miércoles, 23 de octubre de 2019

23 octubre: Responsabilidades


LITURGIA
                      Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo. (Rom.6,12-18). Una afirmación para ponerla escrita ante los ojos y que recuerde a cada instante algo tan básico para la vida fiel de un cristiano. Ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. Escrito en aquellos momentos primeros de la era cristiana, sigue teniendo un valor perenne y se hace una llamada a muchas realidades del momento presente: No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado como instrumentos del mal. Ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida. Es toda una proclama que tiene vigencia hoy día con la misma fuerza que entonces. Y se completa con la parte positiva: Y poned a su servicio vuestros miembros como instrumentos del bien.
          Afirma Pablo que así el pecado no dominará a la persona, que ya no está simplemente bajo un mandato sino bajo la Gracia. Y tiene más fuerza el sentido positivo de la vocación cristiana que el de la advertencia de lo que no procede de acuerdo con la voluntad de Dios. Cada uno es esclavo de lo que hace y a lo que sirve y obedece. El que se da al pecado, es esclavo del pecado; el que se da a Dios vive la esclavitud salvífica de la fuerza y gracia de Dios.
          Y da gracias a Dios porque aquella comunidad romana vive en la gracia de Dios. Antes eran esclavos del pecado, pero ahora se han convertido a Dios y han obedecido de corazón y se han hecho fieles de la justicia. [Y ya se sabe que la “justicia” bíblica es igual que bondad y santidad: ser plenamente justos].

          Un evangelio muy semejante al de ayer (Lc.12,39-48) pero que avanza en la idea. Comprended que si el amo supiera a qué hora va a venir el ladrón, no le dejaría abrir un boquete en su casa. La muerte actúa como ladrón, de improviso. El arte es adelantarse a ese momento con una preparación decisiva de la vida de la persona, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del hombre.
          Pedro intervino para hacer una pregunta a Jesús: ¿la parábola iba dirigida a ellos o era para todo el mundo?
          No responde Jesús de una forma concreta sino con otra parábola, la del administrador fiel y solícito que el amo ha puesto al frente de su servidumbre, y ha de tener bien distribuida la responsabilidad de cada uno y la ración que corresponde a cada uno. Es decir: se trata de tener hecho en cada momento lo que hay que hacer. Dichoso el criado (administrador) a quien su amo encuentre, al llegar, portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Es de fiar en lo cotidiano y se le encarga lo de más envergadura.
          Lo contrario sería el criado que piensa que su amo tarda en llegar, y se emborracha y maltrata a la servidumbre. El amo llegará a la hora que menos esperaba ese administrador y lo condenará a la pena de los que no son fieles.
          Sigue una disquisición que tiene importancia: cuando el criado sabe sus obligaciones y no las cumple, merece más castigo porque es consciente de su fallo.
          El criado que no es consciente de sus obligaciones, y por tanto no las  cumple, también merece castigo, pero menor, porque no es consciente. Es la disminución de la responsabilidad por ignorancia. Que por otra parte tiene su culpa porque el criado debe saber lo que tiene que hacer. Si no lo ha preguntado, es de alguna manera culpable, pero no del todo, porque no sabía.
          Concluye Jesús con una advertencia que es para pensar: A quien mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que menos se le dio, menos se le exigirá. Es evidente que a más “talentos” mayor es la exigencia porque se tienen muchas más bases para proceder de una determinada manera. Y cuando no rinde ese tal con toda su fuerza, está defraudando las gracias que recibió. Otro, con menos capacidades, tiene menos responsabilidad que el primero. Y no es que no tiene responsabilidad, sino la tiene de acuerdo con las características que ha recibido. Hay gentes de muy pocas capacidades, gentes embotadas porque la vida les ha sido adversa, porque han tenido menos formación, porque se han desarrollado en ambientes incultos. Es natural que esas personas tienen mucho menor conocimiento del bien y del mal, y por tanto mucho menos sentido del pecado. Pero no son tampoco ausentes de una conciencia personal a la que deben responder. Y se les va a exigir de acuerdo con esa conciencia. Todos los hombres son responsable de ellos, aunque cada cual en su medida.

2 comentarios:

  1. Responsabilidad de conciencia formada ante el bien y el mal como muy bien dices y en este mes misionero responsabilidad de evangelización con nuestro testimonio de ejemplo y palabra en medio de nuestra vida diaria.

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  2. Este mes y siempre quise decir pues por nuestra vocación cristiana todos somos misioneros.

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