viernes, 13 de abril de 2018

13 abril: Los panes multiplicados


Liturgia:
                      Siguen los apóstoles ante el tribunal de los judíos. Éstos, como veíamos ayer, estaban ya decididos a acabar con los apóstoles, a quienes no podían callar, y de los que recibían una clara acusación de que ellos –aquellos jefes- habían sido los que llevaron a Jesús hasta la cruz. (Hecho.5,34-42)
          Estaban en esas cuando Gamaliel, fariseo y doctor de la ley, les sugirió que sacasen a los presos de la Sala, y él se dirigió al tribunal para hacerles una reflexión muy simple pero muy profunda: Si lo que aquellos hombres hacen viene de invención humana, todo se vendrá abajo por su propio peso como se vinieron abajo Teudas y sus secuaces, Judas el Galileo y sus seguidores. Pero si lo que traen los apóstoles viene de Dios, no van a conseguir pararlo y además os exponéis a luchar contra Dios.
          Cuando la forma de exponer fue serena y ajustada a razones, la tensión se disipó y los jefes religiosos optaron por dar la razón a Gamaliel. Aunque para no hacer la cosa bien, castigaron a los apóstoles con los azotes y los dejaron ir, reiterándoles la prohibición de hablar de Jesús.
          Los apóstoles salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por razón de su fidelidad por el nombre de Jesús, Y ellos siguieron predicando cada día y enseñando, en el templo y por las casas el Evangelio de Jesucristo.
          Emociona leer los episodios de aquellos primeros compases de la fe de los cristianos en Jerusalén, con ese avance contra viento y marea de la fe enseñada por Jesús, que aquellos hombres incultos se habían tomado tan a pecho que nada les detiene. Verdaderamente, como les había dicho Gamaliel, si aquello era de Dios, no iba a haber fuerza ni razones humanas para detenerlo. ¡Y como aquello venía de Dios!... Incluso cuando son apresados como cuando son humillados con los azotes, aquellos apóstoles se sienten satisfechos y honrados porque están padeciendo por razón de Jesús. Jesús había hecho mucho por las gentes y por los propios apóstoles. Nada extraño podía tener que sintieran el gozo de poder corresponder de alguna manera a cuanto hizo por el mundo el Señor Jesús.
          Aquí acaba aquel episodio que nos ha ido siendo entregado en tres etapas.

          Hoy cambia mucho la narración de San Juan (6,1-15), porque pasa desde las palabras y enseñanzas a un hecho con múltiples detalles. Aunque lo que para nosotros nos suena tan distinto, en la mente del evangelista no hay variación. Hoy sigue Jesús “predicando” pero desde los hechos de vida.
          En San Juan el hecho de la multiplicación de los panes no se debe a algo que haya ocurrido (como lo narran los otros evangelistas). Para San Juan el caso en sí no es sino la oportunidad para un nuevo amplio discurso que va a venir a continuación: el discurso del Pan de Vida.
          Todo eso se prepara con aquel hecho (de lo poco que Juan coincide con relatos sinópticos), en el que Jesús  -pendiente de la carencia que sufren aquellas multitudes- va a multiplicar prodigiosamente los panes y los peces, de modo que donde no había ni pan ni peces, ni dinero, va a dar de comer a una muchedumbre.
          La dramatización del suceso viene dada por la pregunta de Jesús a Felipe sobre con qué compraremos panes para que coman aquellas gentes. El evangelista nos hace conscientes de que preguntaba tanteando a sus apóstoles, y haciéndoles caer en la cuenta de que no había posibilidad de comprar nada para tanta gente. Con eso se resaltará más el hecho posterior. Felipe echa un cálculo inútil: Harían falta doscientos denarios y no habría bastante, cantidad que ni tienen ni es posible tener en un descampado.
          Queda claro que no hay solución humana. Ahora Jesús manda que se sienten en la hierba. Y toma los pocos panes y peces que alguien llevaba y con ellos empieza a repartir a sus apóstoles para que ellos, a su vez, repartan a la gente (que sólo los varones eran cinco mil). [Aquí hay mucho que decir porque lo normal es que las mujeres suelen siempre ser más que los hombres en esta clase de situaciones… Y los niños que llevaban… Sale una cantidad de gente desorbitada. Pero es el dato del evangelista].
          Todos comieron y se saciaron, y hubo sobras para llenar cada apóstol un cesto. No son simples datos. Todo tiene su repercusión.
          Los comensales se emocionaron y se exaltaron y pretendieron nombrar a Jesús “rey”. Esto tiene seguramente mucho que ver con el episodio siguiente, que corresponderá al día próximo.

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