jueves, 31 de agosto de 2017

31 agosto_ Rechinar de dientes

LITURGIA
                        Pablo ha reivindicado su liberalidad con los tesalonicenses. Y hoy (1ª, 3,7-13) dedica su alabanza a esa comunidad, que con su fe ha suavizado los trabajos de Pablo: Ahora respiramos, sabiendo que os mantenéis fieles al Señor”. Lo cual le lleva a dar gracias a Dios, y expresar la mucha alegría que le causa pensar en verlos cara a cara y poder así remediar las deficiencias de vuestra fe.
            Pide a Dios que los haga rebosar de amor mutuo, como él también los ama. Y que así os fortalezca internamente, cuando os presentéis ante Dios santos e irreprensibles.
            Muestra Pablo su corazón pastoral, porque su gozo es la felicidad de aquellos fieles. Aunque se ha presentado a sí mismo con sus méritos, en realidad lo que le llena es verlos a ellos que permanecen en la fe. Y será mayor el gozo de Pablo cuando no sea por carta cuando esté presente a ellos sino cuando pueda verlos cara a cara.

            Pasamos en el evangelio a una descripción de Jesús sobre la necesidad de estar siempre vigilantes (Mt 24,42-51). En la vida no podemos vivir dejándola pasar; hay que estar siempre atentos, siempre en vela porque no sabemos el día y la hora en que hemos de presentarnos ante el Señor. No caben esperas y preparaciones de última hora, como dejará muy claro en la parábola de las muchachas que esperan al novio. O se está preparado ya o no se está. Y el que está, es criado fiel al que se le puede encargar la administración de la casa. Tiene que estar preparado a la hora que el amo llegue, sea la hora que sea de la madrugada.
            Despierto y atento para no dejar que el ladrón pueda abrir un boquete. En vela para la hora en que Jesús se presente, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del hombre.
            El amo tomará en consideración a ese criado que está vigilante, y lo pondrá como administrador de sus bienes.
            Por el contrario, si el criado obra mal, y trata mal a sus otros compañeros, y se embriaga y no está atento a la hora que llega su amo, lo quitará de en medio, como merecen los hipócritas.
            Para acabar Jesús con ese anuncio del remordimiento del criado que actuó mal, porque –echado fuera por su mal comportamiento- allí irá adonde es el rechinar de dientes.

            Lo actual es querer suavizar los dichos de Jesús y no pensar que puede existir condenación (la pérdida de la unión a Jesús). Sin embargo Jesús lo expresa de muy diferentes maneras y no tiene empacho de anunciar que esa realidad existe.
            Por otra parte, viendo el desarrollo que está teniendo el mundo y el tremendo abandono que los hombres hacen de Dios, y de los valores cristianos que Cristo vino a establecer y pagar con su propia sangre, todos –lo expresemos de la manera que lo expresemos-, acabamos diciendo que “esto no puede quedar así”; que no puede ser que la maldad triunfe sobre la justicia, la pillería sobre la nobleza, el abandono de todo referente superior con la fidelidad del que vive sacrificándose en su día a día.
            Tiene que haber –lo pide la lógica más aplastante- una diferencia que –al final- ponga las cosas en su sitio (ahí están las parábolas de la cizaña y de la red que coge toda clase de peces, pero luego unos sirven y otros “son tirados fuera”, y la muy seria del rico y el pobre Lázaro).
            Hoy lo expresa con esa afirmación del rechinar de dientes y el llanto…, el resultado final de los que creyeron poder ser los que aplastaban a los demás, y cuando quieren darse cuenta, se encuentran que han perdido todas las papeletas y sin remedio ya a última hora.

            No puedo menos que recordar en este punto a aquellos marinos malagueños que tuvieron su salvación a la mano en la guerra civil española, y por un retraso injustificado de uno de ellos, acabaron presos de los que les perseguían para darles muerte. Y los lamentos llegan entonces…, el llanto y el rechinar de dientes…: el coche para huir, preparado…, el motor en marcha…, ¡y por una bagatela, ya cogidos por las milicias enemigas!

1 comentario:

  1. San Antonio Abad solía decir que "La salvación del hombre depende del otro"; es decir, de lo que nosotros hemos hecho por salvarlo. Al día de hoy vivimos estresados, siempre pendientes de algún atentado terrorista, un terremoto que te arruina...Estamos muy pendientes de lo que acontece en lo exterior, pero descuidamos que el mal del mundo arranca en cada uno de nosotros. Que lo que más importa es vigilar nuestro interior y purificar nuestras intenciones. Es necesario que cuanto hagamos, lo hagamos con mucho amor.

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