domingo, 14 de enero de 2018

14 enero: Vocaciones

Liturgia: 2º domingo B, T.O.
                      Es un domingo muy lleno de contenido, tanto en las lecturas que llevan el mensaje del día como en la 2ª lectura.
          Las lecturas que marcan la pedagogía litúrgica de este domingo nos ponen delante vocaciones en las que Dios cuenta con los hombres para hacer su obra en la tierra. 1Sam.3,31 a 10,19 es la vocación de Samuel (que hace unos días hemos tenido en la lectura diaria). Samuel ha sido entregado al templo por una promesa de su madre Ana, que no tenía hijos y prometió a Dios que si tenía un hijo varón lo entregaba al servicio de Dios.
          Samuel escucha de noche una llamada y cree que lo llama el sacerdote Elí. Y así por tres veces en que se presenta a Elí. El sacerdote descubre entonces que la llamada que está recibiendo Samuel es una llamada de Dios y le enseña que si vuelve a escucharla, diga: Habla, Señor, que tu siervo escucha. Y así es como Samuel es escogido por el Señor para ser profeta anunciador del Reino de Dios. Dios estaba con él y no dejó de cumplirse ninguna de las palabras que anunció Samuel.

          Jn.1,35-42 nos trae las llamadas de Jesús a sus primeros discípulos. Llamadas que empiezan en forma de invitación. Andrés y otro discípulo se interesan dónde vivía Jesús, Cordero de Dios (tal como lo ha señalado el Bautista). Y Jesús en vez de darles una respuesta concreta, les invita a ir con él: Venid y lo veis. Y aquellos dos hombres se quedan con Jesús el resto del día, tan atraídos por su palabra que se acuerdan hasta de la hora que era: la cuatro de la tarde.
          Y no sólo eso: Andrés se quedó tan cogido que apenas encontró a su hermano Simón, le comentó: Hemos encontrado al Mesías. Y lo llevó a Jesús. Y Jesús, nada más verlo venir, le marca la vida con un cambio de nombre, que expresa la misión nueva a la que Jesús le tiene destinado: Tú eres Simón, el hijo de Jonás. Tú te llamarás Cefas (=Pedro). Y bien sabía un judío que el cambio de nombre era una vocación divina, por la que ya  quedaba su vida marcada para siempre.
          Estamos, pues, al comienzo de un tiempo litúrgico, con la manifestación de Jesús a la Iglesia como el que llama, el que marca una dirección, el que nos dice a cada cual que CUENTA CON NOSOTROS, y que tenemos un nombre nuevo por el que debemos rendir nuestra vida de acuerdo con la llamada a la que somos convocados. Y por tanto que no podemos plantear nuestra vida desde nuestras personales apetencias sino contando con esa llamada que nos hace Jesús. Algo así como preguntarnos cada mañana: ¿Qué quiere Jesús HOY  de mí? ¿Cómo puedo agradarlo mejor?
          Eso será ir eligiendo las letras del nombre nuevo por las que Jesús quiere conocernos y con lo que cuenta con cada uno de nosotros.

          La 2ª lectura (1Cor.6,13.15.17-20) es muy concreta y muy práctica. San Pablo también se encontró con un mundo sexualizado, y le sale al paso advirtiéndole que el cuerpo se hizo para el Señor y no para el sexo. Porque nuestros cuerpos son miembros de Cristo, y el que se une al Señor es un espíritu con él.
          En consecuencia: huid de la fornicación: cualquier pecado que comete el hombre, queda fuera de él: el que fornica, peca contra su propio cuerpo. Y el cuerpo es templo del Espíritu Santo; él habita en vosotros, porque lo habéis recibido de Dios.
          Estamos ante una vocación concreta también. Hay quienes no se explican por qué es pecado el uso del sexo (cuando se vive fuera del ámbito marcado por Dios). San Pablo lo ha expresado muy claramente.

          Y para quienes tenemos el privilegio de COMULGAR, de unir el Cuerpo de Cristo a nuestro propio cuerpo, queda muy evidente que el cuerpo que ha de recibir al Cuerpo de Jesucristo ha de mantenerse limpio y digno de recibir la Hostia inmaculada. “Hostia” que lo es tal porque Cristo ha pagado un alto precio por nosotros (nos recuerda San Pablo), y nosotros también necesitamos tener un sentido del sacrificio para que no nos dejemos llevar de los deseos e instintos. ¿Qué necesitamos sacrificarnos? –Por supuesto. Pero es que la vida recta y digna no se puede concebir sino con un sentido del sacrificio para abordar los diversos momentos de la vida: los casados, los solteros, los hijos, los padres, los menores y los mayores. TODOS.




          Te suplicamos, Dios nuestro.

-         Para que sepamos descubrir la vocación en la que Dios cuenta con nosotros. Roguemos al Señor.

-         Para que seamos fieles al nombre por el que nos conoce Dios, sea cual sea el estado de nuestra vida. Roguemos al Señor.

-         Para que surjan en nuestras familias vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Roguemos al Señor.

-         Para que nuestros cuerpos, que reciben la Eucaristía sea limpios y dignos de unirnos al Cuerpo del Señor, Roguemos al Señor.


Danos, Señor, conciencia de peregrinos, que comenzamos el itinerario de la Iglesia, en este proceso del año litúrgico.

Lo pedimos por medio de Jesucristo, N.S.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!