viernes, 5 de mayo de 2017

5 mayo: Jesús y María

PRIMER VIERNES
Acto a las 5’30.- Málaga. En el Salón.
HORA SANTA a las 7.- En la iglesia

MADRE DE CRISTO
          Al encontrarnos en el PRIMER VIERNES del mes de MAYO, MES DE MARÍA, la reflexión del blog quiere unir estas dos realidades en esa relación real que existió entre María y Jesús, esa relación materno-filial, por la que ella fue inculcando en el Niño, en el adolescente y en el joven la ternura, la delicadeza, la grandeza, la fe, la confianza en el Dios de Israel, al amor a los semejantes, la mano tendida, el saber quedarse sin una merienda cuando alguien la necesitaba más. María no fue solo la “Madre de Jesús” porque lo dio a luz. Fue la madre que modeló un corazón y lo fue haciendo al modo de Dios, tal como María lo había conocido y meditado tantas veces a través de sus maravillas al paso de los siglos en el desenvolvimiento  del Pueblo de Dios. María enseñó a Jesús al Dios de las misericordias, al Dios cercano y compasivo, al Dios mil veces perdonador, al Dios que acudía a cada necesidad. María enseñó la belleza que tenía estar abiertos a Dios, a conocer los secretos amorosos de un Dios que quiso hacer del pueblo hebreo “su pueblo”,  “la esposa fiel”, “el hijo preferido”, “la viña cuidada”, “el rebaño” bajo sus delicadezas de Pastor… Y Jesús fue asumiendo y adentrando cada una de aquellas realidades. Y él –de su parte- le añadió un concepto que resultaba novedoso: Jesús lo experimentó y lo llamó: PADRE. Y esa idea, casi inconcebible en el mundo judío, la hizo suya María. Y el Jesús adulto y la Madre, tuvieron conversaciones sublimes que encendían ambos corazones. María y Jesús se encontraron en las profundidades de una oración en la que sobrevolaba el pensamiento de un Dios bueno, al que se dirigían ambas barcas con el alma puesta en el horizonte, en donde tan fácilmente se encontraban madre e Hijo y se comunicaban las más hermosas experiencias. Jesús había aprendido de María. María aprendió de Jesús. En un Primer Viernes de Mayo, al Corazón de Jesús hay que hallarlo junto al Corazón de María.

          Ya decía yo ayer que la crisis brotó de aquella última afirmación de Jesús: El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Era una afirmación muy fuerte. Había que “comer su carne y beber su sangre”…, y esa idea repugnaba, se salía de los límites de una enseñanza espiritual. Hasta allí habían aguantado los oyentes. Al llegar aquí (Jn  6,53-58) ya se rebelan y se preguntan con extrañeza y repulsa: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Y se está preparando la ruptura. Pero Jesús sigue ahondando, horadando, y poniendo las cosas cada vez más “claras” y a la vez más difíciles: Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo el hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. Algo que para nosotros es de una evidencia y de una facilidad de comprensión “de andar por casa”, porque ya “nos la ha traducido” en el misterio de la Eucaristía. Pero para aquellos judíos…, para aquellos mismos apóstoles, ¿qué podían entender de aquellas afirmaciones así dichas y así oídas?
          El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él. Imaginen que alguien les llega diciendo unas cosas así. Lo más fácil es tomarlo a broma. Pero Jesús no lo decía en son de broma. Entonces aquel hombre estaba loco de remate. Y cuando menos era un iluminado que estaba diciendo sandeces… ¿Cómo iba a dar a comer su carne y a beber su sangre? Pues acabará diciendo Jesús, afirmándose en sus dichos: el que me come, vivirá por mí; éste es el pan que ha bajado del cielo, no como el de vuestros padres, que comieron el maná y murieron: el que come este pan, vivirá para siempre.


          Celebramos nosotros la verdad de aquellas palabras. Nos emociona la realidad de aquella promesa que para nosotros ya es un hecho. Participamos de la Eucaristía como el HECHO REAL en que todo aquello se ha plasmado. Y damos gracias a Dios porque vemos ya realizado lo que aquellas gentes tuvieron que recibir con escándalo, porque aún no se le había revelado el misterio sublime del Jueves Santo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!