domingo, 10 de febrero de 2013

Llamados a seguir a Jesús. 5º C, T.O.


Domingo vocacional  5º T.O., C
          La inmediatez de la Cuaresma puede desenfocar este domingo.  De hecho yo vivía ayer una experiencia en la que apenas aparecía el sentido de este domingo tan rico. Seguramente la preparación catequética de una Cuaresma tan cercana, había cambiado el foco para la reflexión auténtica correspondiente a un domingo el T. O., cuya finalidad pedagógica se centra en aspectos básicos de la enseñanza progresiva de la vida de la Iglesia.
             Hoy es un domingo eminentemente vocacional, presentando la gratuidad de la llamada de Dios y la gratuidad que pide en la respuesta del que es llamado.
             Isaías se siente anonadad ante la visión del trono de Dios y su Majestad. Él, que es de labios impuros, ¿qué puede hacer allí?  Y Dios envía un ángel que toma del altar de las ofrendas unas ascuas y las acerca a los labios de Isaías y le dice: ¡Ea!: ya han quedado purificados tus labios; ya ha desparecido tu culpa.  Aquella situación podría acabar ahí. Pero a continuación Dios mismo hace una pregunta que perecería impersonal: ¿A quién enviaré?  Isaías se da por directamente aludido. Cuando Dios ha purificado su vida, ¿cómo va a quedarse cruzad de brazos, mirando para otro lado, a ver si el vecino responde?  Y se echa adelante y dice: AQUÍ ESTOY, mándame.
             Es la respuesta noble y generosa a la gratuidad e la elección de Dios. Isaías ha sabido captar la llamada y se ha dispuesto con una de las oraciones más hermosas que hay en el léxico del creyente:  incondicionalmente, AQUÍ ESTOY.
             Pasamos al Evangelio. Todo “tan inocente” como Jesús por la orilla de la playa, la muchedumbre que le sigue colgada de su palabra que es da vida…,, barcas a lo largo de la playa…, y dos allí… Y una a la que se sube Jesus para poder seguir hablando, sin estar apretujado.  ¿Sólo por eso? ¿Casualmente aquella barca?  Era de Simón, un hombre noblote como el que más, pero fanfarronete…  Esas cosas le ponían más ancho que el mundo: ¡Era su barca, y desde allí hablaba el  predicador admirado por las gentes. Simón, que remendaba sus redes, se viene a su barca a hacerle los honores al predicador, y a figurar él como el “dueño”…, el hombre de aquella barca.  Y gozaba. Estaba en el centro de las miradas y eso iba bien con su manera de ser.  Jesús dejó de hablar… Se sentó un rato en la barca. Y Simón –aun sin hablar- estaba feliz.  Y Jesús ahora le dice a Simón: Rema mar adentro  Y Simón y Andrés remaron… Estaban de anfitriones de aquel personaje, y le daban un gusto tan inocente.  Y cuando han salido a una distancia de la playa, y a lo que podríamos decir, “sin hacer pie”, Jesús les dice: Echad las redes para pescar.  Aquí siente Simón que está en su terreno y que ahora sí le toca hablar a él, que es el profesional en la materia. Maestro: ¿es tu gusto ver echar la red?  Yo la echo.  Pero que conste que en esto soy yo el que entiendo, y no hay nada que pescar. Hemos pasado la noche entera bregando y no hay nada que hacer.  Ahora bien: ¿te gusta ver el arte de pescar?  Pues adelante.  Y Simón pone todo su sabiduría de pescador para que Jesús vea un intento de pesca…  Y cuál es su sorpresa cuando la red empieza a tirar, porque se está cargando de peces…; y tantos que no pueden ni sacarla y tiene que hacerle señas a los otros socios, Santiago y Juan, para que vengan a ayudarles.  Y sacan tal cantidad de peces que llenan las dos barcas hasta los filos.  La alegría, el trabajo que n admite demora no le ha dejado a Simón pensar.  Pero cuando ha acabado, Simón siente el espanto de que aquel Jesús que lleva en su barca, le ha ganado la partida a él, el pescador…; ¡lo ha desbancado en su propio terreno, el mar y la pesca!
             Y Simón sintió ahora el pánico.  Y puesto a pensar en lo ocurrido, lo único que se le viene a la mente es que él prefiere quedarse con su barca, sus redes, su pesca o no pesca…, pero lo que no quiere es que venga ahora alguien a quitarle su libertad y sus maneras propias.  Y prefiere echarse a los pies de Jesús y decirle: Apártate de mí, que yo no soy más que un pecador.  ¡Déjame tranquilo!
             ¡Ya era tarde!  Jesús no había llegado por casualidad a  su barca y a él. Y Jesús, con su ironía cariñosa, le dice sencillamente:  No temas. Yo os haré pescadores de hombres.  Poco entendería Simón de esa expresión. Llegaron a tierra, desembarcó la carga…, y Jesús les miró y les dijo una palabra clave: Seguidme. Lo de menos era adónde y para qué. Lo único cierto era que se trataba de IR CON ÉL.  Y no hubo más. Lo dejaron todo y le siguieron.  Esa es la fuerza inmensa de la vocación.
             La 2ª lectura tiene la enorme importancia de ser el primer escrito del Nuevo Testamento y encerrar el núcleo esencial de la fa cristiana: el kerigma.  Toda razón de ser de esta fe está en que Cristo murió, según las Escrituras (no por otras razones).  Que resucitó según las Escrituras. Así tenía que ser. Que mostró la verdad de ello apareciéndose, siendo visto y dejándose tocar (hay quien vive todavía, y es testigo de ello). Y finalmente se me apareció a mí, que soy el último, el perseguidor, un verdadero aborto.
             Pero un llamado gratuitamente por la Gracia de Dios.  Nueva vocación de este domingo.  El marco estaría cerrado si no fuera porque la Presencia de Cristo en la eucaristía de hoy, sigue siendo una llamada…, a cada uno, en diversas formas, esperando respuesta.  Y no cabe otra que: AQUÍ ESTOU, MÁNDAME.
             El domingo 5º C del T.O. mira derechamente a cada cual.

