lunes, 24 de septiembre de 2018

24 septbre.: Luz para iluminar


Nuestra Señora de la Merced
          Una conmemoración mariana con arraigo popular por aquello de mirar a María como dadora de mercedes y dones, de los que siempre estamos tan necesitados.
          Patrona de los encarcelados, que suplican la merced de su liberación, y Patrona también de Cataluña. Razón por la cual hemos de dedicarle una especial mirada para que su intercesión bendiga e ilumine, y eleve el pensamiento de sus patrocinados, para la solución de sus problemas y para que una ráfaga de espíritu aliente la vida de ese pueblo.
Liturgia:
                      El libro de los Proverbios nos pone delante unas  máximas de vida, por lo que es menos apto para aportar comentarios y más apto para irlos leyendo y pensando en orden a una aplicación a la vida personal.
          3,27-34 dice así: Hijo mío: No niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano concedérselo. Muy humano el consejo. No se pide más de lo que se puede. Pero se pide hacer lo que está en la mano de la persona.
Si tienes, no digas al prójimo: «Anda, vete; mañana te lo daré». Hace poco leíamos cosa parecida en Santiago: a un necesitado que va sin ropa y no tiene comida, no se le puede decir: Anda, vístete y come. Lo que hay es que darle el vestido y el alimento.
No trames daños contra tu prójimo, mientras vive confiado a tu lado; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño alguno; no envidies al hombre violento, ni trates de imitar su conducta, porque el Señor detesta al perverso y pone su confianza en los honrados; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del justo; el Señor se burla de los burlones y concede su gracia a los humildes.
          Cuando llegó Jesús se superaron mucha de esas maneras de pensar, porque también cuando uno ha recibido daño –abofeteado en la mejilla derecha- debe responder con el bien a quien le hizo el mal. Y el Señor no quiere la muerte del pecador sino que cambie de conducta y que viva. Dios bendice la morada del justo y quiere misericordia y no sacrificios con el pecador.

          Jesús se dirige al gentío que le acompañaba (Lc.8, 16-18) y les dice: Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz. Estamos llamados a hacer el bien, y el bien no debe ocultarse. Ni irse propalando para hincharse en vanagloria. Pero lo bueno que hacemos y el bien que vivimos debe quedar como un ejemplo: Así vean los hombres vuestras buenas obras, que glorifiquen al Padre que está en los cielos. La luz no se enciende para esconderla sino para que luzca.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público. En lo bueno y en lo malo. Si nos fijamos en la realidad actual sociopolítica, veremos que esto es verdad. No hay nada que se quede oculto. Antes o después, de una manera o de otra, con unas intenciones u otras, todo sale a la luz.
Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener. Se me viene a la mente la angustia de un conocido ante esta afirmación, porque era persona proclive a la negatividad y se veía reflejado en esa situación de perder aun lo poco que él se atribuía de bueno. Como se me pone delante otro conocido cercano que se las da de valioso, pero al que le he pedido una actuación y se ha declarado no apto para ella. Y yo sé que no lleva razón porque valores tiene para haberlo realizado. Pero ahí se cumpliría con razón que perdiera hasta lo que cree tener, porque no se puede ser capaz de actuaciones en una dirección, y no ser capaz en ese mismo campo aunque sea en otra dirección. Ante mí, realmente ha perdido aun lo que cree tener.
Creo que Jesús nos está poniendo delante que tenemos que dar de nosotros aun un poco más del límite. Porque somos capaces. Porque podemos. Porque más de una vez nos hemos quedado cortos por pusilanimidad o comodidad…, por no haber sido capaces de dar ese pequeño saltito que nos hubiera puesto en la otra ribera. Creo que la luz que debe brillar y no taparla con una vasija, es una exigencia a dar de nosotros mismos lo que buenamente podemos…, y el poquito más de los decididos y los valientes, que son capaces de arrostrar riesgos y crecer en su natural estatura. Y Jesús no pide lo imposible.


1 comentario:

  1. Copio y pego lo dicho por el padre Cantero:

    Creo que Jesús nos está poniendo delante que tenemos que dar de nosotros aun un poco más del límite. Porque somos capaces. Porque podemos. Porque más de una vez nos hemos quedado cortos por pusilanimidad o comodidad…, por no haber sido capaces de dar ese pequeño saltito que nos hubiera puesto en la otra ribera. Creo que la luz que debe brillar y no taparla con una vasija, es una exigencia a dar de nosotros mismos lo que buenamente podemos…, y el poquito más de los decididos y los valientes, que son capaces de arrostrar riesgos y crecer en su natural estatura. Y Jesús no pide lo imposible.

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