sábado, 1 de diciembre de 2018

01 diciembre: Fin del año litúrgico


Liturgia:
                      Final del año litúrgico; final del Apocalipsis, final de la revelación. TRIUNFO DEFINITIVO.
          - Ríos de agua viva, como aquel de Ezequiel que sana y fecunda.  Agua viva de la samaritana: el E. S., agua de vida divina.
          - ríos lucientes como el cristal: Cristo es la Luz.
          - Salen del trono de Dios y del Cordero.
          - Nuevo árbol de vida. El primer árbol de vida (del Génesis) acabó significando muerte por el pecado del primer hombre. Ahora hay un nuevo árbol de vida que es fecundo: Da fruto continuo, lo que expresa eternidad, inmortalidad. Vuelta, pues,  al Paraíso, pero ya sin fin. Por tanto, ni enfermedad, ni muerte, ni posibilidad de condenación.
          Da cosechas abundantes, una por mes.
                                  medicinales para el mundo entero
          - Está en medio el trono del Cordero.  Si antes, “a Dios nadie lo ha visto”, ahora se ve cara a cara (el anhelo profundo de la persona)
          Recibe adoración y alabanza; sin momento final: posesión de Dios, expresado en ese tener el nombre de Dios en la frente.
          - No hay noche (ni oscuridad, ni mentira); no hay, por tanto, necesidad de lámparas
          - LA LÁMPARA ES DIOS.
          - Será estado eterno: por los siglos sin fin.
Garantía del escritor y vidente  Juan
          Todo es cierto (no fantasía o ficción)
          lo visto va a suceder
          y pronto.
          VEN, SEÑOR JESÚS, será la última palabra del Apocalipsis, aunque no se recoja en la lectura, pero con esa alegría concluye el SALMO. El final de la historia es la venida gloriosa del Señor.

          Concluye también el capítulo apocalíptico de Lucas (21,34-36), que es una exhortación final de Jesús a sus discípulos en general No se embote vuestra mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, porque el que no está atento durante su vida, se le echa encima aquel día terrible, que caerá como lazo sobre los habitantes de la tierra. ¡Bien merecería atención por parte de nuestro mundo estas advertencias del Señor, que no se quedan para un tiempo concreto sino para todo momento en la vida de cada persona! Por ello, estad siempre atentos, pidiendo la fuerza para escapar de todo lo que está por venir. Hoy día se rehúye el pensamiento de la muerte. Se aleja. Se quiere prescindir de esa realidad. Y “todo lo que está por venir” se ignora y se quiere ignorar, como si no hubiera que pensar en ello.
          Lo que pasa es que aquí no exime de culpa la ignorancia, máxime cuando es culpable en tantas ocasiones, porque es que hay muchos que no quieren saber, no quieren enterarse, como si haciendo la grulla fueran a evitar eso “que está por venir”.
          De ahí que Jesús nos ponga en guardia y nos advierta que nos mantengamos en pie, avizores, atentos a lo que viene…, a la espera del Hijo del hombre.
          Y vuelvo a insistir: no se trata de pensar en un espectáculo de “juicio final” con gentes a la derecha y a la izquierda… Todo es mucho más sencillo y personal: cada uno nos vamos a encontrar de frente con ese Jesucristo que viene por nosotros, y que nos quiere encontrar dispuestos y preparados para poder tomarnos junto a sí.

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