martes, 11 de septiembre de 2018

11 septiembre: Elección de los Doce


Liturgia:
                      Nuevo toque de atención de Pablo a su comunidad de cristianos corintios (1ª;6,1-11) porque originan pleitos entre ellos y porque los llevan a resolver a tribunales paganos. Ya es un defecto que se originen pleitos entre miembros de la comunidad. Pero, supuesto que se den motivos para ellos (y que no debían darse) la solución no debe ser nunca ir a los extraños para que ellos diriman las cuitas de los cristianos. ¿Es que no se bastan a ellos mismos? ¿No os da vergüenza? ¿Es que no hay entre vosotros ningún entendido que sea capaz de arbitrar entre dos hermanos? Desde cualquier punto de vista ya es un fallo que haya pleitos entre vosotros.
          Luego hace una lista de actitudes o situaciones no admisibles en la comunidad. Hoy diríamos que es una lista “no políticamente correcta”, pero el hecho es que está ahí y que Pablo la trasmite y que nosotros no podemos corregirla, sino más bien entrar en reflexión sobre ese elenco que presenta el apóstol: Sabéis muy bien que ningún malhechor heredará el reino de Dios. No os hagáis ilusiones: los inmorales, idólatras, adúlteros, lujuriosos, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o estafadores, no heredarán el reino de Dios. Y a la vez que les hace ver que antes de su entrada en la comunidad cristiana ellos adolecían de algunos de esos defectos, ahora ya no, porque os lavaron, os consagraron, os perdonaron invocando al Señor Jesucristo y al Espíritu de nuestro Dios. Quiere decir que ahora esas situaciones no entran en un miembro de la comunidad, lo que supone un constante perfeccionamiento en el que se vaya purificando la conciencia personal de cada cristiano.

          Llegamos en San Lucas a un momento decisivo en la vida del grupo que sigue a Jesús: 6,12-19. Es el momento en que del grupo de discípulos que acompañaban a Jesús, él elige a Doce, a los que nombra “apóstoles”. Jesús se ha pasado la noche orando. Jesús hace un verdadero discernimiento en la presencia de Dios, para elegir a los que él quiere comunicar una parte de su estilo y espíritu.
          Ya tenemos una primera enseñanza, que necesitaríamos aplicar en algunas ocasiones de nuestra vida: ante determinadas decisiones de mayor envergadura, hay que orar mucho, orar con intensidad, hasta sentirse con el alma en equilibrio para que no influyan ninguno de los elementos que pueden inclinar afectivamente la balanza. Se trata de que elegir con la aprobación de Dios, requiere de oración serena y continuada hasta llegar a ese grado de equilibrio afectivo que hace falta para tomar una decisión.
          Jesús lo hace para elegir a sus Doce hombres de confianza, los que deben ya acompañarle y los que han de recibir poderes especiales para realizar la obra del Maestro. Y el evangelista da la lista de los doce, encabezada como siempre por Simón Pedro y concluida siempre con “Judas, el que lo entregó”. En medio de esos dos extremos tenemos nombres más conocidos y que intervinieron más a través de los hechos evangélicos, y los que apenas aparecen nombrados a lo largo de los evangelios.
          Luego, bajó Jesús del monte, acompañado por aquellos hombres elegidos y se detuvo en el llano con una gran cantidad de gente –discípulos y pueblo- procedente de toda Judea, Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón. Lo que Mateo señala como  discurso del Monte, Lucas lo irá exponiendo más resumido como discurso del llano.
          Y nos dice que venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
          Es el resultado de la comunicación con Jesús. Evidentemente el tiempo de aquellos milagros llamativos y sonoros ya pasó y se extinguió con la acción de Jesús en su vida, y alguna experiencia que se dio posteriormente en los apóstoles. Luego, el milagro ya no es cosa de cada día, y más tenemos que estar convencidos de que los milagros ya no aparecen en la cotidianidad de la vida de los creyentes.
          Y sin embargo milagros existen, milagros se dan, y cada uno en nuestro vivir diario podemos constatar ese cúmulo de pequeños milagros con los que Dios nos sale al paso con cierta frecuencia. Solemos decir: “esto es un milagro”, y de hecho la mano de Dios ha estado allí aunque no se haya producido como suceso llamativo. Pero es un hecho que Dios sigue actuando y que donde menos lo esperamos, allí sentimos el roce de la mano y el poder de Dios.

1 comentario:

  1. Señor, al leer la lista de los Discípulos yo me incluyo entre ellos, Porque yo quiero seguir a JesúsÉl no quiere títulos ni experiencia. Él pide mucha sencillez de corazón y la humildad suficiente para hablar en su Nombre. Tampoco quiere frutos inmediatos. Quiere ofrecer su Doctrina con Palabras y Obras y dejarlo todo en la Manos de Dios. Muchas gracias a todas las personas que me han hecho llegar el Mensaje.

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