viernes, 16 de agosto de 2013

16 agosto. Los eunucos

16 agosto.- Tema muy actual
El evangelio de hoy, en Mt 19, 3-12 podría ser una pregunta de nuestra sociedad actual. Los fariseos fueron a Jesús para cogerlo en sus propias redes. Estamos ante un ambiente social que le discute al mismo Dios. Y si el tema es tan vital como el que presentan los fariseos, bien sabemos que para una buena parte de esta sociedad de hoy no hay ni Dios ni rey. Sólo el propio juego con la vida, la imposición de formas que tienen su razón de ser en el egoísmo, la soberbia humana, el pretender ser Dios, y marcar los límites del bien o del mal.  Me corrijo: para eliminar toda limitación, porque al dios humano no se le puede poner coto.  Con esta introducción entro ya en el texto evangélico.
Los fariseos preguntan a Jesús si se puede divorciar una pareja estable comprometida. La respuesta de Jesús es clara: - NO. Porque la base puesta por Dios es que abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y ya no serán dos, sino uno solo. Y lo que Dos ha unido, no puede separarlo el hombre. Principios básicos y razonamientos incuestionables porque proceden de Dios y de la misma naturaleza del compromiso entre hombre y mujer.
Los fariseos oponen una objeción:  Pues Moisés permitió divorciarse. Y Jesús responde, como respondería hoy: Por vuestra terquedad. Por vuestro egoísmo, por vuestra inmadurez, por el juego en que habéis convertido el “ahora me caso”, “ahora me separo”. Porque carecéis de capacidad para un compromiso. Porque confundisteis amor y sexo, y aun el sexo con lo genital. Porque vivís la vida sin valorar nada más que el capricho del momento, y porque rompéis la baraja en cuanto no os sale al as de oros.
Pero Jesús no se queda en la respuesta dada. Va más allá.  Aborda las consecuencias: Uno o una se divorcia (se separa) y a renglón seguido busca emparejarse con otra u otro. Y con ello comete adulterio. Esta palabra resonaba fuertemente en un pueblo al que Dios llamó “adúltero” porque lo abandonó a Él y se fue tras otros caprichos, ídolos, o “becerros de oro”. Pues el que se divorcia de su esposo o esposa y se busca otro “ídolo”, comete adulterio.  [Aclara Jesús que Él habla de un compromiso matrimonial; no de parejas juntas, En su tiempo eso tenía un nombre claro: prostitución (v, 10)].
Ahora entran los propios discípulos que ven lo difícil que es el matrimonio.  Jesús –como tantas veces- no se limita al o al no. Porque las cosas dependen de cómo son las personas. Y les explica desde la figura de los eunucos [hombres castrados, que se destinaban en los serrallos a la custodia de las mujeres], Y Jesús dice: hay eunucos que nacen así, No tienen capacidad biológica para el matrimonio como tal.  Hay eunucos que los hombres los hacen así. Precisamente esos que están en la definición.  Y añado: hubo una cierta costumbre a castrar niños cantores para que no cambiara su voz y conservaran la voz atiplada; eran conocidos como los castrati.
Y hay eunucos que lo son –metafóricamente- por cuanto que lo son por propia voluntad. Pueden ser aquellos que optaron por una “tercera vía” (no casados) para dedicarse de lleno al bien social o espiritual de otros. O aquí entraría aquellos que tienen dominio de sí, lo que les hace aptos para un matrimonio estable, serio, construido sobre roca, comprometido y con capacidad de sacrificio.  Por tanto, en la mente de Jesús, esos son los que tienen capacidad de matrimonio.
Lo que quiere decir, según la pregunta de los discípulos, que no son para casados cualquier hombre o mujer por el hecho de serlo, pues la carencia de una psicología madura y estable, está aconsejando no embarcarse en una realidad que no se va a poder llevar. Porque lo mismo que para un consagración a Dios no vale con ser bueno y piadoso, porque se carece de otras cualidades esenciales, tampoco el hecho de ser hombre o varón da por evidente que tienen capacidad de casados.
El mundo de hoy, con sus divorcios a granel, y las peticiones de declaración de nulidad (¡que muchas veces son muy verdaderas!), está confirmando la palabra de Jesús.  Hay realmente eunucos substanciales: psíquicamente incapacitados para un matrimonio. Por egocéntricos, egoístas, celosos, encerrados en sí, sin más “amor” que sus caprichos (llamémoslos caza, pesca, amigos, peñas, deporte personal, “drogados” informáticos, etc., etc.;  o en ellas  el bingo, la tertulia, el “ropero parroquial”, la “libertad”, el valerse económicamente al capricho diario…, y otros etcéteras). Acabarán “castrados” para el amor de donación, el sacrificio, la participación doméstica y la conversación constructiva o relajante entre dos capacitados para darse.
Conozco un caso de declaración de nulidad de un matrimonio religioso.  En la sentencia final se da por sentado que no se les admitirá en un posterior matrimonio canónico. Y la razón: porque todas las pruebas que se han aportado para pedir la declaración de nulidad, apuntan con evidencia a la incapacidad psicológica de ambos para entender y vivir el amor auténtico.


A veces me pregunto si, independientemente del tema matrimonial, no estamos viviendo una era de incapacidad para la auténtica convivencia humana.  Incluso para la sincera amistad…, para saber ponerse n el lugar del otro para captar objetivamente un determinada realidad.

2 comentarios:

  1. José Antonio4:51 p. m.

    Creo que la sociedad está "vendiendo" (u ofreciendo) el matrimonio como un artículo de consumo más, faltaría ponerle fecha de caducidad. Lástima que se banalice el auténtico sentido de la unión de un hombre y una mujer. Si los cimientos del matrimonio no están en Jesús, no es de extrañar que todo se tambalee ante la más mínima disparidad de convivencia, que es lógico que surjan, pero que bien afrontadas deben dar solidez al amor matrimonial. Los cristianos hemos de ser ejemplo de dignidad en el matrimonio y vivificarlo como Sacramento y no como artículo de consumo. Su reflexión sobre los "eunucos substanciales", ha sido inspirada por el Espíritu: ¡cuánta verdad!

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  2. Anónimo4:09 a. m.


    Se necesita una gran dosis de soberbia para desvirtuar esa determinada
    realidad hasta limites insospechados .

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