jueves, 6 de septiembre de 2012

"POBREZA BIENAVENTURADA"


Pobres “a lo divino”
          La humildad, la sencillez, la pobreza (en sus múltiples facetas) viene siendo el tema repetido en los últimos días, si bien es verdad que es un tema universal que recorre transversalmente toda la Sagrada Escritura. Por eso el Evangelio de hoy es una exaltación y bendición de esa “POBREZA”, encarnada en una serie de detalles.  Jesús caminaba por la playa. Rodeado y casi estrujado por las gentes. Jesús elige un sencillo púlpito desde donde poder hablar y ser escuchado…:  una barca.  Aparentemente una barca al azar, de las dos que estaban en la orilla. Resultó que era la de Simón y Andrés.  Los dos, por deferencia, se acercaron desde donde estaban en su trabajo de reparación de desperfectos desde su última reciente salida al mar.  Jesús le pidió a Simón que retirara un poco la barca  de donde estaba, y desde allí habló a las gentes.  Y Simón –a quien agradaba sobresalir- se sintió muy feliz de tener en su barca al Maestro predicador.
             Acabó Jesús su enseñanza y se dirigió a Simón, que estaba tan ufano…, y le pidió dos cosas: una adentrarse más en el mar; la otra, que echara las redes para pescar.  Aquí surge el Simón que –en cosas de la mar- se las sabe todas, y que ahí nadie podía saber más que él… Y advirtió a Jesús que no había nada de pesca; que se habían pasado la noche bregando, y no habían cogido nada.  Pero en ese gesto indulgente ante el Maestro aquel, que mucho sabía de predicar y poco o nada de pesca (pensó Simón), le hace la concesión benévola de enseñarle las artes de la pesca…;  por eso, por tu palabra, porque tú lo quieres, echaré la red.  Y por dentro Simón sabía que era inútil.
             Y se queda pasmado cuando le entra de improviso un banco de peces de tal envergadura  que no tiene más remedio que hacerle señas a los compañeros de la orilla para que vengan a  ayudar y aprovechar aquella sorpresa.  Llenó la barca, que casi si hundía…  Pero el que se sintió más “hundido”, casi humillado en su “saber marinero” fue Simón.  Y de su perplejidad pasó al temor sagrado (allí había ocurrido algo imprevisible…), y quiso quitarse de encima el compromiso…: “Señor: apártate de mí; que yo soy un pecador”.  Lo mismo es ese temor sagrado que es el intento de que Jesús no le vaya a complicar su vida. “Apártate; déjame ser lo que soy, el pobre pecador y pescador, y sigue tu camino”.  [Disfruto pensando que “ya era tarde”… Que ya Jesús ha fijado definitivamente sus ojos en él, y que ya no lo suelta.  Y dentro de la libertad plena humana, le acucia con un “¡Sígueme, y te haré pescador de hombres!”.
             Comprendió Simón que allí había algo invisible, indescriptible, que le atraía como un imán…, con su propia voluntad y –en forma humana- contra su voluntad.  Y Simón dejó TODO lo que tenía: redes, barca, jornaleros, y su misma familia, que tenía …  Pero aquella palabra sobre él, directamente sobre él, pronunciada con el matiz inefable de aquel Maestro…, no tenía vuelta de hoja.
             El “pobre” Simón (pobre de recursos, pobre pecador, sencillo y tosco), era el que aquel Maestro quería para sí.  La POBREZA había ganado, y había ganado esa “debilidad humana”, esa “necedad”… del pobre pecador pescador.
             La 1ª lectura sigue la línea comenzada.  Que nadie se engañe –dice Pablo en su carta general a todos los fieles corintios dirige su carta-: si alguno se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios..
             Y se acaba esta perícopa que hoy ha elegido la liturgia con unas palabras que serán muy familiares a quienes conocen los Ejercicios de San Ignacio, que los enmarca toda la experiencia espiritual profunda en lo que él tituló: PRINCIPIO Y FUNDAMENTO, una base esencial e incontrovertible. San Ignacio las expresa y desarrolla de una manera.  San Pablo las resume en tres frases ascendentes: todas las cosas son vuestras.  Vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios.  De ahí que teniendo nosotros “todas las cosas” en nuestras manos (“son nuestras”), se nos pone delante la gran POBREZA BIENAVENTURADA:  “vosotros sois de Cristo” (lo que ordena y reduce ese intento de saberlo todo, poderlo todo, dominarlo todo…, porque si somos de Cristo, Cristo ya es un filtro indispensable para saber cómo usar o no usar las cosas.  Pero en el paso supremo, CRISTO ES DE DIOS y, por consiguiente, somos pobres tan pobres que sólo Dios es el dueño… Y ricos tan ricos que Dios nos devuelve ahora todas las cosas “purificadas” por la ley suprema del amor y de la “necedad” (que es sabiduría ante Dios): todo lo que hagamos, pensemos, deseemos actuemos…, sea siempre a gloria de Dios, según la voluntad de Dios.  Lección directa a los corintios; lección directa a nosotros.

