miércoles, 12 de septiembre de 2018

12 septiembre: Dichosos los pobres


Liturgia: El Nombre de MARÍA
                        Cuatro días después de celebrar la Natividad de la Virgen, se celebra el Dulce Nombre de María. Fue en la ciudad española de Cuenca donde, por primera vez, se autorizó la celebración de esta fiesta en el año 1513. Poco después se extendió por toda España. 170 años después, en 1683, el Papa Inocencio XI admitió la fiesta en la iglesia de occidente como acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y por la victoria de Juan Sobieski, rey de Polonia contra los turcos. El Santo Padre introdujo en el santoral esta fiesta para que se celebrase en toda la Iglesia Universal.
San Bernardino de Siena, muy devoto de la Virgen, fue uno de los grandes propagadores de esta fiesta.            Alfa y Omega
         
          María es un nombre repetido en escenas del Antiguo Testamento. Hasta ahí era un nombre judío de etimología variada según las fuentes: Mar, Amarga… Cuando a la hija de Joaquín y Ana se le impone ese nombre no debió ser precisamente la connotación de “amarga” lo que llevó a sus padres a llamarla así. No había ninguna razón para la “amargura”. Luego se aparecerá el ángel del Señor a la jovencita, y el evangelio nos dice expresamente que “el nombre de la virgen era MARÍA”. Y eso hace pensar si fue un nombre elegido por sus padres o si de alguna manera constaba la voluntad de Dios para que su nombre fuera ya de antemano el de María.
          El hecho es que su misión en la historia fue una maravilla de Dios, y que el nombre de MARÍA no sólo es un nombre propio sino todo un sentido de dulzura personal, un auténtico mar de bondad, que se derrama ya sobre la Iglesia y sobre cada uno de sus hijos, hasta el punto que nombrar a MARÍA es ya poner en el corazón del creyente un cargamento de buenas impresiones. Lo refleja la liturgia con ese calificativo del Dulce Nombre de María, que queda plasmado en el formulario de la Misa.
          Por unos años quedó suprimido del calendario litúrgico, lo mismo que el nombre de JESÚS, pero hace pocos años fue repuesto en este día 12 de septiembre, pocos días después de la celebración solemne del nacimiento de María (el pasado día 8).

         
          En la lectura continuada (1Co.7,25-31) San Pablo parte del hecho que cree cercano el fin de los siglos. Y desde esa perspectiva llega a elucubrar sobre el hecho del matrimonio, que considera una acción legítima y que puede aceptarse como una obra buena, aunque traerá sus dificultades. Lo que pasa es que todo eso lo considera en función de ese fin del mundo, y entonces concluye que cómo el momento es apremiante, el que esté casado viva como si no lo estuviera. Será en otra carta, más adelante, donde él mismo se corrige y reconoce que la vida sigue y hay que afrontarla con toda normalidad. Si entonces hubiera repetido su discurso, no hubiera puesto esas limitaciones que deja escritas en esta carta.

          Tras la elección de los Doce en la montaña, Jesús baja al llano y allí se encuentra con la gente y con todo el resto de sus discípulos. Y allí traza las líneas maestras de su proyecto, el del Reino de Dios. Con variaciones respecto de Mateo, nos narra Lucas (6,20-26) la quintaesencia de las bienaventuranzas. Como se dirige a una comunidad que es pobre de verdad, no explicita la “pobreza de espíritu” sino que va directo a la felicidad del que es POBRE y vive con dignidad su pobreza. Declara que vuestro es el Reino de Dios. Porque ahora tenéis hambre, carecéis, no tenéis apoyos humanos…, pero quedaréis saciados porque se hace presente en el pobre la riqueza del Reino, la riqueza de Jesús.
          Por eso los que ahora lloráis, reiréis, porque los que ahora los hombres os odian, os excluyen, os insultan y proscriben vuestro nombre como infame por causa del hijo del hombre, os alegraréis  y saltaréis de gozo porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
          Es evidente que Jesús está considerando dos etapas en la vida de esos pobres. La vida de aquí es penosa y se ensaña con el débil. Pero hay otra vida, que sólo se capta desde la fe, en la que esos que ahora padecen van a ser los elegidos y predilectos de Dios. Lección que se nos queda teórica si no tenemos mentalidad evangélica y si no le damos a la palabra de Jesús toda la fuerza que tiene. Queda patente que nuestra inserción en Cristo se va a realizar desde nuestra realidad de pobres, y que así, pobres, somos incorporados al Reino de Dios.

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