jueves, 24 de abril de 2014

24 abril: LA PRESENCIA DE CRISTO EN SU IGLESIA

La IGLESIA HOY
             La liturgia del día continúa el episodio comenzado ayer en la curación del lisiado de la puerta  Especiosa del Templo, a quien se le ha dado la salud en nombre de Jesús Nazareno, mucho más valioso don que si le hubieran dado unas monedas de plata o de oro…
             A gente se ha arremolinado –admirada- alrededor de Pedro y Juan. Y Pedro aprovecha de nuevo para hablarles de Jesús, el Resucitado…; el rechazado por ese pueblo que ahora se admira, y el que Dios ha constituido “Señor y Mesías”.
             Y queda por delante una labor muy nueva: que no es sólo arrepentirse del mal que hicieron, sino dar el salto hacia adelante con una manera de vida radicalmente diferente. Con lo cual estarán llevándose a su término las profecías tan antiguas como que vienen de Moisés, y posteriores profetas, y a través de las cuales y lo que en ellas se enseñaba, atraer ahora vosotros la bendición de Dios, apartándoos del pecado y rechazando el que cometisteis.
             Una enseñanza que es MENSAJE para todo tiempo y persona, porque es camino indispensable para alcanzar la dimensión cristiana.

             El Evangelio, tomado de Lucas es el mismo que escribió también Juan sobre la aparición de Jesús al final de la tarde. En San Lucas hay otras personas, además de los apóstoles. En Juan sólo los apóstoles. De ahí la diferencia de planteamiento en una narración y en otra. Coincidencia en lo que es el susto de los presentes, el temor de tener dentro de la casa un fantasma, la dificultad de creer que puede ser Cristo…, aunque ya lo saben resucitado… Y en Jesús que avala su realidad de ser el mismo Jesús que fue crucificado, mostrando sus llagas –ya luminosas-, las mismas que le hicieron los clavos o la lanza del soldado.
             San Lucas se irá por la “presentación popular” de ese Jesús, que se presta a la apariencia de comer (un cuerpo resucitado ni come ni tiene esa “constitución” a lo humano mortal), pero que se describe asó como medio necesario para hacer patente que es el mismo Jesús; que no es un fantasma; que la resurrección es un hecho. Y que lleva consigo una mentalidad tan distinta como la que da la apertura de nuevos sentidos para comprender las Escrituras. Es otro de los elementos importantes de esta descripción de San Lucas, para que se predique en el mundo, a todos los pueblos, que JESÚS HA RESUCITADO U HAY TESTIGOS DE ELLO.
             Por su parte, San Juan va a lo teológico, a las entretelas de esta aparición en relación con el futuro…, en miras a la Iglesia (que ya está actuando cuando él escribe). San Juan sitúa a los apóstoles solos. Y a ellos viene Jesús, y sobre ellos exhala su aliento vital, y así les muestra la efusión del Espíritu Santo el Espíritu del Padre y del Hijo. Con ese Espíritu, Jesús trasmite a sus apóstoles el mismo poder que Él recibió del Padre. Y por tanto la Iglesia que nacerá de ahí no es “un añadido” de segunda mano, sino la misma Iglesia de Cristo, con los poderes de Cristo (que Él había recibido de su Padre). Y como algo tan sabido y conocido para aquel pueblo que sabe que sólo Dios puede perdonar pecados, ahora plasma Jesús el PODER de aquellos hombres en que a quienes VOSOTROS perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes VOSOTROS no les perdonéis los pecados, no se les perdonan. Les quedan “retenidos”. Dios no va a ser quien –privadamente- otorgue perdones a quienes “se confiesan solo con Él”. Porque –aún siendo Él el que perdonará…, y siempre estará dispuesto a perdonar-, Él ha determinado el MODO CONCRETO de poder ser perdonados.
             Es, por tanto, muy lógico que Juan –que quería mostrar algo tan esencial en la vida de la Iglesia- sitúe la aparición a SOLOS LOS APÓSPOLES, que eran los sacerdotes que Jesús constituyó el Jueves anterior, durante a Cena, al instituir la Eucaristía: Cuantas veces hagáis la Eucaristía, hacedla en nombre mío. La han de hacer; la pueden hacer. Ellos van a poder decir las palabras de Jesús: Esto es mi Cuerpo…; éste es el cáliz de mi Sangre…, y Jesús va a acudir a esa llamada y se va a hacer presente. Ellos, ya sacerdotes, lo son para todos los efectos.
             Y como la Iglesia se va a prolongar por los siglos, el poder de Jesús para hacerlos a ellos SACERDOTES, va a dar igualmente el PODER DE ELLOS CONSTITUIR NUEVOS SACERDOTES…, y así sucesivamente. Hasta nuestros días.

             Realmente Juan fue siempre más lejos en su Evangelio, y a él le debemos aspectos básicos y fundamentales de nuestra fe. Juan proyectó con una fuerza inmensa sus propia experiencia y conocimientos y posterior reflexión, hasta el punto que hay un momento que el “evangelio según San Juan” lleva el pulso de esa misma Iglesia, y que por tanto no se cuentan las cosas “en pasado”, sino con una experiencia activa y viva de “algo” que ya está funcionando…, que ya es la misma realidad de Cristo en la historia, y muchos años después de Cristo. Pero Cristo sigue palpitando en cada Palabra revelada, y lo necesario para nosotros es sentirla también en nosotros viva y activa y actual.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad4:33 p. m.

    "LA PAZ SEA CON VOSOTROS",dice el Señor.Los Apóstoles de llenan de gozo y de admiración.Nosotros debemos encontrar en sus llagas nuestro refugio y la paz del alma porque sólo en sus llagas ,encontramos las fuerzas necesarias para seguirle todos los días de nuestra vida.Nos ocultamos en ese refugio para encontrar la intimidad con Cristo y veremos que su modo de conversar es apacible y su rostro hermoso.

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