miércoles, 28 de agosto de 2013

28 agosto: ¡AY! definitivo

28 agosto:  “Ayes” de Jesús,  y 3
Pienso que el primer “ay” de hoy es el que condensa todos los demás, porque define en muy pocas palabras la esencia misma de la hipocresía.  La visita a un cementerio –y como hoy son los cementerios- es casi como ir a pasear por un parque, por una galería de arte arquitectónico, por un lugar de esparcimiento que añade la buena nota de la tranquilidad, el silencio.  Sí: por fuera es así. Incluso para lugares menos llamativos, las tumbas suelen ser blancas, de mármol que luce, y en el más pobre de los casos, ¡mucha cal!, que presente por fuera una visión que no echa para atrás.
Pero ¿dentro?  Cadáveres, podredumbre, un montoncito de cenizas. Lo de fuera engañaría. Conduciría a una idea estética. Pero no podremos escarbar mucho porque nos íbamos a encontrar con una verdad muy fea.
Esa es la síntesis o retrato que Jesús les hace a los fariseos. Sois por fuera tan blancos y aparentes como esas sepulturas. ¿Cómo estáis por dentro?  Llenos de rapiña, de mentir, de malas ideas, de soberbia y altanería, de pretender estar en la cogolla, de vivir de la apariencia. En el fondo, gusanera viviente, polvos de cadáver.
Y el colofón de toda esta diatriba de Jesús frente a los fariseos: vosotros edificáis sepulcros a los profetas que mataron vuestros antepasados y confesáis que vosotros no los hubierais matado.  Y sin embargo seguís matando, y os hacéis cómplices de aquellos.

Un salto en el túnel del tiempo.  Un encuentro nuestro personal con Jesús. Un dejarnos ver en el espejo de sus palabras. Tampoco nosotros estamos de acuerdo con esos fariseos antepasados…, y sin embargo hemos de saber ver si acaso hay en nosotros esas líneas de la hipocresía con las que nuestro interior no responde a lo que decimos, hacemos, cómo nos presentamos, cómo amos la vuelta a las “razones” hasta el punto que un mismo hecho es tan distinto contado en un foro o en otro. El día que esos foros se encuentran, aparece que cada cual tiene una versión distinta de un mismo hecho, porque ha sido contada unas veces en adobo, otras al baño María, otras de otra manera.  La verdad cruda, al natural, tal como fue un hecho o un dicho, es muy difícil hallarla.
Ahí están nuestros concretos sepulcros blanqueados y convertidos en “mausoleos” artísticos.  Es una tendencia innata, un instinto de defensa, una sutil tendencia a la media verdad (que alberga media mentira).
La diferencia radical clon aquel fariseísmo recalcitrante es que Jesús se nos adelantó para advertirnos. Que tenemos tiempo y posibilidad de mirar de frente nuestras realidades: actos, intenciones, conversaciones, comentarios, actuaciones… Que Jesús nos ha ofrecido una “piscina” probática cuyas aguas se mueven y curan… El Sacramento de la Sinceridad (en lo que nos toca a nosotros) y de la Misericordia y el Perdón en la parte de Dios. Que si no tenemos aún arrestos para entrar en el agua que se remueve, ALGUIEN nos impulsa a dar el paso…, y que los que íbamos en camillas sin poder dar el paso, encontramos la oportunidad de salir liberados, sincerados con nosotros mismos…, llevando ahora ya en vilo la “camilla” en que yacíamos.
Quienes vivimos este hecho en primera persona, podemos constatar de todo. Pero lo hermoso es quien se desborda con toda su sinceridad, desnuda sus íntimos repliegues, y queda gozando de haberse liberado de esos “ojos presos” (como loas de Emaús) que no lograban ver. Y, liberados, viven una nueva realidad.  Ya no tiene nadie la culpa…, ya no se justifica en favor personal ninguna reacción o actitud.  Se ha visto uno con su alma en gusanera disimulada…, y decide afrontar su vida con la verdad más fuerte: la verdad CRISTIANA, la que ve las cosas a la luz de Cristo, y ahí no hay trampa posible.
Muchos hacemos Ejercicios Espirituales. En ellos debe haber un período purificativo, porque muy mal íbamos a encarar el encuentro con Jesús, en línea de Evangelio, si no hemos limpiad antes las vías de escapatoria o engaño en las que se desenvuelve la vida en el común diario. Y hasta es de agradecer que en esos ratos profundos de oración silenciosa, nos encontremos con Jesús que nos ayuda con sus “ayes”.  Por lo general son momentos íntimos.  Pero ya dije que no descarto que ese “Jesús” se disfrace de “tercera persona” que –con buenos o menos buenos modos- nos haga un examen de conciencia.  Como aquel cuentecillo que se contaba en misiones populares del hombre que siempre se presentaba como bueno, aparentaba bondades…, pero…  El cura del pueblo lo escuchó decir tantas cosas buenas de sí mismo que le quiso dar un escarmiento: le pidió que limpiara la hornacina del Patrón. Y cuando estuvo dentro, le cerró la puerta y tocó las campanas.  Acudió el pueblo extrañado… ¡Es que tenemos un nuevo santo! Miraba la gente a un lado y otro buscando la nueva imagen…  ¡No…!; el que está en la hornacina,  Y allí las gentes del pueblo se encargaron de hacerle el examen de conciencia: Es un borracho; le pega a su mujer; tiene una boca maldita; es un vago que no trabaja; solivianta a las mozas del pueblo… Y ese cúmulo de “cosas” que él no se vio nunca…, porque no robaba ni mataba.

¡Dame, Señor, una hornacina que me ayude a conocer MI VERDAD! Hoy, fiesta de San Agustín, tenemos un buen modelo de CONVERSIÓN.

1 comentario:

  1. Anónimo12:29 a. m.


    Enhorabuena ;Padre; por esa ilusión que tiene
    usted siempre para proclamar el Evangelio a través de sus escritos .
    Como hoy narra el Evangelista ..; en el supuesto de que la hipocresia llegue a
    cotas tan altas que haga hablar al mismo Dios (siempre y cuando esa situación se de )Jesús corrije para buscar el crecimiento del otro ni
    siquiera su propia gloria.
    Es interesante meditar el día de San Agustín aquella celebre frase entre muchas que expresa "Odia el delito y ama al delincuente".

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