viernes, 7 de diciembre de 2018

7 diciembre: Signos mesiánicos


PRIMER VIERNES  Jornada de Oración del Papa
Liturgia:
                      Seguimos con esas comparaciones atrevidas que usa Isaías para anunciar los tiempos mesiánicos. En el texto de hoy (29,17 -24) se anuncia un vergel en el Líbano, pero sobre todo los sordos oirán las palabras del libro y verán los ojos de los ciegos. Dos realidades nuevas que se han de realizar con la venida del Señor. Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor, y los pobres gozarán con el Santo de Israel, porque se acabó el opresor. Es una nueva realidad, una nueva “economía”, que es la economía de la salvación, la que llega con la venida del Mesías.

          Es lo que recoge de forma significativa el evangelio (Mt.9,27-31) en el que encontramos a dos ciegos que vienen buscando a Jesús para la solución de su ceguera: Ten compasión de nosotros, Hijo de David.
          Jesús les pregunta si ellos creen que puede hacerlo –la fe de ellos es fundamental-, y ellos responden que sí. Jesús les toca los ojos y les dice: Que se haga conforme a vuestra fe. Lo que ellos están convencidos que es una señal del tiempo mesiánico, Jesús se lo corrobora. Y se les abrieron los ojos.
          Es curioso que Jesús no quiere que aquello sea proclamado, y que pretende imponerles silencio. Pero, como es natural, no consigue que sea así, porque los ciegos lo proclaman a los cuatro vientos. ¿Cómo no iban a clamar aquella alegría de volver a ver y, en consecuencia, salir de aquella situación de desprecio social en que estaban?
          Será uno de los efectos que nos pide a nosotros la era mesiánica, la venida a nosotros de Jesucristo: que tenemos que proclamarlo a voz en cuello, y que su obra de salvación sea  comunicada alrededor nuestro. Porque HA VENIDO EL SALVADOR y eso no nos permite permanecer callados.

Del libro mío: ¿Quién es Este?
Zacarías podía estar perplejo, intentando comprender y asimilar cada palabra del mensajero divino. ¿Qué le anunciaba realmente? Se clarificó Zacarías cuando “el ángel” le dijo: “ese niño Juan precederá delante del Mesías, para retornar los corazones de los hijos (=los judíos actuales) a la de sus padres (=los que vivieron fieles a la promesa de Dios), y de los rebeldes, a la prudencia de los que fueron justos, y así preparar un pueblo bien dispuesto a la llegada del Señor”.
Zacarías, en su atolondramiento, no sabía si escuchaba o soñaba; si le hablaban en realidad o en figura. Yo digo que no sabía ya ni lo que decía, y que “se coló” en pedir una prueba. ¿No le habían bastado todas las pruebas de Dios en aquella conversación? ¿No le bastaban los diversos ejemplos parecidos de la historia de la salvación? Y preguntó aturdidamente: ¿en qué conoceré yo eso? Porque soy viejo, y mi mujer también. Y el ángel se identifica como el de las gestas sublimes de Dios, Gabriel, que asiste a la derecha del trono de Dios, y le da la prueba: “permanecerás mudo hasta que se cumplan estas promesas” ¿Querías una prueba? Pues esa será la prueba
Y cuando salió fuera, con todos los fieles extrañados por la tardanza, Zacarías “dio la prueba”. Realmente –advirtieron todos- que había tenido una visión. No era menester preguntar. La “prueba” estaba patente. Y poco habría que explicar cuando Zacarías salía del Santuario con la señal en su semblante de las experiencias profundas vividas.
Los demás sacerdotes pretendieron saber… Zacarías hizo señales de que “más tarde”. Primero cumpliría su ritual al quitarse los ornamentos de lino…; tendría tiempo para reflexionar, orar y pensar. El silencio tranquilo, la serenidad que necesitaba, serían el gran medio para poner un poco su mente en orden. Zacarías se retiró. ¿Qué pensó en ese tiempo?; no es fácil de imaginar. Desde el misterio vivido, a la imprudencia de su pregunta, a la ventaja de espacio de silencio para poder entender un poco mejor a Dios y sus maravillas misteriosas.

No sé hasta qué punto los fieles valoran este comienzo de Lucas con la narración de Zacarías. Acabado su turno, ha marchado a la montaña.  Y todo va como “el ángel” le había dicho.

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