domingo, 30 de diciembre de 2018

30 diciembre: SAGRADA FAMILIA


LITURGIA
                      La liturgia del día de la SAGRADA FAMILIA tiene un centro especial en la 2ª lectura (Col.3,12-21), que es un verdadero himno al amor familiar, y una pauta de conducta que ojalá tuviera eco en la realidad de cada persona y de cada familia.
          Establece San Pablo unas actitudes generales que requiere toda convivencia para que fluya debidamente: sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Solamente eso ya resuena en el corazón de cada uno y le hace  pensar que eso es el modo de poder vivir en paz y armonía la vida familiar.
          Luego baja a concreciones diversas: Sobrellevaos mutuamente. Y como en la vida hay situaciones que así lo requieren, perdonaos cuando alguno tiene quejas del otro. La razón es muy fuerte: El Señor os ha perdonado, haced vosotros lo mismo.
          Otra pauta de acción, que las resume todas: Sobre todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestros corazones. Es condición básica para el amor sincero: que en el corazón no se alberguen resentimientos. Que viva la paz y no una paz de compromiso sino la paz de Cristo, esa que actúa como filtro para todo: como árbitro, que detiene la jugada cuando ha habido infracción, y restaura el orden para continuar la partida.
          Y sed agradecidos, que significa que toda esa buena actitud de dentro se exprese también por fuera…; que haya reconocimiento expreso de las bondades de la otra persona.
          Y todo eso deberá estar avalado por una vida espiritual: por el rezo en común, por la participación en la Eucaristía, y por el sentido de la vida que traspasa las minucias humanas.
         
          Entre la 1ª lectura –Ecclo.3,3-7.14-17- y el final de la lectura 2ª hay una serie de recomendaciones concretas a los hijos, a las esposas, a los maridos, que no son meras normas sociales sino el efecto de todo lo dicho antes: los hijos respecto de sus padres (y eso les toca a todos los hijos, no sólo a los jóvenes), donde ha de haber un respeto y un cariño, aun cuando los padres mayores puedan ya no tener sus facultades perfectas.
          También recomendaciones a las esposas y a los esposos para que se viva en orden en la familia, donde cada uno tiene su puesto y se ha de cuidar con verdadera delicadeza para que fluya el sentido familiar.

          En el evangelio de Lucas (2,41-52) tenemos un caso excepcional del que hay que aprender. Es natural que María y José habían cuidado mucho del niño, y que no hubo en ellos descuido alguno para que el hijo pudiera perderse. Ellos situaron al niño en el lugar que correspondía en la caravana de regreso a sus hogares tras la celebración de la Pascua.
          Por su parte el Niño se deja llevar del impulso superior por el que debe permanecer en el Templo. Y de hecho se queda sin que sus padres lo supieran. Cuando hacen la jornada y  van a recoger al Niño, no está donde tenía que estar. El Niño, por su parte queda en el Templo escuchando las explicaciones de los rabinos y sacerdotes.
          Y cuando al tercer día sus padres lo encuentran, María ejerce su autoridad responsable llamándole la atención al hijo porque lo ha hecho así con nosotros; mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados. Y el hijo da una respuesta misteriosa: ¿No sabíais que yo tenía que ocuparme en las cosas de mi Padre? Evidentemente no lo sabían y de ahí el sufrimiento de la búsqueda. Y el misterio que desvela el evangelista para que quede claro: su padre no es José. Su Padre es el del Cielo, y Jesús ha dejado claro que debe ocuparse de sus cosas.
          Cada uno en la familia ha cumplido su papel. Y la conclusión es volver otra vez a la realidad de una familia normal: Él bajó a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
          Pero como el misterio ha quedado patente, María tiene que meter todo aquello dentro de su corazón y meditar todas esas cosas y conservarla en su corazón, que es el arca de los secretos y de los misterios que le ha tocado vivir. El Niño por su parte, como cualquier niño, iba creciendo. Crecía en conocimientos, en estatura y en gracia  ante Dios y ante los hombres.
          Quiera Dios que la EUCARISTÍA nos ponga hoy de cara a nuestros comportamientos familiares para purificar y para crecer en el proceso de la vida de cada día.




          Pongamos a las familias bajo la mano del Señor.

-          Para que la Iglesia sea una gran familia que cobija a las iglesias domésticas familiares, Roguemos al Señor

-          Para que cada familia sea un reflejo de la santidad de la Iglesia, Roguemos al Señor.

-          Para que la relación de esposos, padres e hijos, fluya con sencillez, comprensión y recíproco amor, Roguemos al Señor.

-          Para que la paz de Cristo sea la forma que marque el comportamiento de los miembros de la familia, Roguemos al Señor


          Concede, Señor, a las familias el don de ser agradecidos, y que se sepan reconocer y alabar las cualidades y esfuerzos de los otros miembros.
          Lo pedimos por medio de Jesucristo N.S.

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