sábado, 13 de mayo de 2017

13 mayo: LA VIRGEN DE FÁTIMA

LA VIRGEN DE FÁTIMA
Reina de la paz
          La paz es el fruto de la armonía y lo opuesto a la tensión. Un autor antiguo decía: Si quieres la paz, prepara la guerra. Nuestros Papas han cambiado tal concepción y han afirmado: Si quieres la paz, prepara la paz. El saludo distintivo del Cristo resucitado –sin la más mínima referencia a lo sufrido- es: PAZ A VOSOTROS. Y el signo de una obra de Dios es LA PAZ. Viene expresada de diferentes maneras a través de los episodios evangélicos: No temáis.
          María, la filigrana nacida de las manos de Dios, tiene que ser Virgen de paz. No hay una Virgen de la guerra, de las tensiones, de la violencia, del miedo… Cuantas veces aparece María en situaciones bélicas o desagradables, no es tomada como defensora de esas realidades sino como protectora frente a ellas. Y si en alguna ocasión la mente humana ha pretendido hacer de María una patrona para guerrear contra el enemigo, habrá habido fanatismo, ignorancia… Y de lo que podemos estar seguros es que María intervino entonces como protectora del bien y no como instigadora del mal.
          María está en “la región de Dios”. Y Dios es Dios de paz. Ha hecho mucho daño la visión judía plasmada en el Antiguo Testamento por la que a Dios se le ha entremezclado como instigador de las guerras, protector de los ejércitos victoriosos de Israel, o causante de las derrotas enemigas. Los títulos de “Dios guerrero” o “Dios de los ejércitos” no definen precisamente al Dios Yawhé, salvo en aquellas mentes hebreas belicosas (bien reflejadas aun hoy día en el carácter judío actual). Pero la verdadera guerra que Dios mantiene es contra el mal, que es el antagonismo de Dios. “Dios de los ejércitos” es sólo un modo de expresar: “Dios poderoso”, que lucha abiertamente contra el pecado.
          El corazón de María es un reflejo del corazón de Dios. La paz que rezuma el corazón de María es un trasunto de la paz que irradia Dios. Por eso María, vive en su interior toda es paz que es propia del DIOS DE LA PAZ, y la que sintoniza perfectamente con el saludo de Jesús, que enseña a sus discípulos a entrar en una casa saludando con la PAZ DE DIOS…, y si en alguna casa no hay paz, os salís de ella y sacudíos hasta el polvo (de no paz) que se os haya pegado a los pies.
          En una era de violencia, de odios diabólicos, de luchas contra todo y contra todos, ¡y, muchas veces, lucha contra uno mismo!, María está haciendo mucha falta para poner serenidad en los pensamientos, equilibrio en las reacciones, sosiego en las ideas, paz en las conciencias y PAZ EN LAS ALMAS.  María es REINA DE LA PAZ y está allí donde hay paz o se busca la paz; será patrona de la paz siempre que se busque vivir en paz.
          No es la paz de los cementerios, la paz de donde no hay vida ni valor. Es la paz que se alcanza en el dominio de las propias reacciones y que refleja la paz del resucitado, que fue yendo de unos a otros hasta que se recuperara la paz que se había perdido en la tensión del viernes santo.
          Que María nos dé la paz al mundo. Nos traiga la paz a nosotros, y nos infunda la paz en nuestras conciencias, que son muchas veces las cubas en donde se fragua la guerra del amor propio y del odio al contrario.

          Jesús le dice a los Once que ya conocen al Padre (Jn 14,7-14). Felipe pide entonces; Muéstranos al Padre y nos basta. Y Jesús hace una de sus solemnes confesiones de divinidad (en el evangelio de Juan): Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? El Padre permanece en mí.
          Yo me voy al Padre y lo que pidáis al Padre en mi nombre, Yo lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. [“Pedís al Padre”-“en mi nombre”… Y lo que pedís al Padre. YO LO HARÉ].
          Todavía dice más: Os lo aseguro: el que cree en mí, hará las obras que yo hago y aun mayores. Admira esa afirmación y hasta parece que sobrepasa la verdad. Y sin embargo es posible que haya “ciegos” que no veían y que gracias a una palabra o un gesto nuestro, acaben “viendo”. Y quizás a lo largo de la historia de cada uno, pueda encontrar ese momento sublime en el que supo consolar a la “madre viuda” que ha perdido un hijo. Obras granes, y aun mayores…

          El que lee el evangelio de San Juan queda ya metido dentro de esa realidad de relación entre el Padre y el Hijo, y le queda dicho todo lo que puede necesitar. Por eso la pregunta de Felipe huelga porque el haber compartido vida y obras con Jesucristo es haber estado al tanto de la acción misma de Dios: Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre.

1 comentario:

  1. Hoy hace ya cien años en que los tres pastores, Lucía dos Santos,Francisco y Jacinta Marto, tuvieron unos encuentros con la Virgen. Fueron varias las Apariciones y en cada una, María les invita al rezo del santo Rosario, a la penitencia y a orar por la paz del mundo:Es el año 1917 y viven las calamidades de la Primera Guerra Mundial. El Papa Francisco, que llegó a Fátima como Peregrino, hizo una Oración, ¡preciosa! Le pidió a la Virgen por la Paz del mundo y que proteja las vidas de sus hijos entre sus brazos.
    Quién me ve a Mí, ve al Padre...quién ve a sus seguidores verá al Señor...Debia de ser así pero, cada uno de nosotros conoce sus puntos flacos y a veces nos ponemos muy tristes Esto Jesús no lo quiere. Él quiere que seamos portadores de vida y de alegría y para conseguirlo nos da un arma infalible: la Oración , y nos pide que no confiemos tanto en nootros mismos.

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