sábado, 16 de febrero de 2013

Sábado de Ceniza, y preparativos de la Cena


DOS ASPECTOS FUNDAMENTALES
          La Cuaresma se ha centrado muchas veces en un espíritu de sacrificio, dándole a ese sacrificio un valor que en ocasiones parecía un valor absoluto.  Cuando va uno desmenuzando en el día a día, ve uno la gran amplitud del mensaje cuaresmal.  Hoy tenemos dos pilares de una verdadera religión: de una parte es la realidad social: desterrar la opresión la crítica, el gesto amenazador…, y atender más a quien sufre alguna carencia…  Todo eso se agrada a Dios y uno recibe la compensación dl bien que ha hecho.
             La otra columna de este edificio es Dios mismo y la relación con Dios mismo: guardar el sábado judío no consiste en las minucias farisaicas sino el día consagrado al Señor, el día que se convierte en delicia de la persona porque tiene su oxígeno en Dios y otro oxígeno de su descanso, de su tomar fuerzas para reanudar la semana. No es día para “aprovecharlo” en “asuntos propios”, sino como profunda higiene del cuerpo y del espíritu.

Preparar la Pascua
             Nosotros estamos ya hechos a pensar que el jueves aquel era la Pascua. Pero la realidad es que la pascua judía era el sábado, el Gran Sábado, la Parasceve judía.
             Cuando aquella mañana de jueves se presentaron algunos discípulos para preguntar dónde iban a preparar la pascua, lo estaban tomando con tiempo, como sería lo normal.  Lo que no contaban ni podían contar e con el nuevo panorama que les presentaba Jesús:  Pues ahora mismo os vais a la ciudad, y al entrar, hallaréis (u os saldrá al paso) un hombre llevando un cántaro de agua.  Seguido.  Y donde entre, le decís al dueño: el Maestro pregunta: ¿dónde está la sala para comer la Pascua con mis discípulos?  Y os enseñará una sala en el piso alto, adornada, grande, alfombrada?   Allí preparáis la Pascua.
             O sea: no hay tiempo de sobra; es hoy mismo.  Y todo está previsto y dispuesto.  Pudo haber extrañeza en todos. En Jesús había un cuidado enorme de que nadie pudiera estropearle esa PASCUA, su Pascua, la única verdadera Pascua que va a haber (porque su celebración invalida ya la pascua judía posterior . Cuando los judíos pretendan celebrar la “Pascua del Señor”, la evocación sublime de la liberación del Mar Rojo, eso ya será un rito vacío, porque la Pascua auténtica, el PASO de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, habrá sido la Cena de Jesús con sus discípulos, con el sello de la Nueva Alianza en sus Sangre.
             ¿Pero por qué aquel secreto y aquel misterio de Jesús, que no ha avisado nada, y que se encuentran de sopetón con la fiesta, y con todos los cabos atados?  Sencillamente porque Judas no debía ni poder barruntar nada, y Jesús había dejado todo muy bien dispuesto, sin que Judas pudiera estropear la fiesta.  La Pascua aquella, la verdadera Pascua, la definitiva Pascua, había de poder celebrarse con la mayor tranquilidad y plenitud. Quedaría ya siempre para la posteridad.
             El hecho es que cuando llegaron a la Ciudad los dos discípulos que hicieron de avanzadilla, todo salió como Jesús había dicho.  No era normal que un varón fuera quien llevara un cántaro de agua…  Pues  allí estaba y esperaba,,,  Y no habló palabra… Echó a andar y los dos apóstoles detrás. Entró en una casa y los apóstoles cumplieron al pie de la letra lo que Jesús les había anunciado. Y se encontraron con una sala lujosa, como para vivir una gran fiesta.  Todo eso lo había llevado en secreto el Maestro, pero realmente aquello era para los discípulos llamativo y gozoso.

             Mientras, habían quedado en Betania los demás. Y con los demás, Judas, que se encuentra solo, y que –con poco que piense- le han escatimado unos datos que él esperaba tener, porque necesitaba saber dónde daba Jesús cada paso, para encontrar Judas su momento… Pero esta vez Jesús le había ido a la mano.  Y lo que bien puede pensar Judas –que tonto no debía ser- es que aquel proceder misterioso de Jesús podría muy bien tener relación con la fechoría suya…  A Jesús tenía que haberle llegado el chivatazo…  Y mucho más enloquecido se pone por dentro aquel hombre al que –por el momento- le han ganado la partida.  Los otros ya no soportan los exabruptos de Judas, y tendrá Jesús que mediar más de una vez para hacer el quite y evitar el enfrentamiento.
             ¿Y cómo estaba el Corazón de Jesucristo?  Con mil sentimientos; los propios del que sabe que ha llegado su hora y que va a dar el paso definitivo.  Y eso lleva dos aspectos muy contrarios: el gozo de haber realizado el proyecto de Dios. El espantoso dolor del fracaso humano. Ni los dirigentes judíos han aceptado la misión de Jesús, ni sus discípulos han llegado a entender nada.  ¡Y uno se había convertido en vehículo de la entrega traidora que le iba a llevar a la muerte!  Y sin embargo, sobrevolando todo, el gran gozo de comer esa Pascua con los suyos…, los suyos de todos los tiempos…  Muchos sentimientos encontrados, y que aquel mediodía no debió dejarle mucho apetito para comer, cuando sabía que era la despedida de aquella casa, de aquellos fieles amigos…, emprender el camino sin regreso a Jerusalén…  Se mascaba una tensión, aunque nadie dijera nada.  Pero era un momento demasiado fuerte, y eso no podía pasar desapercibido.

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