sábado, 29 de septiembre de 2018

29 septbre.: Los Santos Arcángeles


Liturgia:
                      San Gregorio Magno, papa, escribió lo que puedo dejar aquí mejor que con mis propias palabras.
          Hay que saber que el nombre de «ángel» designa la función, no el ser, del que lo lleva. En efecto, aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre espíritus, pero no siempre pueden ser llamados ángeles, ya que solamente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles.
Por esto a la Virgen María no le fue enviado un ángel cualquiera, sino el arcángel Gabriel, ya que un mensaje de tal trascendencia requería que fuese transmitido por un ángel de la máxima categoría.
Por la misma razón se les atribuyen también nombres personales, que designan cuál es su actuación propia. Porque en aquella ciudad santa, allí donde la visión del Dios omnipotente da un conocimiento perfecto de todo, no son necesarios estos nombres propios para conocer a las personas, pero sí lo son para nosotros, ya que a través de estos nombres conocemos cuál es la misión específica para la cual nos son enviados. Y, así, «Miguel» significa: «¿Quién como Dios?», «Gabriel» significa: «Fortaleza de Dios» y «Rafael» significa: «Medicina de Dios».
Por esto, cuando se trata de alguna misión que requiera un poder especial, es enviado Miguel, dando a entender por su actuación y por su nombre que nadie puede hacer lo que sólo Dios puede hacer. De ahí que aquel antiguo enemigo, que por su soberbia pretendió igualarse a Dios, diciendo: ‘Escalaré los cielos, por encima de los astros divinos levantaré mi trono, me igualaré al Altísimo’, nos es mostrado luchando contra el arcángel Miguel, cuando al fin del mundo será desposeído de su poder y destinado al extremo suplicio, como nos lo presenta Juan: Se entabló una batalla con el arcángel Miguel.
A María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa: «Fortaleza de Dios», porque venía a anunciar a aquel que, a pesar de su apariencia humilde, había de reducir a los Principados y Potestades. Era, pues, natural que aquel que es la fortaleza de Dios anunciara la venida del que es el Señor de los ejércitos y héroe en las batallas.
«Rafael» significa, como dijimos: «Medicina de Dios»; este nombre le viene del hecho de haber curado a Tobías, cuando, tocándole los ojos con sus manos, lo libró de las tinieblas de su ceguera. Si, pues, había sido enviado a curar, con razón es llamado «Medicina de Dios».

          Sabemos que los nombres hebreos tienen una significación que expresa la misión o destino que lleva ese individuo. Las terminaciones en “-EL” están refiriendo claramente la relación con Dios. “Enmanu-EL es “Dios con nosotros”. Isra-EL es “pueblo de Dios”. De los ángeles no tenemos nombres salvo de esos tres que tienen una misión especial definida por Dios, que ha quedado expresada en el texto de San Gregorio, y que los tres acaban en “–EL”.

          El Papa invitó –en su homilía de este día en 2014- a rezar a los tres arcángeles, como espíritus de especial valor en la obra de Dios, pues a ellos se les encargaron misiones de mayor importancia. Y en estos momentos en que la Iglesia es más furibundamente atacada por las fuerzas del mal, nuestra oración a San Miguel debe ser más intensa. Él ya defendió del ataque de los ángeles perversos y soberbios, y lo que está expresado es que vence. Miguel, envió a los infiernos a aquellos malos espíritus que se habían rebelado contra Dios. Dicen los teólogos que porque no admitieron que un hombre, el Hombre Jesús, pudiera estar por encima de sus dignidades angélicas espirituales.
          La adoración al misterio de la Encarnación tiene en San Gabriel su paladín, porque él vino a anunciar a María el enorme misterio que había decidido Dios: que Dios se hiciera hombre y habitara en nuestro mundo. Agradecemos a Gabriel aquella misión que trajo a María y que de todas-todas nos implica a nosotros.
          Y todos estamos necesitados de la protección de Rafael, el ángel que acompañó a Tobías y le proporcionó la medicina que curara la ceguera de su padre. ¡Cuánto necesitamos nosotros de medicina que cure este mundo enfermo en el que nos estamos desenvolviendo, y a veces nos llegamos a sentir agónicos bajo la epidemia de ateísmo y agnosticismo que se expande por todas partes!

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