jueves, 18 de enero de 2018

18 enero: Dejarse TOCAR

OCTAVARIO POR LA UNIÓN DE LAS IGLESIAS.
          Comienza hoy y pide porque Católicos, Protestantes en sus diferentes facciones, Ortodoxos, etc., Judíos, Mahometanos…, se unan en una sola Iglesia bajo un solo Pastor.
Liturgia:
                      El regreso de la guerra contra los filisteos, en la que David mató a Goliat, fue triunfal. 1Sam.18,6-9; 19,1-7: La gente vitoreó a Saúl y a David. Y en coplillas populares cantaron las mujeres: Saúl mató a mil y David a diez mil, en una alusión a la gran victoria obtenida y a la gesta que David había llevado a cabo.
          Pero Saúl llevó a mal aquella canción y le tomó celos a David, al que decidió matar, comentándolo con algunos jefes militares y con su hijo Jonatán.
          Jonatán, por su parte era un fiel amigo de David y fue a prevenir al amigo para que se escondiese, hasta que él tanteara a su padre.
          Jonatán habla a Saúl y le hace la cuenta de la gran victoria que había obtenido contra los filisteos, en la que David había jugado un importante papel. Y le dice a su padre: No vayas a pecar derramando sangre inocente, matando a David sin motivo. Y Saúl accede a la petición, y Jonatán se lo comenta a David, a quien lleva de nuevo ante su padre.

          Jesús no es belicoso. Hace el bien porque para eso ha venido. Y por su parte no quiere que eso sea un motivo de disgusto de nadie, sino del bien repartido a los hombres.
          Ahora se encuentra con una serie de situaciones tensas que han provocado los fariseos: lo acusaron de blasfemo por decir que perdonaba el pecado del paralítico; han llevado a mal que comiera en el banquete de Leví el publicano; le han puesto por delante el tema del no-ayuno de sus discípulos; le han conminado porque los discípulos comían aquellas espigas cogidas al paso por unos sembrados, y han explotado cuando aquella mañana en la sinagoga ha curado al hombre paralizado de un brazo, tras haber intentado entrar en razones con ellos, porque en sábado se puede y se debe hacer el bien.
          Pero el resultado ha sido que los fariseos, exacerbados, han roto por la calle de en medio y se han reunido con los herodianos para ver cómo acabar con Jesús.
          Y Jesús, que no busca pelea, opta por embarcarse y pasar a la otra orilla (Mc.3,7-12). Es una de las varias veces en las que Jesús solventa una tensión a base de atravesar el lago y poner “agua por medio” para enfriar la situación. Pasar “a la otra orilla” es dejar atrás una situación y poder seguir actuando en su línea de hacer el bien.
          De hecho lo siguió una muchedumbre de Galilea, y al enterarse que estaba por aquellas tierras, le vienen también mucha gente de Judea. Idumea, Jerusalén y Transjordania, y las cercanías de Tiro y Sidón. Era tanta gente que Jesús tuvo que prevenir advirtiendo a sus discípulos que tuvieran preparada una barca, no le fuera a estrujar el gentío.
          Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Jesús es bondadoso, y además multiplica sus dones hacia las personas. Y la gente acude allí donde hay una acogida y encuentra una solución a sus problemas. Por eso no era de extrañar que se le hubieran echado encima tantas gentes y que hubieran venido de tantos lugares, atraídos por las obras y las palabras de Jesús. El hecho de querer tocarlo es ya como una reacción natural y muy humana, que sigue existiendo ante cualquier eventualidad en que alguien quiere expresar su reconocimiento hacia otro. O porque cree la gente que “tocando” se produce la curación. Eso lo seguimos comprobando en ese afán de poseer reliquias, de besar imágenes o de rozar objetos religiosos. Es, como digo, una necesidad humana que parece que hace más cercana la relación.
          En medio de todo eso, Jesús les prohibía que lo diesen a conocer, porque precisamente se había venido a este otro lugar (a la “otra orilla”), intentando desaparecer de la mirada de los fariseos.
          ¿Cómo podía pasar desapercibido con todo ese conjunto de gentes, y mientras él seguía haciendo sus obras de liberación, no sólo de enfermedades sino aún de posesiones diabólicas?


          Ojalá nuestro roce diario de oración, contemplando a Jesús, produzca en nosotros esos efectos de admiración, de búsqueda, de no sabernos separar del evangelio, de volcarnos sobre Jesús y de necesidad de tocarlo con el alma para que se realice en nosotros ese contagio desde él hacia nosotros y de unión íntima de nosotros con él.

MAÑANA HAY ESCUELA DE ORACIÓN
en Málaga, a las 5'30,
en los Jesuitas. 

1 comentario:

  1. Las obras daban razón de la autoridad de Jesús. La gente lo seguía porque les habla de un estilo de vida que les hace sentir libres y responsables de sus actos.Reciben amor y dan amor. Los poderes del mal pretenden endiosarlo y apartarlo de las multitudes. Jesús los enamora; sus palabras le salen del corazón y son auténticas y curan al que las oye...

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!