miércoles, 21 de agosto de 2013

21 agosto.- A vueltas con el TODO

21 agosto:  A modo de explicación
No digo que el evangelista tuviera la intención de “explicar” lo anterior con la parábola de hoy. El “joven rico” se ha ido; triste…, pero se ha ido. No acude más ni ahora ni luego. Utilizaré en plano de pedagogía pastoral una “relación” de entrambas narraciones [hoy, Mt 20, 1-16], y hasta es posible que alguien vea más clara esta parábola que tanto se les resiste a los “justicieros” humanos.
Inventa Jesús la “historia” de aquel buen amo que no quiere que haya alguien que se quede sin trabajo, porque sabe la necesidad que tienen de un jornal los “obreros” que se juntan en la Plaza.  Y Jesús mira de soslayo a Pedro y a los otros que lo habían dejado todo y les asigna ese puesto de hombres responsables que acudieron a la Plaza a primera hora, para asegurarse ser contratados.  El amo sale, se apalabra con ellos en jornal y condiciones de trabajo, y les asigna un generoso denario (el ciento por uno ahora, y luego la vida eterna). Y ellos van contentos  trabajar porque han conseguido algo más que el trabajo.
Pero no estaban todos que lo hubieran dejado “todo”. Hay quienes acuden algo más tarde. Pero el amo vuelve a salir y –sencillamente- les dice que vayan a trabajar a su viña. Aquí no hay contrato, Sólo la bondad del amo y la necesidad de ellos.., aunque poco diligentes.
A las 3 de la tarde, otra ronda…, y sigue habiendo quienes están en la Plaza sin trabajar. Y el amo también los envía. Y ellos van. Que ese detalle de los obreros que –aunque irresponsables con esa llegada tardía a la Plaza- al final de cuentas acuden, es una nota que los diferencia del joven rico. Cierto que aún quedan unas pocas horas y ese joven puede aparecer por la esquina de la Plaza. Pero es un hecho que no lo hizo. Tuvo –por decirlo así- su puesto reservado… No acudió, Por eso Jesús tuvo aquel hondo suspiro y pena por esos “ricos” que se apalancan en sí mismos y se cierran el camino del Reino.
Por el amo no hubiera quedado, porque tan buen hombre era que hasta se dio una vuelta a las 5 de la tarde… ¡Y había gentes sin trabajar! No es que le dé igual al amo de la viña, y de hecho les llama la atención a tales holgazanes: ¿Qué hacéis aquí todo el día ociosos?  Y con esa característica tan habitual, se sacuden las pulgas diciendo: Nadie nos ha contratado. (Al final, la culpa “no era de ellos”; era “de otros”. Muy típico. Y la culpa estaba “más arriba”. (Desde que yo era niño, la culpa de todo la tenían “los curas”; crecí y fui consiliario de grupos cristianos…, y las culpas de todo las tenía “la Iglesia”; estoy en las postrimerías y sigue la misma cantinela…) Ese “nadie nos ha contratado” –cuando ellos en realidad no estuvieron en la plaza en todo el día-, es una buena síntesis que ya la adelantó Jesús hace 20 siglos. Capaz sería el joven rico de echar a Jesús las culpas de su vergonzosa retirada… Pero son las 5 de la tarde y no ha aparecido él.  Porque si hubiera aparecido, el amo lo hubiera enviado a su viña.  Obreros de última hora…, pero al fin y al cabo, van.
Y cuando llegó el momento de pagar, nos encontramos con el ciento por uno que Jesús había anunciado a quienes lo habían dejado “todo”. Con inmensa delicadeza no entró Jesús en la “cantidad” de “todo”, sino en la calidad… Al fin y al cabo habían dado “su todo” aquellos holgazanes ociosos todo el día…, pero que acuden a la última hora.  Un “todo” que no es valorable con baremo humano. Sólo Dios sabe lo que es el “todo” de cada cual.  Y mientras el joven rico no dio NADA, todos estos obreros de la parábola dieron su relativo “todo” acudiendo al trabajo.
Y el amo dice al capataz que pague el jornal, empezando por los últimos. Su “todo” había producido otro todo…, y recibieron un denario, que era jornal completo y abundante, Y lo diversos trabajadores de diferentes horas fueron recibiendo su correspondiente “todo”: un denario.
Esta “injusticia” exacerbó a los de la primera hora: A nosotros, que lo hemos dejado todo, ¿qué nos toca?  Tampoco discutió aquí Jesús si “lo habían dejado TODO”… Afirmó que el que deja todo POR ÉL, recibe el ciento por uno en esta vida y después el premio eterno.  También sería “injusticia” pagar tanto por tan “poco todo”. Y sin embargo nadie protestó de los Doce.
En la viña hubo quejas contra el amo porque dio a los últimos igual que a ellos, que acumulaban tantos méritos por haber llegado primero y haber servido con calor y bochorno.  El amo les advirtió dos cosas: ¿No nos apalabramos en un denario y os pareció estupendo?  Por tanto no hay injusticia porque nada os quito de lo que os debo.  Pero hay una razón que va más allá: ¿No puedo yo quitarme de lo mío para dar a quien yo quiera?  ¿No puedo yo ser generoso con lo mío, sin hacer agravio a nadie?  ¿Vais a convertiros en raquíticos que estropeáis vuestro “todo”…, dejando la impresión de que os guardabais vuestra parte para echármela ahora en cara? ¿Disteis “vuestro todo” o en realidad no lo disteis, porque en la recámara estaban vuestras razones, vuestras críticas, vuestro echar en cara…, vuestra falta de mirada hacia adentro mientras veis la paja del ojo ajeno?

En resumen: cobraron su denario, que era suyo. Toma lo tuyo y vete, apostilla el amo. Has tenido tus méritos y yo he cumplido mi promesa.  He aceptado tu “todo” sin discutírtelo.  Pero ya ves que te queda aún por dar… Hacia eso toca mirar ahora…

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