martes, 11 de septiembre de 2012

Pablo sigue su obra


LIMANDO Y PULIENDO
          Hay que confesar que Pablo era un buen padre y un buen pastor. Por eso mismo no dejaba que sus hijos tomaran atajos inconvenientes, o que sus ovejas se pudieran deslizar por una pendiente peligrosa.  Y si es que en uno u otro caso ya se hubiera producido algún desliz, corregirlo a tiempo y con decisión.
             Nunca agradeceremos bastante a los maestros, mentores, padres, tutores…, que nos vayan a la mano; que nos corrijan y aun que nos reprendan.  Yo me encuentro ahora con múltiples parejas de jóvenes cuyo mayor agradecimiento lo tienen en sus padres que no les dejaron hacer su capricho, sus profesores que incluso los castigaron pedagógicamente, y al sacerdote que un día se les plantó y les dijo que por ahí no se va a ninguna parte.
             Pablo toca hoy “otro palo” del “cante”…. Fieles cristianos, con una doctrina de Cristo aprendida…, ¡que tenían desavenencias entre ellos!  Creyentes que habían aprendido a Cristo y que para dirimir contiendas acudían a los tribunales civiles.  Fieles que en vez de apoyarse y ayudarse o entenderse, y buscar el punto justo, se atacaban en minucias aun en público y ante paganos…  Y Pablo les sale al paso avergonzándolos…, o –mejor dicho- que ellos se avergüencen de sí mismos por ese proceder.  Y les dice: ¡Ya es vergonzoso que tengáis pleitos entre vosotros!  Pero si, además, tenéis el descaro de llevarlo ante un tribunal pagano y no ante los miembros del pueblo santo, ¡peor que peor!   Yo no quiero hacer una traducción concreta que puede y debe ser aprendida por nosotros, y que pienso que cualesquiera de los participantes del blog tenemos que tener aprendida. No siempre vamos a estar de acuerdo ni tenemos por qué estarlo.  Pero ahí están los procedimientos para ayudarnos, corregirnos, completarnos, que sean siempre en crecimiento mutuo.  O si algo hubiera más privado, sabiendo lavar la ropa en nuestra casa.  Porque, en palabras de Pablo, para juzgar asuntos ordinarios, dais jurisdicción a esos que en la Iglesia no pintan nada.  ¿No es de vergüenza?  ¿Es que no hay entre vosotros ningún entendido que sea capaz de arbitrar entre dos hermanos?  Y se responde con dolor de su alma:  “No, señor; un hermano tiene que estar en pleito con otro, y además entre paganos.  Desde cualquier punto de vista ya es un fallo que haya pleitos entre vosotros.  ¿No estaría mejor sufrir una injusticia?
             Concluye:  Os lavaron, os consagraron, os perdonaron invocando al Señor Jesucristo y al Espíritu de nuestro Dios. La consecuencia es muy evidente y práctica en el sentido positivo de la vida cristiana.  ESA ES LA VIDA QUE TENEMOS POR DELANTE…, por la Gracia de Dios.
              El Evangelio es también hermoso y con un eco muy largo de 20 siglos…  Jesús eligió a sus Doce…, los que iban a ser sus testigos y a vivir y estar con Él en la inmensa obra de la evangelización y Redención.  Escogido uno a uno, con el mismo cariño, la misma esperanza, los mismos deseos…, a los que daría las mismas enseñanzas y medios.  Y los mismos poderes hasta expulsar demonios.  Y va saliendo aquella lista emocionante de nombres elegidos…  Y nunca me resiso a ir poniéndome detrás de cada uno…, como buscando de quién sería yo un eco más semejante.  ¿De Pedro? ¿De Tomás? ¿De Natanael?, ¿De Andrés?  ¡Cada uno con su particular característica, modo de ser, virtudes y defectos, amores y modos de expresarlos!  Y  me llego al final de la lista y siento un momentáneo escalofrío.  En esa lista unitaria o “cerrada” (que se diría hoy), chirría un nombre que lleva como pegado siempre un calificativo espantoso: que fue el traidor.  Y no porque tenía que serlo sino porque así se lo fue buscando él en su día a día, en su poco a poco.  Y da escalofrío solo con nombrarlo.
             En este momento se me viene delante –y me aferro a ello- el acto de confianza de San Claudio de la Colombière, cuando dice: He visto caer las estrellas del Cielo y las columnas del firmamento. En cuanto a mí, estoy seguro, porque no sólo estoy seguro que no voy a caer, sino que no me va a fallar nunca esta confianza inquebrantable.  Yo también estoy en ella y la siento con igual plena seguridad.  Digo siempre que “viajo en el AVE de estación a estación y sin paradas intermedias”.  Y la última estación son LOS BRAZOS DE DIOS.  ¡Y esa confianza –dice La Colombière- nunca defraudó a nadie].
             Por eso venían a oír a Jesús de todas partes, y  a que los curara de sus enfermedades. Los atormentados quedaban libres de los “espíritus inmundos”, y la gente trataba de tocarlo porque salía de Él una FUERZA QUE LOS SANABA A TODOS.

