sábado, 15 de septiembre de 2012

DOLORES Y ANGUSTIAS


”LA VIRGEN DE LOS DOLORES”
          El  pueblo sigue celebrando más el antiguo Viernes de Dolores, en el corazón de la Cuaresma, y a punto de entrar en la Semana Santa.  Y eso es muy respetable.
             El  calendario litúrgico lo pasó a hoy, 15 de septiembre.  ¿Es una “atracción” de sentimientos por la fiesta de la exaltación de la Cruz que fue situada ayer?  (antes “el día de la Cruz” era y para el pueblo sigue siendo, el 3 de mayo).
             Celebramos esas advocaciones de la Virgen que expresan sus sufrimientos: o Virgen de los Dolores (camuflado hoy por “Lola”…, que siempre fue pero sin eludir el Nombre completo;  hoy sí se trata de eludir); Virgen del Mayor Dolor (muy cofradiero), Virgen de las Angustias, con sus múltiples patronazgos en diversos lugares españoles.
             El anciano Simeón predijo a María que “una espada de dolor te traspasará el alma”. También interviene aquí el pueblo para rendir devoción a los siete dolores de la Virgen: el anuncio de Simeón, la huida a Egipto, el acompañamiento a Jesús en el camino del Calvario; el cambio de su Hijo por “los hijos” que le encargó Jesús en la cruz; Jesús muerto sobre sus rodillas tras el descendimiento  (y que es la clásica imagen de la Virgen de las Angustias, en donde se muestra el terrible dolor de una madre que tiene sobre su regazo al hijo derrengado y muerto y en ese “adiós” antes de la sepultura).  Pueden añadirse el dolor ante las dudas de José, o el de la orfandad en Nazaret… La cosa es sumar siete por eso del simbolismo hebreo de ese número, que indica plenitud.  Y haría alusión a esa vida de María como Mujer de dolores, como se habla de Jesús, “varón de dolores”.
             En las lecturas de hoy se hace el traslado de lo que la carta a los Hebreos  dice de Jesús: a gritos y con lágrimas presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su actitud reverente.  María también tuvo que orar a Dios desde el fondo del alma ante aquellos dolores suyos –que eran dolores de su Hijo- y sus súplicas y serenas lágrimas fueron como gritos amorosos dirigidos al Cielo, al Dios que libera, que conforta, que ayuda, que escucha…, aunque no precisamente en la forma en que uno pretendería ser escuchado.  Escucha, sí.  Pero aquí dice el texto que aprendió, sufriendo, a obedecer, y llevado a la muerte, se ha convertido en prenda de salvación para todos los que viven en obediencia de fe y confianza en Dios.   Traducir eso a la realidad de María es llegar al meollo mismo de su inicial, y el desarrollo que lleva consigo a través de una  vida.  Una vida vivida en obediencia a Dios, en rendición plena a los misteriosos caminos de Dios en el Hijo que Ella misma llevó en sus entrañas.
             Hay dos evangelios a elegir:  uno nos pone a María al pie de la cruz en los momentos finales de Jesús…, su firmeza erguida sin derrumbarse ante aquella tragedia. El trueque desventajoso de SU HIJO por LOS HIJOS, por nosotros…
             El otro tema es el momento del anuncio de Simeón.  Que no sólo le anuncia a Ella esa espada de dolor que le irá traspasando a través de su vida, sino el mismo anuncio de que ese Hijo suyo va a ser, sin Él pretenderlo, una señal ante la que la humanidad se divide en amores que dan la vida, y en odios que quitan la vida… La historia de una humanidad que fue, que es y que será (desgraciadamente), mientras no llegue el día en que Dios ponga a sus enemigos bajo los pies del Salvador.  Expresión que –de una parte- podría ser el descendiente que aplasta la cabeza de la serpiente, y –de otra parte- una humanidad que acaba viendo la luz y postrándose en rendición de reconocimiento del Cristo Salvador.  Y sería absurdo excluir esa posibilidad de los recalcitrantes que permanecen en el pecado diabólico del “no serviré”, al que el arcángel Miguel les sale al paso y les derrota y vence. (Apocalipsis 12).  ¿Puede haber tales recalcitrantes que se afinquen en el pecado diabólico e infernal?  - Evidentemente. También a ellos les toca ser puestos como estrado de los pies del Salvador. Porque vencerá el león de la tribu de Judá, o aceptando o no aceptando los que lo vean vencedor.  Lo que aceptan, entran a formar parte con Él, aunque sean “obreros de la última hora”.  Los que no lo aceptan, ya se han destruido a sí mismos.
             Y es evidente que la madre sufre en su alma y corazón maternal que haya hijos que no acepten al HIJO y –por tanto-no sepan acercarse al regazo acogedor de la madre.  [Cierto que, LA MADRE será elemento básico para que muchos de los “recalcitrantes” acaben bajándose de su soberbia, y por la ternura del Corazón de esa Madre compasiva, dolorosa, angustiada…, acaben volviéndose a Jesús.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad5:03 p. m.

    La fiesta de hoy nos invita a aceptar los sufrimientos y contrariedades de la vida para purificar nuestro corazón y corredimir con Cristo.La Virgen nos enseña a no quejarnos de los males,pues Ella jamás lo hizo;nos anima a unirnos a la Cruz redentora de su Hijo y convertirlo en un bien para la familia, para la Iglesia y para toda la Humanidad.

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  2. Ana María1:06 a. m.

    VIRGEN MARÍA, en el mayor dolor de tu vida, AL PIE DE LA CRUZ...oíste la VOZ DE JESÚS, que te confiaba a todos nosotros, en San Juan: "MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO"... y mirando a Juan...con la ternura de su CORAZÓN: "AHÍ TIENES A TU MADRE"...(y así te recibimos todos...)Y con todo el amor de mi corazón te digo, Madre mía: "Mientras mi vida alentare, todo mi amor para ti; mas si mi amor te olvidare... Tú, no te olvides de mí..."

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