martes, 18 de septiembre de 2012

El Cuerpo Místico


LA GRAN INTUICIÓN DE SAN PABLO
          La 1ª carta a los fieles corintios es un ejemplo de pedagogía. Empezó el apóstol por una alabanza y reconocimiento de los valores de aquella comunidad, y quién sabe si una presentación amplia de lo que debía ser una comunidad cristiana que se fundamentara en Jesucristo y su pensamiento y caminos hacia la plenitud.  Pero una cosa es el árbol y otra las hojas.  Y en aquella comunidad se dan muy diversas fallas de diversa índole, que el padre –que les ha engendrado para Cristo- no tiene más remedio que ponerles ante los ojos, corregirles y, con preguntas que les penetren (por su misma forma de hacerlas), reprenderles errores. Y ha llegado ya al que puede ser el más radical…, quiero decir, el que toca a las raíces:  que la Eucaristía llegue a no ser Eucaristía, bien porque ni pueden celebrarla, o porque la celebran dejándola huera. [Creo que todo esto es un proceso mucho más a mirar nosotros desde el corazón, que no como quien recuerda historias pasadas y “ajenas”…, porque de “ajenas” no tienen nada.
             Y ahora, entrando precisamente en las raíces mismas desde donde ha de ser sanado un árbol, si quiere conservarse, les presenta una intuición muy paulina, que es la UNIDAD TOTAL de Cristo con los cristianos en UN SOLO CUERPO.  Pero que implica precisamente la UNIDAD DE LOS PROPIOS FIELES ENTRE SÍ, porque la comunión eucarística tiene que presuponer que esa unión está ahí, o que tiene que producirse urgentemente.  Y la comparación con el cuerpo humano es clarísima. Cabeza sin cuerpo, no tiene sentido. Cuerpo sin cabeza, es cadáver. La Cabeza es el núcleo en donde nace la unidad, la conexión, la sangre que circule, los movimientos del cuerpo,  la interrelación entre todos.  De modo que en el cuerpo humano cada miembro está conectado, en relación y dependencia del otro, hasta el punto de que no hay miembros que puedan considerar menos útiles a los otros.  Y dice Pablo: ASÍ ES TAMBIÉN CRISTO.  Así es la completa imagen del CRISTO TOTAL: una unidad, una interrelación, una mutua dependencia, donde hasta el mismo Cristo Cabeza vive y es, en la medida en que los miembros viven y son…, cada uno en su función, y cada uno dirigido por ese Cristo, y según es Cristo.
             Luego, unos serán apóstoles, otros serán fieles; unos serán miembros de prestigio y autoridad y otros serán los que componen el entramado de tantas y tantas otras funciones.  Es evidente que sólo en la unidad y correlación interdependiente de unos respecto de los otros, es como funciona el cuerpo humano, y como funciona la Iglesia, y como funciona la familia, y como funcionan las comunidades de cualquier género. Y cuando surgen elementos espurios que alteran la normalidad de las células, tenemos el cáncer que corroe y mata…, la enfermedad que altera.
             Llegados al Evangelio, reconozco que es uno de los que considero más tiernos y como el retrato más sencillo de Jesucristo. Los habrá más teológicos, pero éste es un retrato sobre la marcha.
             Caminaba Jesús ajeno a cualquier incidencia. Nada más que llegar a la entrada de Naím, se topa con un entierro.  Podría ser de cualquiera…, de un anciano ya vencido por los años…  Pregunta y le dicen que es un muchacho, hijo único de una pobre viuda. El Corazón le da un vuelco, observa en efecto a la madre que va derrengada por su propio dolor (que es doble: su hijo muerto, su orfandad penosa posterior…)   y Jesús no piensa…, por decirlo así “no pone orden” en su proceso de entendimiento…, porque lo que se le abre es el Corazón, y el corazón no entiende de razones.  Por ello se dirigió rápidamente a ella, a la mujer sufriente, para decirle una palabra que Él quiere dejarle como paso previo: Mujer, no llores.  La verdad es que esa palabra por sí misma resultaba hueca porque ¿cómo no iba a llorar?  ¡Es muy fácil decir no llores!, pero la mujer va desgarrada por el hijo joven que ha perdido…, y porque ¿qué va a ser ahora de ella?  Pero Jesús había ido a la madre porque era lo que le dolía a Jesús en el alma al verla sufrir.
             Los hechos tienen que venir uno detrás de otro, y a la palabra “no llores” acompaña Jesús con el hecho: detiene a los que llevan el féretro, y da la voz de LA VIDA a aquel cadáver:  Yo te lo digo: levántate”.  Lo mismo podía ser un loco o un iluminado…, y la madre y los que lo llevan se quedan perplejos entre aturdidos y extrañados…  Todo ocurre en un instante.  No da mucho tiempo a pensar.  El joven se incorpora entre el asombro y casi el terror de muchos.  Y aquí hubiera acabo la escena muy hermosamente, y la gente se hubiera quedado tan admirada y alabando a Dios… Pero queda el gesto final, de una inconmensurable ternura, cuando Jesús toma al muchacho de la mano y se lo entrega a su madre.  Es momento culmínate del corazón. Es la delicadeza, el rasgo que podría haberse omitido pero que no omite Jesús… Es como la gran explicación de por qué Él le había dicho a la mujer, en reacción primera espontánea, que NO LLORARA.  Razón tenía Jesús, aunque hubiera parecido al comienzo que su palabra era un poco tonta pidiendo que no llorara la pobre madre viuda…  Seguramente nos dice el Señor que cada momento de Dios es el SUYO…, que los ritmos de Dios son los SUYOS…, que Dios mismo actúa con “procesos humanos” cuando actúa en realidades humanas.  Que el Evangelio no fue un libro para la biblioteca, sino un pedazo de vida, un germen de vida que está pidiendo ser profundizado, “descuartizado” en la oración, para que no se escape ni una coma.

3 comentarios:

  1. Ana Ciudad2:19 p. m.

    La madre que recupera a su hijo muerto es una imagen de la Iglesia que recibe también a sus hijos muertos por el pecado a través de la acción misericordiosa de Cristo.La iglesia que es Madre,con su dolor, intercede por cada uno de sus hijos.
    Todo el Evangelio,pero especialmente estos pasajes en que se nos muestra el Corazón misericordioso de Jesús,ha de movernos a acudir a Él en las necesidades del alma y del cuerpo.Él sigue estando en medio de los hombres,y sólo espera que nos dejemos ayudar.

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  2. Ana María10:59 p. m.

    Una vez mas, Jesús muestra la compasión de su Corazón, ante el dolor de una madre viuda, que lleva a enterrar a su único hijo. JESÚS,¿no vio en este cortejo el sufrimiento y soledad que un día padecería su madre, al mrir ÉL en la CRUZ? Aquí, "JESÚS SE LO ENTREGÓ VIVO A SU MADRE"; pero a MARÍA se lo entregarían SIN VIDA, su cuerpo deshecho... lleno de heridas y SU CORAZÓN ABIERTO...

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  3. Sus palabras son obras .

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