4 comentarios:

  1. José Antonio10:36 a. m.

    A veces, nos dejamos llevar por el desánimo, el desaliento, la desesperanza... de "nuestros" proyectos, y ello nos lleva a pensar que debemos quedarnos "en tierra", pues nada vamos a conseguir (postura derrotista de quien sólo cree en sus propias posibilidades). Pero Jesús en esos momentos nos invita a arriesgar, a "entrar mar adentro", pero acompañados de El. Cuando arriesgamos por El, cuando confiamos en Su Palabra, cuando el desaliento, la desesperanza... desaparece por y con El, llegan esas "redes llenas". Sin Jesús nada podemos. Confiar en El es garantía de éxito, no un éxito humano que es efímero, superficial, sino un éxito con la consistencia de vivir en plenitud la Gracia de Dios.

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  2. Ana Ciudad4:39 p. m.

    Para nosotros seguidores de Cristo,no cabe el desaliento ante nuestras limitaciones.Jesús conoce nuestra debilidad,nuestra fragilidad.Estamos hechos de barro.
    Pedro llevó a cabo lo que el Señor le había mandado,Y RECOGIERON TAN GRAN CANTIDAD DE PECESe¨QUE SE ROMPÏA LA RED.El fruto de la tarea que se hace guiados por la fe es abundantísimo.Pocas veces Pedro había pescado tanto como en aquella ocasión,cuando todos los indicios señalaban la inutilidad de la empresa.
    Este milagro encierra una enseñanza profunda:toda fecundidad depende de la unión vital co Cristo.

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  3. Juan Antonio4:55 p. m.

    Reina de los Apóstoles,quiero ser partícipe de esos deseos de SIEMBRA Y DE PESCA,que laten en el CORAZÖN DE TU HIJO.Si empiezo seguro,veré la barca llena como los pescadores de Galilea,repleta la barca.Y a CRISTO,en la orilla, que me espera.Porque la pesca es suya.

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  4. Las lecturas de este domingo nos LLAMAN a EVANGELIZAR, confiando en JESÚS y apoyándose en JESÚS.

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