miércoles, 24 de mayo de 2017

24 mayo: La Virgen como camino

Nuestra Señora de la Estrada
          Saliéndome hoy de las advocaciones litánicas de María, dedico esta página del blog a una advocación mariana muy jesuítica, como es la celebración litúrgica de la Virgen de la Estrada o del Camino, cuya fecha queda fijada por el Papa León XIII para el 24 de mayo, con Oficio litúrgico propio.  [Dado que “María, Auxilio de los cristianos” o MARÍA AUXILIADORA, ha sido ya tomada como una de las advocaciones que el blog ha tratado, me ciño a la Virgen de la Estrada en mi reflexión de este día].
          Es un cuadro que se venera en la Iglesia principal de los jesuitas en Roma, la Iglesia del Gesú, la que fue inicialmente una pequeña Capilla que había en el camino del Capitolio, en donde San Ignacio y sus primeros compañeros veneraron a aquella imagen con singularísima devoción, y que vino a ser la primera Iglesia de los jesuitas. Fue una imagen coronada canónicamente en 1541 y centra la notable devoción de muchos fieles.
          La advocación de SANTA MARÍA DEL CAMINO es de mucho sentido espiritual y aun evangélico. Espiritualmente, María como camino para ir a Jesús es absolutamente significativo. El lema que tantas veces hemos repetido: A Jesús por María, es toda una síntesis de esa advocación de “la Virgen de la Estrada” [en italiano la “strada” es el camino), y es pura teología evangélica que nos dejó Jesús en la cruz cuando encargó a María: Ahí tienes a tu hijo, y al discípulo: ahí tienes a tu Madre. Si quieres llegar a mí, nos está diciendo Jesús, has de hacerlo a través de ese camino que yo te pongo por delante. Y bien conscientes somos de las muchas almas que han encontrado camino hacia Jesús a través de María. Yo ya he comentado que atribuyo mi vocación a aquellas “Avemarías” de saludo y despedida que me enseñaron a rezar en mis idas y salidas en los locales de la Congregación Mariana en mis años de adolescencia. María me condujo a Jesús. Y no ha dejado de hacerlo a través de los años en los que mi camino ha discurrido bajo la mirada de María Santísima.
          Pero elevando más la mirada, cuando Felipe está queriendo que Jesús les diga adónde va para poder saber el CAMINO que ellos deben seguir, Jesús se declara a Felipe como CAMINO, VERDAD Y VIDA. Jesús es EL CAMINO por antonomasia, el camino seguro que hay que recorrer. Caminando por los pasos de Jesús se llega al término. Y ahí, nosotros podíamos hacer de “Felipes” y seguir insistiendo a Jesús en la manera de hallar ese Camino que es él, cuando la realidad de aquellos momentos es tan difusa para los apóstoles que no saben por dónde tirar porque todo les suena a enigma. Y sería un momento propicio para que Jesús nos señalara a su propia Madre y nos dijera que la imitemos, que sigamos sus pasos, que nos apeguemos a ella…, porque ella es también VIRGEN DEL CAMINO, señalador infalible de la dirección que hemos de tomar para llegar hasta él. Y de seguro que vamos a encontrarlo. Y no tengamos empacho de tomar esa mediación para conocer más internamente a Jesús, puesto que él la ha adherido de tal manera a su obra que será a través de María como tendremos el camino más definido para llegar adonde está Jesús, para conocerlo más internamente y para penetrar en los sentimientos íntimos del Corazón de Jesús.

          Jn 16,12-13 no avanza mucho sobre los evangelios de días anteriores. Viene a hacerse un nuevo toque de atención sobre las muchas cosas que quedan aún por conocer de la enseñanza de Jesús, que no están recogidas en sus discursos, y que sin embargo han de constituir el acervo de la fe de los seguidores de Jesús. Para llegar a ello van a necesitar el Espíritu Santo, Espíritu de la Verdad, que será el que –cuando venga- dirá en el corazón de la Iglesia (representada ahora en los apóstoles) lo mucho que aún queda por decir: hasta la verdad plena. “Comunicará lo que está por venir. Él recibirá de mí lo que os irá comunicando”.

          En este evangelio aparece muy diáfanamente el misterio de la Trinidad, porque el Espíritu Santo comunicará lo que dice Jesús, y “todo lo que tiene el Padre es mío y tomará de lo mío y os lo comunicará”. Padre, Hijo y Espíritu Santo van poniendo ante la Iglesia la Verdad que los creyentes hemos de acoger como legado.

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