domingo, 28 de enero de 2018

26 enero: La autoridad de Jesús

Liturgia del 4º Domingo, ciclo B:
                      La 1ª lectura nos prepara el terreno para el evangelio. Deut.18,15-20 es la promesa de Dios a Moisés sobre un profeta entre sus hermanos, en el que pondré mis palabras en su boca y él dirá lo que yo le mande.

          En el evangelio de Marcos (1,21-28) tenemos a ese profeta prometido, cuya palabra tiene toda la autoridad porque habla en nombre de Dios, y deja a los oyentes admirados de su enseñanza porque lo hace con autoridad. Lo que significa dos cosas: Jesús es autor de su predicación. No se limita a repetir como los doctores de la ley y los sacerdotes. Jesús crea, expresa los caminos de Dios con una vida que enriquece a las gentes.
          Pero es también una palabra con autoridad. Lo que él dice cae a plan y no tiene vuelta de hoja. Los fieles se saben seguros con lo que Jesús enseña. Descubren a Dios a través de aquella palabra.
          Pero hay más: no es sólo una palabra que se predica. Es una palabra que tiene una fuerza tan grande que expulsa a los demonios y que revela, por tanto, la misma fuerza de Dios.
          Había en la sinagoga un poseso, que protesta por la presencia de Jesús: ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesus Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros?  Sé quién eres, el Santo de Dios. Pretendía el demonio sobreponerse a Jesús, lo que –en la mentalidad aquella- se obtenía pronunciando el nombre.
          Por eso Jesús le increpa decididamente: ¡Cállate y sal de él! No sólo es que lo silencia sino que lo expulsa, lo que sólo está en las manos de Dios. Y con ello Jesús está mostrando aún más autoridad, porque, como las gentes aquellas captan, allí hay algo sobrenatural: ¿Qué es esto? Se han encontrado con algo y alguien que supera todo lo humano: Este enseñar con autoridad es nuevo; hasta a los espíritus inmundos les manda, y le obedecen.
          Concluye el relato con la admiración de las gentes y cómo extienden su fama por toda Galilea.
          Ayer nos encontrábamos también con una pregunta semejante: ¿Quién es este? Es la constante admiración que provoca Jesucristo, y cómo cualquiera se queda siempre corto cuando pretende explicar quién es Jesús. Jesús es siempre MÁS. Jesús desborda todas las  explicaciones. A la pregunta: qué es esto, o quién es éste, no puede dársele una respuesta que se encierre en unos renglones. A Jesús hay que irlo descubriendo cada día e ir profundizando en sus gestos y en sus palabras, en sus hechos y en sus sentimientos. A Jesús no lo pueden explicar los sabios, ni siquiera los teólogos. Sólo puede irse descubriendo desde la oración de cada día, desde esa penetración profunda a la que nos va conduciendo el Espíritu Santo, y que siempre deja una nueva rendija para seguir  “investigando” desde la ciencia sublime de la oración íntima y personal.
          De ahí el valor permanente de la oración sobre el Evangelio, sin perder un renglón, porque en el detalle más pequeño puede saltar ese punto en el que descubramos un nuevo matiz de la persona de Jesús. Éste es el profeta anunciado en la primera lectura, que habla la palabra que Dios pone en su boca, y que es palabra que está destinada a dar fruto en el alma del creyente.

          El otro punto que nos irá dando a conocer quién es este, es LA EUCARISTÍA, a la que tenemos que acudir con una actitud participativa y con conciencia de llamada: Jesús nos invita a la mesa de la Eucaristía, porque en ella tenemos su presencia real. Y si la participamos con conciencia de ello, no pasará de largo por nosotros ese encuentro fundamental de cada día o de cada domingo, en el que la venida de Jesús a nosotros, no nos puede dejar indiferentes ni rutinarios.

          Pedimos a Dios el conocimiento íntimo de Jesús.
-         Para que nuestra participación semanal en la Eucaristía nos haga penetrar en el conocimiento de Jesús, al que recibimos: Roguemos al Señor.
-         Para que conocer a Jesús no se nos quede en la devoción sino en un modo de seguimiento o compromiso con su Palabra, Roguemos al Señor.
-         Para que podamos llegar al amor de enamorados de la Persona de Jesús, Roguemos al Señor.
-         Para que conociendo más internamente a Jesús, más le amemos y mejor le sirvamos, Roguemos al Señor.
Concédenos, Señor, que el contacto con Jesucristo provoque en nosotros la admiración y la emoción que levantaba en las gentes que le seguían.

          Lo pedimos por el mismo Jesucristo N. S.

2 comentarios:

  1. Hoy también vivimos angustiados y divididos, nos cuesta entender a san Pablo; él insinúa que el celibato está por encima del matrimonio; aunque, en el fondo recomienda el ideal de un corazón libre dedicado por enteraao al Señor. Y esto se puede conseguir desde la entrega total con un celibato apostólico y desde un matrimonio cristiano que además de la atracción mutuavive unido al proyecto de Dios. Un celibato apostólico tiene el peligro de que se reduzca a una vida cómoda y egoísta; y, en el matrimonio corre el riesgo de los dos egoísmos que lleguen a desencadenar un divorcio.Creo que hay que vivir muy unidos al Señor y pedirle que nos ayude a reconocer las insidias del maligno.

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  2. Vuelvo a publicar esto. Creía que lo había puesto el domingo, pero ahora no lo veo. Es una lectura de las "lecturas" del domingo y alguna reflexión que hice.
    https://www.youtube.com/watch?v=9CFjwYOAwjc

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