jueves, 17 de octubre de 2019

17 octubre: Obras y fe

Viernes 18.- ESCUELA DE ORACIÓN, 5'30.- Málaga


LITURGIA
                      El tiempo no me ha favorecido hoy el desarrollo de los temas de las lecturas, por lo que tendré que ser más breve en mi exposición.
          Rom.3,21-30 comienza el tema tan propio de San Pablo que es la contraposición de Ley (referida a cumplimientos de lo mandado) y Justicia, que viene de la salvación que Jesucristo nos ha ganado con su obra de redención. Lo primero ya ha quedado superado, de tal manera que la salvación del pueblo judío no viene ya de sus cumplimientos sino de la misma salvación que Cristo ha ganado con su sangre. Lo mismo que los gentiles. Ellos no tenían aquellas normas de la ley judía y sin embargo pueden salvarse porque es Jesucristo quien ha salvado con su acción salvífica. Y esa es la misma para judíos y gentiles. Todos estábamos perdidos porque todos pecamos y todos estábamos privados de la gloria de Dios. Ahora somos salvados gratuitamente por su gracia mediante la redención de Cristo Jesús, a quien constituyó Dios sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre.   La comparación que yo pongo es la de un accidentado de carretera, que no puede auxiliarse a sí mismo. Sólo tiene solución cuando otro viene y lo levanta y lo lleva al hospital. El accidentado no puede ayudarse ya con sus obras, La solución le viene de fuera. Es el argumento que usa Pablo en el orden de la salvación.
          En consecuencia, ¿quién se vanagloria ahora? ¿Quién puede acogerse a su orgullo? ¿En nombre de qué? ¿De sus obras? No, en nombre de la fe. El hombre se justifica (se salva) por la fe sin las obras de la Ley. Él, Dios, absuelve a los judíos (circuncisos) en virtud de la fe; y a los no judíos (incircuncisos) también por la fe.
          Por tanto nosotros –saquemos la conclusión- no somos salvados por nuestros propios méritos sino por los méritos de Jesucristo. Hemos de ser fieles a su evangelio y dejarnos acoger por la redención que Cristo nos ha ganado. No son nuestras obras las que llevan el marchamo de nuestra salvación por el hecho de cumplirlas. Las obras que se nos piden son las que realizan la voluntad de Dios: el que escucha la Palabra y la cumple.

          En el evangelio (Lc.11,47-54) continúan las llamadas de atención de Jesús a los fariseos: Se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros maestros de la ley, que os habéis quedado con las llaves del saber: vosotros que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar! Se han adueñado de la grey de Dios, y ellos la quieren manipular a su manera.
          No sé por qué se me vienen a la mente esas personas colaboradoras en las Parroquias que acaban apoderándose de la situación y no dejan opción ni al propio Párroco para tener una libertad de acción. Empezaron colaborando y acabaron haciéndose dueños, jueces y enjuiciadores de todo y de todos. ¿No será el remedo de aquellos fariseos que se habían adueñado de las llaves del saber y al final ni entran ni dejan entrar?
          Al salir, los fariseos y doctores de la ley empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras. Era lógico. Jesús les había leído la cartilla; los había retratado, y ahora ellos pretendían acosarlo con preguntas. Difícil era acosar a Jesús, que tenía salida razonada para todo, y más en el terreno de lo religioso. El evangelio no nos cuenta cómo se desenvolvió aquello y las respuestas que dio Jesús. Pero saldrían más que vencidos en sus preguntas capciosas porque Jesús tenía argumentos profundos para darles respuestas verdaderas y acordes al pensamiento religioso. En realidad fue la labor de toda su vida pública para llevar a aquel pueblo a ser verdaderos adoradores de Dios en espíritu y verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!