miércoles, 10 de mayo de 2017

10 mayo: el SÍ de María

Hágase según tu palabra
          El momento decisivo de la vida de María de Nazaret es aquel en el que se rinde plenamente a la voluntad de Dios con un decidido e incondicional: HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA. La Palabra que Dios ha presentado a María suponía una elección libre por parte de ella, y María la ha acogido en su plenitud.
          El secreto de la santidad no es hacer cosas más o menos heroicas, sino hacer lo que Dios ha propuesto, lo que es su voluntad y en definitiva lo que ÉL QUIERE. Porque a Dios no le importan si las cosas son más o menos llamativas, más a o menos grandes, sino si la persona se rinde a su deseo y hace aquello que realiza lo que Dios había puesto como objetivo. Que sea pequeño o grande no se mide por el valor de la cosa sino por la obediencia y fidelidad a la voluntad de Dios.
          El momento en que María ha recibido la visita del “ángel” y ha dejado claro que ella no vive maritalmente con varón, el resto es para ella un misterio que no le toca descifrar sino adaptarse plenamente a todo aquello que el “ángel” le comunica y explica. Por eso lo que María hace es rendir su voluntad al misterio y decir a boca llena lo que ella quiere que quede muy claro: que ella es esclava de Dios y que se haga en ella la palabra que Dios le ha comunicado. Esa palabra lo es todo. Con esa Palabra ella va a seguir adelante, aunque muy bien pudo comprender la muchacha que le cogían la vida entera con todas sus consecuencias, desde las inmediatas que podía colegir muy fácilmente (porque andaba por medio su matrimonio prometido a José, hasta todo lo demás que podía deducir quien conocía bien la historia del Siervo de Yawhé, que no se le despintaba como parte que a ella le iba a tocar vivir de cerca. Pero si de por medio estaba la PALABRA DE DIOS, a María sólo le tocaba que decir su absoluto, y dejarle ya a Dios todo el desarrollo de aquel misterio.
          Es la gran lección que nos deja el anuncio de Dios a María, que luego será corroborado por Jesús en dos ocasiones: lo que constituye pertenecer a él es escuchar la palabra de Dios y ponerla por obra. Con eso se habrá realizado todo el “parentesco” fundamental de Jesús…, toda la grandeza de la madre que lo crió (como fue la respuesta del propio Jesús a la mujer admirada de los méritos y obras y palabras de Jesús mismo).

          No queda lejos de todo este tema el que nos trae Jn 12,44-50, pues Jesús hace expresa referencia al valor de creer en el que le ha enviado…, y creer en sus palabras –que yo he pronunciado- y que no son sino las propias palabras del Padre. Porque Jesús, desde su enseñanza humana, no ha pronunciado palabras por su cuenta sino que es el Padre el que le envió, quien ha dicho lo que tenía que decir.
          Y ahora  lo que él dice no lo habla por su cuenta, porque el que cree en él no se queda creyendo en el hombre Jesús, sino que acepta al Padre que le ha enviado. Confiesa que él es la luz que luce y se ve, pero que el foco es el Padre y la Palabra que el Padre pronuncia, y por eso creer en él es no vivir en tinieblas, pues en él reverbera y se hace visible el foco esencial que es la PALABRA DE DIOS. De ahí que el ”juicio” que corresponde a cada uno no es el que Jesús va a a hacer sino el que queda hecho por la acogida o el rechazo de LA PALABRA.

          No queda mucho que poder explicitar más de todo este discurso de Jesús. Lo que sí toca es tomarse muy en serio todo este mensaje. Ya a nosotros nos llega a través de la consideración orante a través de la Biblia y muy concretamente a través el Evangelio, y llegar a asimilarlo de manera que se haga parte del propio pensar y del propio sentir. No deja de ser una realidad la facilidad con la que nos sentimos desligados de una palabra de Dios “porque es difícil”, “porque eso no es para nosotros”, porque algo nos ha sucedido que –con curiosa escapatoria- nos llegamos a creer exentos de aquello que ha mostrado una determinada Palabra de Dios. Y sin embargo esa palabra ha salido de su boca y no puede ya regresar vacía al Corazón de Dios. Tiene que llenarse de contenido, de exigencia personal, de compromiso adquirido, y que aquella Palabra nos esté pidiendo respuesta y respuesta a Dios. Ahí donde no cabe otra salida que la de la Virgen María ante el anuncio que recibió del mismo Dios. No queda más respuesta que el , para que SE HAGA EN MÍ SEGÚN ESA PALABRA DE DIOS.

2 comentarios:

  1. Hoy es el día de San Juan de Ávila, uno de los santos más importantes de la Historia de España, que ejerció una enorme labor en distintos campos de la vida de Andalucía y tuvo una decisiva influencia en el Clero, del que es Patrón.
    Sus restos se conservan el MONTILLA, en la Iglesia de la Compañía de Jesús, y es lugar visitado especialmente por los Sacerdotes.
    Hoy será también lugar de encuentro del Movimiento de Apostolado Familiar "San Juan de Ávila", inspirado precisamente en la espiritualidad de este Santo.

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  2. SÍ,Padre, yo asistí a esa Eucarstía concelebrada en Montilla. El Celebrante era un Obispo negro; estaba acompañado por los Obispos de Andalucía y por los Seminaristas.La Homilía, interesante: sAN jUAN DE Ávila ostentaba el título de "Apóstol de Andalcía". Era un teólogo que conocía la Biblia; un Predicador incansable, pero popular, era muy sencillo, exigente y muy misericordioso a la vez... Yo, condicionada por mi sordera, no pude enterarme del nombre del Sr Obispo...¡ Extraordinario!
    Antes del Santo Concilio Vat. II, se nos hablaba de un Dios Juez que condenaba...Ahora sabemos que no es así: que quién se pone en sus manos siempre sale perdonado y fortalecido.No es bueno hablar de Dios en términos humanos, porque , desde nuestras poquedades nos podemos confundir: Dios quiere nuestro bien, Dios quiere nuestra salvación y no quiere condenar a nadie. Se aleja de Dios y se condena el que lo decide por su propia voluntad.

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