lunes, 14 de agosto de 2017

14 agosto: Un Dios único

LITURGIA
                        Hoy es muy rica y densa la 1ª lectura, con la exhortación que Moisés le hace al pueblo hablándoles de Dios. ¿Qué es es lo que te pide tu Dios? [Deut 10, 12.22].
- Que temas al Señor tu Dios, que sirvas a tu Dios y que guardes sus preceptos   y mandatos que Él te dio. Un pueblo primitivo necesita tener un cierto temor. Aún no está preparado para vivir del amor. Necesita un freno grande que le mantenga en su punto, y ese freno se indica en el temor hacia el Dios superior. Pero el temor ha de concretarse en la fidelidad a los mandatos y preceptos y en el servicio obediente que debe relacionarle con Dios. Eso mismo, andando el tiempo, tiene su traducción en el AMOR, que es la verdadera forma de relación que la criatura debe tener con su Señor. De hecho, cada vez que encontramos la palabra “temor” en la biblia, tiene un paralelo muy claro con la relación amorosa que debe existir entre el hombre y Dios.
De hecho ese “temor” expresado más arriba, viene a estar fundamentado en el conocimiento que debe tener el israelita de que Dios hizo el cielo y la tierra y todo cuanto la habita…, y ese Dios se enamoró de vuestros padres y los amó y o escogió de entre todos los pueblos… Va quedando claro que la relación que Dio desea es una relación de enamorado, de un Dios que elige expresamente a un pueblo y en él deposita sus enseñanzas y sus promesas.
Circuncidad vuestro corazón (otra vez nos habla de amor, que es el que brota del corazón)  y no endurezcáis vuestra cerviz, porque el Señor es Dios de dioses y Señor de los señores.
Dios grande y terrible: grande porque no hay otro como él. Y a la par que es ese Dios cercano enamorado, suscita el sentimiento de lo terrible (que causa terror reverente) porque Dios no es uno de nosotros y queda en la altura de su trascendencia. “A Dios sólo servirás y a él solo amarás”, porque Dios es cercanía y trascendencia: siempre está más alto y por encima de los hombres. Pero al mismo tiempo ese Dios no es parcial, no acepta soborno, hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al forastero, dándole pan y vestido. Queda expresado de forma sencilla el misterio de Dios.
Y adonde todo eso conduce es a que ese pueblo ame al forastero, y a que el hombre se apegue a Dios, y Dios sea su orgullo po las enormes hazañas que hizo a favor nuestro, y que nuestros ojos han visto.
Puede ser que “leamos” simplemente, y nos parecerá hermoso. Y ojalá que nos sirva para una meditación que nos haga conocer más y mejor a nuestro Dios, que es ese Dios que ha presentado Moisés, con el añadido substancial de que toda su realidad nos la ha manifestado a nosotros en Jesucristo. En él tenemos la imagen clara de Dios, afinada por la delicadeza que nos aporta el conocimiento de Jesucristo.
En el evangelio de Mt 17, 21-26 Jesús repite una vez más el anuncio de lo que va  venir sobre él: Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán pero resucitará al tercer día. Los discípulos se pusieron muy tristes. Es verdad que resucitaría, pero eso les suena a ellos menos, mucho menos, que le hecho de la muerte a manos enemigas. Lo de resucitar no era un hecho que se les ofreciese a ellos como algo normal. Lo de morir lo entendían mucho más y con más realismo. Y eso es lo que les ponía tristes.
Llegan a Cafarnaúm y se presenta el tema del tributo: ¿Lo paga Jesús o no? ¿Está Jesús por encima del tributo a no? Jesús deja primero en claro que los hijos no son los que pagan el tributo, pero para no escandalizar, lo pagará. Cierto que él no tiene dinero para ellos, pero encarga a Simón Pedro echar el anzuelo en el mar y el pecad que pesque traerá una moneda en la boca, con un valor doble a lo que hay que pagar, Que lo tome Simón y que pague por Jesús y por el propio Simón.

Deja claro de una parte a Jesús y sus deberes cívicos, y de otra el carácter providencial de aquel pago. Es de las pocas veces que Jesús actúa a favor propio con su poder, pero lo hace enseñando a que lo cortés no quita lo valiente y que no se excluye él del pago del tributo civil. 

1 comentario:

  1. El Señor nos ha dado una Ley y nos exhorta a cumplirla para que la convivencia entre los hermanos sea posible. Todos tenemos que contribuir al bienestar de todos. Recibimos unos beneficios y, por lo tanto,tenemos unas obligaciones que no se limitan a unas aportaciones económicas. Los cristianos tenemos que ayudar desinteresadamem al que lo necesite y a esforzarnos diariamente por una convivencia pacífica, generosa y fraterna.

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