jueves, 14 de febrero de 2013

Jueves de Ceniza, y otros


JUEVES DE CENIZA y Patronos de Europa
          Confieso el popurrí que lleva hoy este día primero tras el miércoles de ceniza. “El cuerpo” pide  que el mensaje cuaresmal  vaya desarrollándose . La fiesta litúrgica – por tanro, hasta con “Gloria”- de San Cirilo y San Metodio, Patronos de Europa, lleva sus propias lecturas, y así se rompe a la primera de cambio, el sentido básico de la pedagogía cuaresmal. Y por mi parte, fiel a mi costumbre de años, hoy me zambullo en la Pasión de Jesús.  Muchas cosas a la vez.
             Quedándome con las lecturas del jueves de Ceniza –que son pórtico hacia los mensajes que irán surgiendo en Cuaresma, lo primero que hoy se hace es poner por delante las dos posibilidades que tiene el ser humano: hacer el bien o hacer el mal.  Dios respeta la libertad de la persona humana, y le pone delante las dos posibilidades y también las dos consecuencias: si eliges el bien, serás feliz y te irá bien, y entrarás en ese destino gozoso al que Dios te quiere llevar. Si eliges el mal –por resistencia y desobediencia a los proyectos de Dios- tú perecerás y no entrarás en esa Tierra prometida.
             En el Evangelio, ejemplo práctico de esa realidad: los sacerdotes y doctores eligen la  persecución contra Jesús, hasta que un día acaben llevándolo a la cruz.  A la otra parte, Jesús, mostrando el camino que lleva a la vida: hay que doblegar las pasiones y el amor propio, cargar con la cruz cada día, y seguir a Cristo…  Se capaces de sopesar lo que vale ganar el mundo entero si uno arruina el sentido de su vida.
             El planteamiento de Cuaresma está hecho muy claramente. La cruz aparece en las dos opciones:  una, como amor propio para quitarse de encima a Jesus.  Otra, como necesidad de la persona, si quiere ser discípulo de Jesús.  Y no es teoría ni palabra mística. “Tomar la cruz” es la realidad que tenemos delante, nos guste a o no  queramos  o no.  Pero las espinas pinchan más cuando se pisan que cuando se besan.

             Personaje clave para entender la Pasión de Jesús es JUDAS ISCARIOTE.  Elegido por Jesús en mismo día y en la misma hora que los otros once. Elegido para lo mismo: para estar con Jesus y para echar demonios. Aprendiendo al mismo tiempo. Viendo las mismas obras. Con las mismas posibilidades de ser un apóstol del Evangelio.
             ¿Qué ocurre o en qué momento para que Judas deje de estar en esa línea para la que ha sido elegido?  Los estudiosos no encuentran más que un motivo: que Judas aceptó la llamada con una idea muy errónea sobre Jesús…, porque Judas tenía una idea muy distinta del mesianismo. Judas era hombre belicoso, y creyó encontrar en Jesús, un personaje en creciente influencia en el pueblo, y seguido por multitudes,  al “mesías” ideal para dar un vuelco a la situación de Israel,  dominado por el poder romano.  Jesús tenía madera de líder y Judas se apuntaba a ese movimiento con garantía de victoria nacionalista.
             Pero Jesús se manifiesta en palabras y obras absolutamente distinto porque el proceder de Jesús y su enseñanza van en la línea más opuesta a la belicosidad agresiva nacionalista que requería el “mesianismo judío”. Y como lo más difícil es reconocer Judas que él se ha equivocado…, y como lo más difícil es expresarlo claramente y despedirse a tiempo…, la solución es ahora la de descargar todo el propio error sobre Jesús. Y como ya no puede tener razones Judas, entra la visceralidad. Y lo peor que hay en la vida es cuando “lo razonable” se pierde ante lo visceral. Quiere, pues decir, que Judas sigue en el grupo de una manera física, pero su ánimo está ya lejos. Y como esa esquizofrenia rompe a la persona por medio, y él es cobarde para tomar una decisión, descarga ya todo su veneno contra la obra de Jesús y contra Jesus mismo.
             El evangelista Juan se va encargando de apostillar hechos concretos para mostrar que Judas estaba lejos de Jesús, aunque siguiera en el grupo. Cuando Jesús habla del PAN DE VIDA que Él dará, y que hay que comer su cuerpo y beber su sangre para tener vida eterna, muchos que eran discípulos se escandalizan, y dicen que es duro ese lenguaje. Ni han entendido ni saben esperar… Se van.  Y Juan dice entonces: Bien sabía Jesús  quiénes no creían y quién le iba a entregar.  Y ahí deja eso.
             Llegó aquel momento trascendental para Jesús de la muerte de su amigo Lázaro. Lo resucita. Dan un banquete de fiesta en el que es invitado Jesús, naturalmente, y con él sus apóstoles.  María, la hermana de Lázaro en su profunda expresividad de agradecimiento, viene y agasaja a Jesús derramando sobre su cabeza un perfume precioso. Judas lo lleva a mal, y lo solapa con lo que aquello hubiera aprovechado a los pobres, si se vende el perfume y se le saca un dinero…  Juan vuelve a dejar claro que a Judas nada le importaban los pobres, sino que era ladrón y se guardaba para sí el dinero de aquella pequeña comunidad apostólica.
             Jesús corrigió suavemente, defendiendo a la mujer. Y aquella gota colmó el vaso.  No sólo desautorizaba a Judas sino que defendía a la mujer. Doble “pecado” de Jesús: contradecir al que ya está contra Él…, y nada menos que en contraposición a la alabanza a una mujer.
             Estalló la bomba.  Judas se fue a los sacerdotes para proponerles un trato, con el odio en caliente, y la bajeza de un cobarde: ¿Qué me dais si os lo entrego?  No eran ideales los que movían a Judas. Era para visceralidad, soberbia, lavar su propio error llevándose por delante a Jesús…, y sacando su rédito a favor suyo…  Ese es “el personaje”.

2 comentarios:

  1. Ana ciudad4:24 p. m.

    El cristiano que va por la vida rehuyendo sitemáticamente el sacrificio no encontrará a Dios,no encontarará la felicidad.Rehúye también la propia santidad.

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  2. Anónimo9:52 p. m.

    Judas aceptó la llamada con una idea muy errónea sobre Jesús…,
    Es ésta la mejor explicación que he visto en mi vida sobre la actitud de Judas.
    Gracias P. Cantero

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