sábado, 21 de abril de 2018

21 abril: ¿Dónde ir sin Jesús?


Liturgia:
                      Tenía que explotar. Las palabras de Jesús sobre dar a comer su carne no podían admitirse llanamente. Y como Jesús insistió y se reafirmó y no explicitó nada más, se produjo la ruptura de muchos de sus discípulos que hasta entonces le habían seguido. Jn.6,61-70 nos lo dice. Pensaron que Este modo de hablar es duro; ¿quién puede hacerle caso?. Y en consecuencia se apartan se Jesús.
          Jesús les advierte que las palabras que os he dicho son espíritu y son vida, y con todo, algunos de vosotros no creen. Y el evangelista concreta que ya sabía Jesús desde el principio quiénes no creían. Y añade, con una proyección de futuro, que sabía quién le iba a entregar. Muy temprano todavía para eso. Pero ¿acaso Judas se puso, en alguna manera, de parte de los que abandonaron? ¿Fue Judas uno de los que no aceptaron aquel lenguaje? Parece que Juan lo quiere dejar ahí colgado (y no es la única vez en la que este evangelista se refiere suspicazmente sobre el traidor).
          El hecho es que desde entonces muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Y Jesús se volvió a los Doce y les preguntó con cierta pena: ¿Vosotros también queréis marcharos? Simón Pedro tiene el arte de adelantarse siempre a la respuesta, y sobre todo en momentos decisivos, y parece como atemperar toda otra posible respuesta que pudiera surgir. Él habla por sí mismo (porque en él no quedan dudas) pero responde en el lugar de todos: Señor ¿Y a quién vamos a ir sin ti? ¿A quién vamos a acudir? Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
          Bella reacción y muy apta para hacérnosla nosotros: Y a quién vamos a ir sin ti?, ¿dónde vamos a acudir si nos apartáramos de Jesús…? Necesitamos la fe incondicional que se abandona del todo en la palabra de Jesús. Podremos no entender muchas cosas. Pero nuestra fe está depositada en la persona: en Jesús. Y cuando surge la dificultad, la duda, la imposibilidad de razonar algo de lo que enseña Jesús, lo que nos queda en pie es nuestro abandono total en Cristo, en la fe y la seguridad que nos brinda su persona.

          La 1ª lectura (Hech.9,31-42) nos narra un período de serenidad y de paz en la naciente iglesia, en toda Palestina. Y nos trae dos ejemplos de la acción benéfica que realizaba Pedro. Una se desarrolla en Lida y la otra en Jafa. En Lida se nos cuenta que realizó el milagro de poner en pie a un paralítico de hacía ya 8 años: Eneas: Jesucristo te da la salud. Levántate y haz la cama. Y la noticia se corre y hay muchas conversiones.
          En Jafa, lugar cercano a Lida, vivía una mujer muy buena, discípula creyente, que cayó enferma. Hasta entonces había confeccionado muchas prendas porque era muy primorosa. Pero la enfermedad fue mortal. Y velaron su cadáver en la sala de arriba. Los discípulos supieron que Pedro estaba en Lida y mandaron ir por él y le rogaron que viniera a la mayor brevedad. Pedro fue y las viudas, con las lágrimas en los ojos, le mostraban los vestidos y mantos que había hecho Gacela (que así se llamaba la difunta). Pedro llegó y mando que le dejasen solo. Se arrodilló y oró y se dirigió a la muerta y le dijo: Tabita, levántate.
          Ella abrió los ojos y vio a Pedro y se incorporó. Él la cogió de la mano y la levantó, y llamando ahora a todas las viudas, se la presentó viva. Nueva ocasión de conversiones a la fe por muchos de los que se enteraron de aquel suceso.


Nos hemos encontrado con dos situaciones contrarias y diferentes: en el evangelio, ante palabras de Jesús, se produce la deserción de muchos discípulos. En realidad Jesús ha afirmado y sólo la fe en sus palabras podía superar el escándalo por lo que había dicho. Pedro es el que se fía, aunque no entiende, pero deduce que si lo ha dicho Jesús, son palabras de vida eterna. No hay pruebas que avalen en ese momento los dichos que ha afirmado Jesús. Pero Pedro cree en él y se abandona totalmente, seguro de que en nadie podría confiar mejor que en su Maestro.
En Lida y Jafa los hechos que realiza Pedro son claros de poder sobrenatural en el nombre de Jesucristo. Y ahí se adhieren muchos a la fe en Cristo y se hacen discípulos. Cierto que a estas personas les era más fácil acoger esa fe porque habían visto las obras. Son momentos más consolidados de la vida de la Iglesia.
Pero el secreto último –ya lo he dicho- es CREER EN CRISTO, no por las pruebas fehacientes sino porque se ha puesto toda la fuerza en su Persona.

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