sábado, 12 de octubre de 2019

12 octubre: Virgen del Pilar


LITURGIA: Virgen del Pilar
                      El evangelio de la fiesta es el mismo que tocaría hoy en la liturgia continuada, y que va explicado en otra entrada ahí abajo (hoy hay dos entradas en el blog).
          Lc.11,27-28 es un respuesta de Jesús ante una mujer que se ha emocionado con Jesús por su respuesta a los que le atribuían su poder de echar demonios a fuerza del mismo demonio, o que pedían una señal nueva.
          La gran señal que da Jesús es la del que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica. Y esta afirmación la toma la liturgia de la fiesta de la Santísima Virgen del Pilar para resaltar la realidad de lo que fue María. Grande porque engendró y dio a luz y amamantó a Jesús, pero mucho más grande porque fue mujer abierta a Dios en todo momento, escuchando su Palabra y acogiéndola sin cortapisas, aunque su aceptación le suponía entrar en un camino muy difícil, que ya lo tenía ella sabido por la recitación del profeta Isaías y el poema del Siervo de Yahwé, que es un anticipo del relato de la Pasión del Mesías. Y a  María se le anunciaba el Mesías. Aceptar esa realidad era aceptar todo lo que venía con ello.
          María, en su advocación de “Pilar” o de “Columna” que sostiene, está expresando una fuerza, una seguridad para sus hijos, que bien saben que tienen en ella una protección muy especial. Ella, que asumió la pasión del Hijo –vislumbrada ya de antemano en el Siervo de Yahwé- es una columna inconmovible para apoyar a sus hijos, que se encuentran –nos encontramos- en la lucha diaria y en medio de embates poderosos de las fuerzas del mal.

          La otra lectura –que se puede elegir entre una del Antiguo Testamento y otra del Nuevo- la vamos a escoger de los Hechos de los Apóstoles (1,12-14) que nos presentan a María en oración junto a los apóstoles en el Cenáculo en los primeros momentos de la Iglesia naciente, esperando –según la promesa de Jesús- la venida del Paráclito, que había de ser la creación misma de la Iglesia, convirtiendo a aquellos apóstoles medrosos y asustados, en hombres lanzados en la divulgación del gran mensaje del Cristo muerto y resucitado, capaces de abarcar el mundo entero en el mensaje salvador de la humanidad.
          Allí estaba María. Ella también en oración y sosteniendo a aquellos hombres. Y ella recibiendo también el Espíritu Santo y siendo por segunda vez “madre” en el momento de engendrar la Iglesia de Cristo. Otra vez bajo la fuerza del Espíritu que la cubría con su sombra.
          Por eso es Pilar para nosotros. Por eso la reconocemos como  patrona de la Hispanidad, que ha fundado una cristiandad en los pueblos de América, como fuerza que se extiende por España y su labor evangelizadora.

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