viernes, 28 de diciembre de 2018

28 diciembre: Los Santos Inocentes


LITURGIA
                      Adelantándose a los acontecimientos que suceden propiamente tras el paso de los Magos, hoy se celebra la fiesta de los Santos Inocentes, aquellos niños de Belén que, según cuenta San Mateo, fueron masacrados por el tirano Herodes, por la sospecha de que entre ellos estuviese el “recién nacido rey de los judíos”, que podía arrebatarle el trono.
          Herodes era un sanguinario o un obseso. Por su temor a que pudieran arrebatarle su trono había matado a 30 personas, una tras otra, en cuanto sospechaba que podían aspirar a mandar. Incluso la esposa adorada por la que sentía pasión, cayó bajo el ataque de celos del monarca.
          En esa tesitura se presentan los magos de Oriente preguntando por el recién nacido rey de los judíos. ¿Dónde podían preguntar mejor que en el palacio del Rey? Pero aquello perturbó la tranquilidad de Herodes quien puso a los sabios a investigar “para dar respuesta a sus visitantes”, desconocedores de la realidad que se cocía en el corazón del  rey.
          Averiguado que era en Belén, allí encaminó a los magos, con el encargo de que, tras adorarle, volviesen al Palacio para informar detenidamente dónde estaba. Su perversa intención fue la de matarlo y acabar así con su pesadilla. Pero los magos fueron advertidos por Dios y se volvieron a sus tierras por otro camino.
          Herodes se sintió burlado y tomó su venganza particular. Como el tiempo de aparición de la estrella databa de cerca de dos años antes, él daría la orden de matar a todos los niños menores de dos años, y ahí caería el “recién nacido rey”.
          Dios tuvo otros planes y José, con María y el Niño escaparon huyendo a tierras de Egipto, y la muerte sentenciada para los niños no le cogió a él.

          Obsérvese la segunda intención del evangelista San Mateo, que quiere hacer un paralelismo con Moisés, el caudillo que condujo al pueblo de Dios en la antigüedad. Un Faraón que da la orden de matar a todos los niños judíos. La madre de Moisés que salva a su hijo escondiéndolo en un cestilla de mimbre a la orilla del Nilo, y que tras diversos avatares en su vida tiene que huir perseguido de muerte. Y precisamente volverá a Egipto sano y salvo, desde donde emprenderá la salvación de su pueblo. Murieron los demás niños y él se salvó. Y fue el salvador de su pueblo. Por eso, cuando Mateo narra el episodio de la huida, y posteriormente el aviso del regreso, se le aplica la frase: De Egipto llamé a mi hijo, que corresponde a la liberación que hizo Moisés.

          Estamos en el evangelio de hoy ante la muerte de aquellos niños inocentes, que mueren sin culpa de nada, bajo la saña del tirano. (Mt.2,13-18)

          La 1ª lectura sigue la exposición continuada de la primera carta de san Juan, 1,5-2,2 en el que el autor lleva adelante ideas fundamentales: que lo que él enseña lo ha aprendido de Jesucristo, que es luz sin ninguna oscuridad. Y los que estén con él no pueden vivir en oscuridad alguna.
          Y la luz nos enseña algo básico: que somos pecadores. Y el que dijere que no ha pecado, no es sincero. Y quien se reconoce pecador, resalta la bondad y la misericordia de Dios, que será quien nos purifique y lave nuestros pecados.
          El que dice que no peca, hace a Dios mentiroso y no vive su palabra. No nos avergüence ser pecadores. Tenemos un abogado en Jesucristo, que ruega por nosotros al Padre. Y así también, por los pecados del mundo entero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!