martes, 22 de noviembre de 2011

EL FINAL NO VIENE ENSEGUIDA

Lc 21,5-11 (22 noviembre)
Es evidente que si quiere leerse esta parte de los evangelios sinópticos (San Mateo, San Marcos y San Lucas), se puede llegar muy fácilmente a concluir: “estamos ya en la fin del mundo” [lo digo en forma que a muchos les gusta expresar].
“Pero el final no vendrá enseguida”, dice expresamente Jesús.
Habrá grandes terremotos, espantos (tsunamis), y en diversas regiones, epidemias (SIDA) y hambrunas, guerras y revoluciones. Vendrán diciendo: “Yo soy” o “el momento está cerca”.
Y uno se queda pensando: ¿y qué más quieres?
Pues sencillamente que Jesús dice: “Pero el final no vendrá enseguida”.
Todo esto tiene mucho que pensar. Dios lo ha empleado varias veces en la historia. Avisaba Dios, y el mundo seguía banqueteando, gozando, yéndose tras el último ídolo… Las cosas de Dios, no cuentan. Y Dios sigue avisando. Y la juventud se sigue yendo “de botellón” pero luego parece que les ha caído encima el Empire State cuando al regreso de un aquelarre de esos, un joven de 18 años (o de 28) se queda estampado en un árbol de una curva, a la que entró a 120 en velocidad y un índice de alcohol correspondiente.
Había avisado Dios. Pero ¿quién va a pensar en “el final” cuando están divirtiéndose como locos?
El que hoy come a mesa y mantel (como el rico epulón), ¿cómo se va a acordar del llagado Lázaro? Y Dios avisaba a través del hambre del pobre al que ni le dejaban los sobrantes.
El final no vendrá enseguida.
Pero el final vendrá.
Si será final de la Creación, eso ni lo sé ni me interesa. El mío sí lo será. Y el tuyo. Y esta forma literaria de los evangelistas, vienen ya como grito desesperado, a punto de la pasión y muerte de Jesús.
¿Seguimos esperando a ver qué pasa? Eso mismo le ocurrió a mil es de curiosos ante el tsunamis, que lo pretendieron inmortalizar en sus cámaras como un fenómeno de ciencia ficción. Y ya se sabe. Salvo alguna cámara aparecida después con imágenes espeluznantes, los “turistas” hicieron diverso viaje “de vuelta” al que se habían pensado.
Dios es el Dios de la paciencia, del amor cariñoso de Padre, el que “amenaza” como madre a su hijo para evitarle el peligro. Pero Dios está diciendo una cosa tan clara que todos los días aparece en los periódicos en una tétrica página de esquelas mortuorias.
No vendrá enseguida. Pero vendrá. Y los “signos y prodigios” están ahí expresados como el mejor acto de amor de ese Dios Salvador. ¡Buen amigo el que avisa!, dice el refrán.

La 1ª lectura ha presentado una inverosímil estatua poderosa, rica, gigantesca…, pero mal hecha. Y le bastó que se desprendiera una piedra pequeñita desde el monte y le diera en el pie, para derrumbarse la estatua entera. El hombre ha construido ya su personal inmenso “robot” con el que piensa andar por los aires… Luego va a bastar que no advierta “la piedrecita”, y el robot se va a convertir en chatarra. La PIEDRECITA representa a Jesús, el Cristo de Dios. El robot humano a nuestra inflada absurda soberbia.
El final no viene enseguida, ni espectacularmente… Pueden ser tus sábanas de siempre oliendo a sudor de enfermo…, y con el constipado más tonto.

Y Dios misericordioso, te dice: DESPIERTA ya de tanta hojarasca que te han creado…, porque el final no viene enseguida, pero el final vendrá.

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