jueves, 13 de septiembre de 2018

13 septiembre: Enseñanzas condensadas


Liturgia:
                      Vamos viendo cómo Pablo aborda en su primera carta a los corintios una serie de temas concretos, en los que trata de corregir defectos e incluso abusos de aquella comunidad que, al vivir en medio de paganos, se le han pegado (o han conservado) una serie de costumbres de aquellos.
          Hoy aborda un tema muy de la época: 8,1-7.11-13 y que ya había sufrido Jesús por parte de los fariseos: la comida. La comida se consideraba una manera de comunión. Los que comen una misma comida son miembros de una misma idea y estilo. Y Pablo empieza estableciendo que el alimento substancial es el amor mutuo. A uno que ama, Dios lo reconoce. En la Eucaristía se come un mismo pan, que es el sacrificio de Cristo, y eso une a Cristo y une entre sí a los que comulgan.
          Pero surgen los problemas en comidas donde la carne se ha sacrificado en honor de un falso dios, porque supondría tener parte con ese falso dios. Y Pablo dice que no pueden participar de esas comidas cuando son advertidos de que se ofrecieron a los ídolos, porque para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien procede el universo y a quien estamos destinados nosotros. Y hay un solo Señor Jesucristo.
          En el argumento de Pablo, de suyo esas carnes no son ni buenas ni malas. Y se podrían comer con sana conciencia como alimento normal. Pero si son advertidos que fueron sacrificio ofrecido a los ídolos, ya no dejan esa buena conciencia, y no deben comerse para no crear escándalo.
          De ahí que, aun a sabiendas de que la carne ofrecida al ídolo no es nada, porque el ídolo no es nada, y por tanto puede comerse, ha de considerarse si el hermano puede sufrir escándalo. En ese caso ha de tenerse en cuenta el peligro de escandalizar, y sencillamente es mejor dejar de comer esa carne para no poner en peligro la conciencia del hermano.

          El evangelio corresponde a la redacción de Lucas sobre el Sermón del llano, que es una síntesis muy condensada del Sermón del Monte de Mateo. La verdad es que no se presta a una explicación sino más bien a transcribir las afirmaciones que hace Jesús.
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Podemos decir que es al pie de la letra el mismo texto de Mateo, la misma esencia del cristianismo, el “segundo mandamiento” semejante al primero, que es el amor a Dios sobre todas las cosas. Pero el valor de este párrafo es que Jesús se ha decantado por ello como primera afirmación, y que expresamente lo ha referido a los enemigos.
Tiene una aplicación concreta: Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. No cabe ni la sombra de la venganza, del desamor. Antes bien hay que ceder de lo propio para acoger al prójimo  aun enemigo.
Una regla de oro y regla práctica para toda ocasión: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. ¡Cuántos casos se resolverían favorablemente si se practicara esa “ley”! Y Jesús lo desmenuza en un razonamiento: Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Digamos que “más claro, agua”, para entender el pensamiento de Jesús.
Que llevado al extremo: Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Lo que en Mateo es “sed perfectos”, en Lucas es: Sed compasivos como vuestro Padre es misericordioso (lo que es muy inteligible y a lo que hay que tender y aspirar). Y eso tiene también concreciones que están al alcance de todo creyente que quiere imitar a Jesús y llegar a ser un poco semejante a Dios: no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!