domingo, 3 de febrero de 2019

3 febrero: El mensaje de Jesús


LITURGIA
                      En la 1ª lectura (Jer.1,4-5.17-19) Dios conmina al profeta a presentar el mensaje de Dios sin miedos, y lo constituye plaza fuerte, columna de hierro, muralla inexpugnable para ser testigo de la palabra de Dios que tiene que trasmitir. Le harán la guerra pero debe permanecer en la brecha, porque yo estoy contigo. Todo esto prepara el evangelio de hoy, que expresa la reciedumbre de Jesús en la proclamación de las verdades del Reino.

          Hoy se completa en el evangelio la situación que se había planteado el domingo pasado. Jesús había acudido a su pueblo, en el que se había criado, Nazaret, y llevó el deseo de comunicarles a ellos el mensaje del Reino. Llegaba con la fama de todo lo que había hecho en los pueblos de alrededor, y el sábado le dieron a él la explicación de la Palabra de Dios. Tocó en suerte aquella palabra de Isaías: El Espíritu del Señor sobre mí; me ha enviado a traer el año de gracia del Señor. Y Jesús se aplicó a sí mismo aquella llamada y dijo que hoy se cumple esta palabra que acabáis de oír. Hubo un primer movimiento de aceptación y admiración, porque había citado solamente las palabras de la gracia y la misericordia, y los ojos de todos estaban fijos en él. (Lc.4,21-30)
          Pero surgió la duda y con ello la crítica: ¿No es éste el hijo de José? Que equivalía a mirar a Jesús como el paisano de muchos años en el pueblo, y no como alguien que volvía con la fama de las obras hechas y reconocidas en los pueblos de alrededor.
          Y Jesús tiene que decirles que comprende que ellos digan aquello de: médico, cúrate a ti mismo; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm. Precisamente a eso venía, pero siempre se apoyaba Jesús en la fe de sus oyentes. Y si los paisanos de Nazaret no tenían fe en él, no podía hacer las obras que había hecho donde no tenían prejuicios contra él.
          Y les hizo caer en la cuenta de que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Y les saca los ejemplos de Elías con la viuda de Sarepta y de Eliseo con el leproso Naamán, ambos extranjeros. Y se removió de pronto el cotarro con una violencia extrema, y empujaron a Jesús fuera de la sinagoga y hacia las afueras del pueblo, con intención de despeñarlo por un barranco.
          Lo llamativo es el momento en que Jesús se detiene, se vuelve a ellos y los mira fijamente, y ellos quedan como paralizados, sin atacarle, como si de pronto se hubiera esfumado toda la furia que llevaban. Y Jesús pasó entonces entre ellos y se alejaba…, se salió del pueblo. Y el modo verbal que utiliza San Lucas expresa una ausencia para siempre, para no volver más.

          La 2ª lectura (1Cor.13, 1-13) la tenemos muchas veces oída, y lo que importa es que sea escuchada en el fondo del alma…, en la actitud personal nuestra. Que no se quede en la música, que no se quede en la poesía, sino que nos sirva de examen de conciencia, que sería un buen manual para nuestras confesiones.
          Amor comprensivo. Amor siempre dispuesto a comprender; no a discutir ni a tensar. Amor servicial: amor que se vuelca en el ser amado, y no en el egoísmo propio. Amor que no presume ni se engríe sino que es humilde y acogedor; que da siempre por superior al otro. Amor que no se alegra de la injusticia, ni se irrita, ni lleva cuentas del mal. Todo esto es para pensarlo y para aplicarlo a nuestras relaciones con el prójimo, y sobre todo allí donde tenemos especial relación.
          Y con expresiones definitivas enseña que amar supone disculpar sin límites, fe en el otro sin límites, aguante sin límites. Y esto es para pensárselo, porque esto tiene que presidir las relaciones y el trato en los esposos, de una manera especial. Y en toda forma de relación entre las personas que de alguna manera han de convivir en la familia. Pensarse esto es algo que nos debiera llevar a confesiones más enjundiosas, más preparadas.
          Y finalmente, el broche de oro: el amor no se pasa nunca. ¡Qué examen de conciencia más urgente en los novios que se comprometen a una vida de unión matrimonial! Y en muchos matrimonios que deben cuidar con verdadero esmero los detalles propios del amor humano, el segundo y el tercer día con el mismo interés del primer día.

          A esta finura y verdad del amor nos invita hoy de forma especial el sentido del SACRAMENTO DEL AMOR, del que participamos en la EUCARISTÍA, que nos une a la fidelidad a la Palabra de Dios que hemos proclamado hoy.


          Pedimos al Señor la escucha atenta de su Palabra.

-         Para que acojamos el mensaje de Jesús, que nos trae la salvación. Roguemos al Señor.

-         Para que no nos escandalice la verdad del evangelio. Roguemos al Señor.

-         Para que revisemos honradamente nuestra actitud de amor. Roguemos al Señor.

-         Para que, a la luz de la Eucaristía, recibamos la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.


          Concédenos, Señor, ser fieles a la Palabra que nos trae Jesucristo, que viene a establecer en el mundo la misericordia del Padre.
          Lo pedimos por el mismo Jesucristo N. S.

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