7 comentarios:

  1. Anónimo10:00 a. m.

    SEÑOR,como PEDR0 soy un pecador,SOLO por tu palabha,echarè las redes..,CONTIGO CONSEGUIRÈlos frutos espirituales inposibles de lograr lejos de ti cuenta conmigo ,que yo cuenyo contigo,. GRACIAS DON MANUEL que el SEÑOR lo BENDIGA ,

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    1. Ana Ciudad2:09 p. m.

      En muchos momentos,cuando hace su aparición esa fatiga peculiar que origina no ver frutos en la vida interior personal o en el apostolado,cuando parece que todo ha sido un fracaso y encontramos motivos humanos para abandonar la tarea,debemos oír la voz de Jesús que nos dice:recomienza de nuevo,vuelve a empezar...en mi Nombre.
      Este pasaje del Evangelio está lleno de enseñanzas;en ausencia de Cristo,todo ha sido inútil.

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  2. Siempre he interpretado éste texto evangélico pensando en el doble sentido con el que habla Pedro. "Señor apártate de mí que soy pecador" pero realmente no quiere que se aparte, si quisiera apartase saldría el corriendo, eso sería abandonarlo, Pedro quiere hacer su confesión pero que Jesús no se vaya de su lado.

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    1. Anónimo5:30 p. m.

      Yo en cambio veo lo que dice, y es que Pedro se siente tan mal por reconocerse pecador, que pide que Jesús se aparte de el para no dañarle ni incordiarle con sus meteduras de pata. Algo que yo mismo he sentido en mi propia vida, por lo tanto es creíble. No veo demasiado bien hablar en doble sentido, sino en uno. Es mi opinión, claro.

      Igualmente se puede salir corriendo y no abandonar, sino simplemente alejarse para tal vez volver.

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  3. Este pasaje del Evangelio me hace pensar en cuantas cosas nos afanamos en la vida para hacer nuestra "pesca", cuestionamos nosotros mismos nuestro propio camino, olvidando que es el Señor quien debe hacerlo. Debemos adentrarnos en el "mar" de la vida, pero siempre guiados como en el Evangelio por la iniciativa de Jesús, y sobre todo ayudados por su gracia.

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  4. Anónimo J4:49 p. m.

    ¡PEDRO! ¡Cómo te amó el SEÑOR! Eligió tu barca porque Él sabía que tú ibas a llevar el timón de la barca de la Iglesia. Aveces discutías con Jesús...Él ya lo sabía.¿Que te olvidarías de todas tus promesas...? Él, ya lo sabía. También sabía que le ibas a negar 3 veces y que no le conocías...Cuando cantó el gallo, lloraste a mares...per la "mirada" de Jesús te infundió esperanza y perdón. Jesús Resucitado se apareció a ti, pero nadie supo dónde ni cómo... Sólo suponemos que el ENCUENTRO fue lleno de perdón, de ternura y de amor. Amor que tú se lo repetiras tres veces a orillas del LAGO: "SEÑOR, TÚ SABES QUE TE QUIERO"...[Ése eres tú, Pedro,tan fanfarrón, pero que seguiste a tu Señor y Maestro hasta la muerte de cruz...]

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  5. José Antonio8:12 p. m.

    A veces, en nuestras vidas confiamos en nuestra "sabiduría" e incluso nos sentimos seguros y firmes de nuestro hacer, reafirmando nuestra persona como seres autónomos por sí mismos. Con este pasaje evangélico me siento interpelado a vaciarme de mí mismo y a hacer lo que el Señor me pide (El sabrá donde cada uno de nosotros hemos de lanzar nuestras redes y lo que en ellas recogeremos), pues todo lo que procede de El es para nuestro bien. Por otro lado, entiendo que San Pablo nos invita a lo largo de las lecturas de estos días a una sencillez que nos acerca a Jesús, sencillez que no debemos confundir con simpleza, o tener un alma débil, insegura... Ojalá el Señor nos ayude a entender que nuestra sencillez de corazón nos acerca a El, lejos de ello, la autosuficiencia, la altanería, la vanidad... sólo nos aleja de Dios y nos conduce a un vacío espiritual.

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