sábado, 3 de agosto de 2013

3 agosto: San Juan Bautista y Herodes

3 de agosto.- Matar para medrar
             He de reconocer que este evangelio [14, 1-12] tomado de San Mateo, es un texto ante el que no me detengo.  Hay una razón esencial para ello, y es que aquí no es protagonista Jesús.  Otra razón: causa tal asco la bajeza humana, que repele mirar una escena como ésta, que no hay por dónde cogerla.
             Herodes fue siempre un tipo sin criterio ni compromiso con la verdad. Fue un vividor que se sintió arropado por el conjunto de aduladores que sabían muy bien el pienso que habían de echar a su jefe… No era sólo adular para sacar ventaja.  Era también la manera de cubrirse las espaldas. Y bien sabemos que lo uno y lo otro es cosa bien afín al modo de proceder humano.
             De ese común denominador se salió Juan Bautista, hombre recio y maestro de verdades, sin pelos en la lengua para realizar la misión que se le había encomendado: preparar los caminos llanos y rectos para la llegada del Mesías.  A cada grupo o estamento (“colectivo”, que se diría hoy) le fue poniendo delante sus obligaciones…, y puede decirse también que esos pecados propios de situaciones concretas, en la que es fácil meter las manos en la masa.
             Y el día que Herodes se trae a su casa…, a su vida privada,  a la mujer de su hermano, Juan no se calla. Sabe que se mete en el avispero, pero Juan no chaquetea. Y le advierte a Herodes que no le está permitido lo que está haciendo.  Todavía Herodes le tenía un respeto y veneración a Juan, y pasó por aquella advertencia sin otra represalia que meter en la cárcel a Juan. Al menos allí no estaría libre para venir a corregirle y repetirle que no te es lícito.
             Aguantaba el tipo Herodes como lo aguanta todo irresponsable que prefiere hacerse el sordo a algo que no quiere oír.  Pero “la mafia” acecha con la paciencia de la gineta, que parece no moverse pero cae como un rayo sobre su víctima.  Y aquella mafia llena de odio era Herodías, esa mujer que se sentía despechada con el Bautista.  Ella no se hacía la sorda… Ladina como ella sola, esperaba el momento de dar el golpe.
Y se presentó el día del cumpleaños de Herodes.  Un banquete, unos invitados, un lujo y una lascivia oriental.  Herodías preparó el “plato fuerte”: su hija bailaría en honor de Herodes. Y la muchacha, con sus movimientos voluptuosos, encandiló los ojos de Herodes, ya brillantes por el vino…  Y en esas reacciones propias del borracho al que le ponen “carne” por delante, acaba jurando premiar a Salomé con cualquier cosa que le pida: aunque sea la mitad de mi reino.  Debieron pensar muchos que Herodes deliraba; que no se puede jugar con un reino por la lujuria excitada y el vino enervante. Naturalmente nadie iba a contradecirlo…
Salomé, demasiado ingenua, quizás…, bisoña para tan grande promesa, se fue a su madre para preguntarle qué podía pedir.  Ahí estaba la oportunidad de la mujer despechada… Y renunciando a reinos y riquezas, le dice a su hija que pida la cabeza del Bautista, allí mismo, en una bandeja. Salomé entró ante Herodes y le presentó su petición.  Herodes se sintió conmocionado. No había podido suponer algo así.  Pero lo había jurado ante unos invitados y esa palabra era definitiva.  Y mandó traer en una bandeja la cabeza de Juan…  Un verdugo fue a la prisión y dio el tajo sobre el hombre recto y cabal… “El premio de una bailarina era la cabeza de un profeta”.  Salomé se presentó en la Sala con el repugnante presente de aquella cabeza que –más que nunca- parecía gritar: No te es lícito
Los discípulos de Juan vinieron a recoger el cadáver, lo enterraron, y vinieron a contárselo a Jesús.

Estamos asistiendo en el momento actual a una constelación de “Herodes” que “se casan” con cualquier mentira e infundio, por tal de cortar la cabeza de otro que le es adversario o enemigo.  La “ciudadanía”, tan sensible a los bulos, dimes y diretes, y a ese lodazal de los Medios, no se mueve ante los “Herodes” encandilados por Salomés y Herodías que tocan los bajos fondos… A lo mejor porque “Herodes” se siente bien en ese fango, y es mejor desviar la atención –con astucia sibilina- hacia otros aspectos en los que puede golpear de cara a la galería.  Que la “galería” está por la labor de “pan y circo”…, con una carencia crítica total para ser objetivos y para saber calibrar el futuro o valorar el presente de modo objetivo, y sin dejar que nos pretendan mover como marionetas por todos esos titiriteros de la “vida pública”…  Quien cae es Juan Bautista: cae el que tiene criterio, el que no se mueve según sopla el viento, el que no va buscando los ropajes de seda.  Cae el que ni sabe ni quiere bajar a la arena de la grosería, de la bajeza, de la destrucción de valores necesarios (aun humanamente). Y cae porque otros –sin escrúpulos y sin mirar las consecuencias- sólo pretenden minar el terreno, abrir brechas, desmantelar el orden, hacer caer al contrario, aunque ningún provecho saque.

“Herodes” en la familia, en “los colectivos” de muchas clases, en la sociedad, en los mismos jóvenes que llevan inoculado el instinto de destruir y de alterar…, de innovar sin saber hacia dónde caminan, y aunque un mínimo de historia les valdría para comprender que ni todo tiempo pasado fue mejor, ni todo lo aventurero futuro es el camino.

1 comentario:

  1. LA aplicación de éste hecho evangelico a nuestros días es totalmente real. Nosotros no pedimos la cabeza del Bautista, pero sin lugar a dudas en muchas ocasiones apoyamos a los que lo hacen.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!