jueves, 29 de agosto de 2013

29 agosto: Defensa de la verdad

29 agosto: Martirio del Bautista
Es cierto que en el rango litúrgico no tiene más “categoría” que la lectura continua. Y sin embargo hay una especial deferencia hacia el personaje, de modo que imagino que en todos los templos se van a seguir las lecturas propias del Santo, al que Jesús definió como el más grande de los nacidos de mujer.
Confieso, por otra parte, que no es de los textos que más me gusta encontrar. Pero una vez que está ahí, hay que sacarle el mejor partido.
La historia es conocida: Herodes vivía en adulterio con la mujer de su hermano. Juan Bautista, profeta de verdades que fue poniendo el dedo sobre la llaga de cada actitud inmoral que detectaba, fuera en el plano social, el de las autoridades, o de los particulares, no se calla ante aquella situación escandalosa de Herodes. Por su parte, Herodes le tenía respeto. Lo encarceló porque era la manera de callarlo, pero no estaba en su mente darle muerte.
Luego ocurrió que Herodes celebró su cumpleaños y dio una fiesta en la que Salomé, la hija de Herodías, bailó sus danzas orientales, y Herodes –en parte por haber bebido y en parte por la lascivia que e había levantado en él ante el baile de la muchacha, acaba jurándole que le dará lo que pida, aunque fuera la mitad de su reino.  No creo que aquella superficialidad agradara a los invitados, porque un reino no pude jugarse en un baile. Todos atribuyeron a un estado de embriaguez aquella salida de tono. Y por otra parte la joven no podía ir tan allá.
Pero la muchacha, desconcertada, va a preguntarle a su madre, y Herodías encuentra la gran oportunidad de quitarse de en medio a aquel  profeta que se mezclaba en su vida privada. Y con la saña de la mujer despechada y vengativa, lleva a su hija a pedir que le entreguen en una bandeja la cabeza del Bautista. Salomé entró en la Sala del banquete y lo pidió resueltamente. Herodes quedó consternado, pero lo que “no podía” ahora era dar marcha atrás en su juramento y ante los invitados. [De hecho no obliga una promesa  de algo malo, ni ese tema entraba en lo que eran “posesiones” del tetrarca. Sin embargo, para no quedar mal, dio la orden de que se ejecutara la repugnante petición de la muchacha.  [Que ya podemos imaginar la reacción tan penosa que pudo causar en los invitados el momento en que ella o el criado apareciera en la Sala con la cabeza sangrante del profeta].  La joven la recibió y la llevó a su madre.

Se trata, pues, del Bautista, un hombre recio, cabal, que no transige con la mentira ni las medias verdades, que levanta la liebre allí donde se ha agazapado, aunque fuera el mismo Herodes. Se trata del hombre más hombre de todo el tiempo transcurrido hasta allí (así lo define Jesús), un hombre que no se bambolea con el viento –según de donde sople- y que la verdad para él es tan sagrada que no le doblega ni su encarcelamiento por mantener la verdad- Desde luego no es el hombre amanerado, vestido de sedas y esclavo de su comodidad. Es –dice Jesús- un PROFETA Y MÁS QUE PROFETA.
Engarza muy bien este aspecto con el que veíamos ayer. Jesús tampoco transigió con la mentira, el medio hacer, la componenda… Y eso le costó también la vida a Él.
Y Jesús continúa su alabanza del Bautista –el mayor de los nacidos de mujer- concluyendo que sin embargo el más pequeño en el Reino es mayor que él.  ¡Ojo!, que nos ha señalado Jesús.  Que nosotros, aun muy pequeños que fuéramos en el Reino, somos –estamos llamados a ser- más que el propio Bautista.  Él anunció a Jesús; nosotros ya lo tenemos delante; él predicó la conversión; nosotros estamos ya en la recta de meta de esa vida convertida, porque sin conversión no hay reinado de Dios. Él no se dejó bambolear por el viento de placeres, gustos, tranquilidades, riquezas que corrompen o soberbias que levantan… Él consideraba que no era digno ni de bautizar a Jesús, ni de ser su criado… Y se me rompe el discurso porque ya me entra la duda de si estamos de verdad en esa categoría de “ser más grandes” por gozar del momento presente del Reino. Y me entra la duda porque, aun a sabiendas de que Jesús ya ha dado los pasos para la instauración del reino, también tuvo que ponerse en frente de aquellos fariseos que andaban engañándose  sí mismos.

Y creo que la celebración de este día de la muerte de Juan Bautista nos debe ayudar a poder seguir el discurso de Jesús, que nos sitúa en ese rango e privilegio de estar dentro de la realidad del Reino de Dios… Nosotros –los que hemos conocido a Jesucristo…, los que hemos tenido la oportunidad de contemplar sus misterios y entrar en sus sentimientos, y escuchar sus llamadas y exigencias para seguirle- tenemos que ponernos más seriamente a vivir esa vida de verdad sin tapujos ni disimulos; esa objetividad tan contraria a los sentimentalismos; esa austeridad que no se deja influir por lo fácil ni placentero…  Y ahí dejo esta relación inconclusa porque toca a cada uno ir completando en sí mismo… Juan Bautista fue elogiado por Jesús, por ser tan sincero y amante de la verdad. A los fariseos, les tuvo que hacer un severo examen de conciencia, por hipócritas y mentirosos.  Nos quedamos nosotros a la cola en la espera de esa palabra con la que hoy podría visitarnos Jesús.

1 comentario:

  1. Pepe Aguilar1:55 p. m.

    El caso de Herodias y San Juan me llama mucho la atención en el mundo de nuestros días donde todos estamos viendo muy de cerca y al mismo tiempo como normal el adulterio.

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