             También quiero que acabe aquí el sentido de la primera lectura. Que las advertencias y correcciones sean perlas que nos van engarzando el mejor collar de nuestra vida, porque allí donde somos mejor enderezados y dirigidos, tenemos más asegurada la joya que necesitamos.  Y nunca nos fiemos de los amigos que adulan y alaban, de los tutores que dan todos los gustos, de los padres que ceden ante los caprichos.  Porque los amigos verdaderos, los padres auténticos y los tutores certeros, no serán precisamente esos que todo lo hacen dulce y con alabanzas y cesiones perpetuas, sino cuando saben corregir con el gran afecto de quieres  quieren hacerse el mayor bien. 

2 comentarios:

  1. En la Iglesia hay innumerables estratos humanos. Lo fácil será siempre meternos con lo que es Roma, lo que es el Vaticano…, y hacer nuestra crítica en las alturas lejanas. Un “brindis al sol”. Muy común entre los hombres, que siempre hablaremos de arreglar la luna mientras dejamos aquí abajo los problemas sin tocar.
    Empezando por “abajo”, cada uno somos cada uno y tenemos nuestras “cadaunadas”. Y ahí ya empezamos el yo contra ti y el tú contra mí. Cada grupo, cada asociación, cada hermandad, cada cofradía, cada patronato (lo incluiré, aunque a mí no se me hubiera ocurrido, pero en respeto al anónimo que –con buenos conocimientos de causa- lo sacó a relucir en un comentario); cada grupúsculo, que pueda nacer al amparo de la religión…, cada Congregación religiosa o institución en el grado que sea, puede hoy reconocerse en el texto de san Pablo.
    Puede ser muy bueno si nos sentimos convencidos de que –de una u otra forma- vamos en la misma dirección, con más o menos acierto, y con más o menos amor propio. Y cada cual debemos sentirnos metidos en aquella otra expresión: si colaboráis, crecéis; si vivís en lucha o desentendimiento, os devoráis.
    Lo que significa que cada uno desde su puesto, elegimos posición en este puzle de la Iglesia de Jesús. Siempre que permanezca ser Iglesia de Jesús.

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  2. Anónimo10:27 a. m.

    SEÑOR. cada dia. y siempre antes de cada actuaciòn de importancia, te retiras para hablar con tu padre , de quien siempre te confiesas el hijo obediente, ME enseñas que la oraciòn es una constante en tu vida, Y tus apòstoles de ayer y de hoy saben que la oración es el alma de todo apostolado,, ¡contemplar para ofrecer el fruto de la contemplaciòn¡ es el lema de la Orden de los predicadores,,,,,,,,,, franciscadedios,,

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