viernes, 25 de noviembre de 2011

APUNTAN YEMAS DE ESPERANZA

Lc 21, 29-33
Tras la semana que llevamos de situaciones tremendistas, amenazas de sufrimientos, venganzas familiares, y mundos que se hunden, hay despunta una imagen bella y delicada. Y tanto más cuanto que viene a través de la higuera, árbol casi simbólico de la felicidad judía. Serán las yemas de la higuera las que abran el anuncio de la primavera, del fruto que sazona, del REINO DE DIOS que se adentra como Reino de Vida. Porque “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.
Todo un día luminoso que se abre tras la tormenta apocalíptica de las lecturas de la semana.
Ahora bien: el gran peligro que tenemos muchos es que en cuanto aparece el primer el primer rayo de sol, ya no se acuerda de la tormenta. Que tenemos un malsano filtro de olvidar la palabra que no pasará nunca, si esa PALABRA no nos gusta. Y lo que no debemos nunca de olvidar es que tan Palabra de Dios es lo uno como lo otro. Y que todo ese capítulo que ha pasado encogiéndonos el estomago, no ha pasado para dejarlo ya en el olvido. Está ahí, nos ha avisado, nos ha hecho reflexionar, nos ha encogido. Y Jesús ha querido que sirva plenamente, como el resto, para despertarnos del sueño (ese opio del que tan acusados estamos –y hasta con razón-), los que pretendamos un Evangelio de “yemas de higuera que despuntan”, pero sin haber sabido asimilar el invierno.
La figura de las yemas que despuntan y anuncian fruto es una delicia, como comparación tan llena de vida y de delicada observación como las que siempre tiene Jesús. Y cerrándose ya el año litúrgico, y avisados de la realidad de un FINAL que puede aterrarnos, Jesús abre esa bella comparación para decirnos: no se olvide todo lo que se dijo antes. Al final, la higuera brota…, EL REINO DE DIOS ESTA AHÍ, y lo prometido se cumplirá: la salvación está cerca. Mis palabras no pasan de largo, no se pierden…, ni las de ayer ni las de hoy. Y vamos a ver si nos hacemos creyentes de verdad que tan en serio nos tomemos lo uno como lo otro…, y tan salvador sepamos gustar esta YEMA QUE APUNTA FRUTO, como aquellas otras situaciones que AVISABAN para que nos durmamos.

Ahí está hoy la 1ª lectura, que pone espanto y miedo y terror…, a la par que por dos veces surge el VESTIDO BLANCO que purifica, y QUE AVANZA HACIA EL ANCIANO DE BARBAS BLANCAS (Dios Soberano y Señor del Cielo), de poder eterno, que no cesará. O se lee todo, o no se entera uno de nada.

1 comentario:

  1. No se si lo he leído en "Imitación de Cristo" de Kempis, que cuando nos vayan las cosas bien, no nos olvidemos de los tiempos malos, y viceversa.

    Me parece entender por ahí lo que ha escrito esta mañana.

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