miércoles, 14 de agosto de 2013

14 abril: KOLBE y Corrección

14 agosto- S. Maximiliano Mª. Kolbe
                        Un Evangelio “difícil”
Mi primer recuerdo va hacia San Maximiliano Mª. Kolbe, un hombre, un sacerdote, que ofreció su vida para liberar a otro. Uno que murió por otro, evocándonos así la expresión de San Pablo sobre Jesús: “Uno que murió por todos”. Y el punto de arranque: que fue ofrecimiento libre y voluntario, que se podría no haber hecho.
La otra nota característica de este santo es su profundo amor a la Inmaculada Concepción de María.

He escrito en la cabecera que estamos ante un “evangelio difícil”. Y lo ilustro desde una curiosa expresión de un formador mío, de gran veteranía en esa labor, quien a la hora de explicar una determinada Regla, decía: “vamos a ver cómo la explicamos de manera que se falte menos a ella”. Me sospecho que ocurre eso con el evangelio de Mt. 18, 15-20, que solemos nombrar como  el de la corrección fraterna.
El supuesto base es una comunidad: el hecho de un grupo concreto que vive su fe como personas comprometidas con un todo. Y habla Jesús de modo de proceder entre hermanos, con conciencia de hermanos.
Un día uno ofende a otro. Para Jesús hay una sencilla manera de actuar (en ese supuesto ya dicho):  el ofendido va al ofensor y le advierte de la anomalía que se ha producido.  Y entre hermanos y con la buena fe de quienes forman unidad común, el ofensor podrá ofrecer sus disculpas.
No lo hace así (que la verdad es que debía haber salido de él buscar al ofendido y pedirle perdón). El ofendido necesita que quede patente su espíritu fraternal en la búsqueda de una solución. Busca un tercero para que sea buen testigo del desenlace. Si el ofensor se disculpa y pide perdón, dice Jesús: has ganado un hermano.
No dio resultado tampoco: entonces el hermano ofendido acude a su gran fuerza que es la Comunidad, lugar de la presencia de Jesús, porque están reunidos en el nombre de Jesús.  El ofensor se encuentra ahora ante una responsabilidad muy fuerte: es la comunidad la que pide que haga las paces con otro miembro de la comunidad. Si eso no valiera, quedará el ofensor fuera de la comunidad, porque él ha procedido como gentil y publicano (= pecador). Ha pecado contra el hermano, contra la Comunidad y contra Jesús. Jesús estaba en medio, y dio a la comunidad un poder de atar y desatar (actuar para resolver).  [La COMUNIDAD es algo tan substancial para Jesús que Él mismo empezó su ministerio público rodeándose de una comunidad de doce hombres.  Ahí estaría la fuerza de la formación, de la responsabilidad, de la fuerza para mantener y aumentar la fe].
He dicho evangelio “difícil” y a lo mejor acierto más si digo “anti-evangelio”. Primero porque habría que analizar nuestro concepto de “grupo de fe”, de “comunidad estable”, de respeto y dependencia de ese grupo o comunidad… Y no digamos del sentido de comunidad abierta, de comunidad que no se encierra en sí misma, que tenga conciencia de que todos somos necesarios y que todos hemos de apoyarnos. [Por supuesto que en el orden de la formación y de la diversificación de tareas, cada grupo lleva su carisma y autonomía.  Pero se verá claro el sentido de “pequeña comunidad” en la “gran comunidad” que es la Iglesia, en la medida que jamás unos grupos están por encima de otros…, ni DENTRO DEL GRUPO hay quien se sitúa por encima de otro].
Digo evangelio difícil no porque lo fuera en sí sino por lo difícil que lo hacemos desde nuestra falta de conciencia de comunidad.  ¿Es “comunidad” el grupo de fieles que asisten habitualmente a la Misa de tal hora? Bastante claro que no. Ni se conocen, ni establecen mínima relación, ni se importan mucho unos y otros. Cada cual tiene “su sitio”, incluso “su distancia” respecto del Altar… Y al salir, hay comentarios que desdicen de quienes llegaron a la comunión
Bajemos a la arena cercana. ¿Es GRUPO aquel en que cada uno asiste para “su provecho”, sin mayor interés de unos por otros, con exclusiones (al menos, afectivas), que hoy se asiste y mañana no, y que –por tanto- no se tiene como GRUPO HECHO (“comunidad”) en que vamos a ir formándonos periódica y progresivamente y con responsabilidad de Grupo? ¿Se tiene conciencia del daño y erosión que produce uno que lo mismo asiste que deja de asistir?
Y cualquier asociación, “colectivo”, hermandad, “comunidad”,  grupo, etc.…, en tanto lo es en cuanto que va formando esa conciencia de pequeña Iglesia que en tanto vive su fe maduramente, en cuanto que no se aísla nadie, salvo por causas mayores.  AHÍ ESTÁ PRESENTE CRISTO;  ahí se puede discernir, plantear temas, buscar la verdad más completa.

Ahí quedan eliminados de antemano los egocéntricos, los egoístas, los inmaduros, los celosos, los susceptibles y suspicaces, los incapaces para vivir cediendo de sí a favor de los otros.  Y ya se supone que no en pequeñas dosis y “hasta aquí”…, sino en la profunda realidad en que lo que yo cedo de mí va enriqueciendo al conjunto, lo mismo que cuando el otro cede, yo me enriquezco.

2 comentarios:

  1. Anónimo3:28 a. m.


    Realmente ha quedado muy claro...sus meditaciones podían asemejarse aquellas profecías del antiguo testamento .
    Sus adjuntos a modo de imagen no dejan de ser interesantes y expresivos.

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  2. Anónimo8:04 a. m.

    USTED DICE
    ¿Es “comunidad” el grupo de fieles que asisten habitualmente a la Misa de tal hora? Bastante claro que no. Ni se conocen, ni establecen mínima relación, ni se importan mucho unos y otros. Cada cual tiene “su sitio”, incluso “su distancia” respecto del Altar… Y al salir, hay comentarios que desdicen de quienes llegaron a la comunión

    DIGO YO:
    Este es para mi un asunto grave y del que casi nadie hace nada para evitar que sea así. Los primeros responsables pudieran ser los mismos sacerdotes que se limitan a celebrar la Misa y atender como administrativos, y no hacen mucho más para tratar de construir una verdadera comunidad de la Asamblea. Ni siquiera hablan de ello, tal vez por cobardía o tal vez porque ni se dan cuenta de que eso no debiera ser así. Un sacerdote que camina por el Templo, y pasa junto a alguien y ni siquiera saluda, ni se interesa por el otro que está allí, ¿es eso lo mejor? He visto a sacerdotes que no son así, pero en número son pocos. Claro que mi visión es muy corta. Hablo sólo de la realidad que he vivido a lo largo de los años en mi experiencia de vida.

    También son responsables los catequistas, en el caso de que no instruyan a esos niños a crecer en la fe con el concepto de comunidad.

    Y por supuesto los padres, que ni siquiera viven en familia, muchos de ellos, ¿cómo van a saber vivir en comunidad?

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