Liturgia:

Felipe le pregunta si entiende lo que lee, y el etíope
responde que no, si nadie se lo explica, porque no sabe si lo dice el profeta
de sí mismo o de otro.
Felipe sube a la carroza, le explica… No sé si mis lectores
han escuchad
o un eco del Viernes Santo, que en su 1ª lectura trae este pasaje. Y Felipe puede enseñarle al etíope que hubo un Viernes Santo en el que todo eso se hizo realidad en Jesús. Y a partir de ahí le anuncia la Buena Noticia de Jesús resucitado, que presenta el bautismo de salvación.
o un eco del Viernes Santo, que en su 1ª lectura trae este pasaje. Y Felipe puede enseñarle al etíope que hubo un Viernes Santo en el que todo eso se hizo realidad en Jesús. Y a partir de ahí le anuncia la Buena Noticia de Jesús resucitado, que presenta el bautismo de salvación.
Llegan a un lugar donde hay agua y el eunuco pregunta a
Felipe si hay dificultad para ser bautizado. Felipe le responde que si crees en el Señor Jesús, se puede. El
hombre hace su acto de fe y responde: Creo
que el Señor Jesus es el Hijo de Dios. Y bajando de la carroza Felipe
bautiza al etíope, y a renglón seguido el Espíritu arrebata a Felipe, al que ya
no ve más, pero el etíope continúa su camino lleno de alegría.

Seguimos con la exposición que Jesús hace sin que
intervengan sus interlocutores, o la descripción del evangelista Juan que trata
de llegar a mostrar el meollo de todo este amplio capítulo (6, 44-52). Como
hice ayer prefiero copiar el texto e irle haciendo comentario: En aquel tiempo, dijo Jesús a
la gente: - «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré el último día. La idea de
esa “resurrección final” está presidiendo las últimas frases. Ayer acababa el
texto diciendo que “quien cree en el Hijo del hombre, tiene vida eterna y yo le
resucitaré en el último día”. Ahora habla de nuevo de esa “resurrección el
último día” al que llega a él, atraído por el Padre. En definitiva: creyendo en
él.

Os lo
aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Nuevamente la misma afirmación por tercera vez. Lo que engarza
con la explicación siguiente, que es adonde quiere llegar: Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el
pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Ya lo
había dicho. Pero el capítulo es repetitivo para ir dejando un poso en los
lectores. Yo soy el pan vivo que ha
bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la
vida del mundo. ¡Aquí quería llegar el evangelista! Y será el momento
explosivo ante aquella gente, como veremos mañana. La afirmación de Jesús de
que el pan que yo daré es mi carne,
les suena fatal a aquellas gentes, como podría sonarnos mal a nosotros si no
supiéramos ya la historia completa. Para nosotros es fácil entender, pero
jugamos con la ventaja de la historia que ya ha sucedido. De lo contrario, bien
que nos extrañaría que Jesús nos prometiese dar
a comer su carne. Pero todo el discurso ha ido dirigido a este anuncio. A
nosotros nos suena gozoso, y estamos palpando el anuncio de la Eucaristía.
Las fotos corresponden a mi ORDENACIÓN SACERDOTAL, 18 abril 1960.
y a la Consagración del Pan y del Vino de mi PRIMERA MISA: 19 abril 1960
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