjero que azota al pueblo de Dios… El profeta da la alarma para que se toque la trompeta y se avise al pueblo, y el pueblo devoto clame al Señor. Es –mientras tanto- un día de oscuridad y tinieblas y nubarrones por esa horda enemiga que amenaza con la invasión.
             En la lectura de hoy no se da aún la solución. Se advierte, se da la alarma. Parecido a Jesús en el Evangelio. Pero Joel avanzará en su idea y presentará el triunfo del Señor.

             Jesús advierte… Pero Él ha llevado todo hasta un final victorioso. ¿Mantendremos nosotros la vigilancia fuerte para no ser desbordados por el príncipe de este mundo?

2 comentarios:

  1. Anónimo7:32 p. m.


    DEDICO estas palabras del Papa Francisco, especialmente a aquellos sacerdotes y religiosos/as timoratos que se han dejado engañar por las MENTIRAS del mundo, y la influencia de la masonería, siempre quitando hierro a la influencia del diablo, siempre relativizando, buscando explicaciones mundanas a la verdad revelada. Escuchen al Papa, que esto no lo digo yo...

    "Hay algunos sacerdotes que al leer este pasaje del evangelio, este y otros, dicen: ‘Pero, Jesús sanó a una persona de una enfermedad mental’. Es cierto que en aquel momento se podía confundir una epilepsia con la posesión demoníaca; ¡pero también es cierto que era el diablo! Y no tenemos derecho a hacer tan simple la cosa, como para decir: ‘Todos estos no eran endemoniados; eran enfermos mentales’. ¡No! La presencia del demonio está en la primera página de la Biblia y la Biblia termina con la presencia del diablo, con la victoria de Dios sobre el demonio". (PAPA FRANCISCO, hoy)

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  2. Anónimo9:45 p. m.

    que maravilla poder tener el hombre o mujer exactos que dejen su señal exacta de la cosa exacta.

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