domingo, 9 de octubre de 2016

9 octubre: La gratitud

Liturgia
          Podríamos definir la liturgia de hoy como de la gratitud. Naamán ha quedado curado de su lepra por las indicaciones del profeta Eliseo. (2re 5, 14-17). Y el general sirio, agradecido, quiere hacerle un obsequio al profeta. El profeta lo rehúsa y Naamán, que está agradecido al Dios de Israel, pide que le dejen llevar dos sacos de tierra de Israel porque en adelante quiere celebrar sus sacrificios sobre aquella tierra del pueblo de Dios. Es una manera de vivir la acción de gracias.

          El evangelio de San Lucas (17, 11-19) nos muestra a 10 leprosos que han venido a Jesús pidiéndole la curación. Se detienen a lo lejos porque los leprosos no podían acercarse a los demás, y a gritos le piden a Jesús: Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros.
          La respuesta de Jesús es la del que ha escuchado la petición porque ir a los sacerdotes suponía que los sacerdotes debían certificar la curación. Y ellos se fueron hacia los sacerdotes y por el camino advierten que están curados: que su piel está limpia. Y mientras 9 siguen hacia ese destino, llenos de alegría y solamente pendientes ya de su certificado de salud, uno se vuelve a Jesús para agradecerle la curación. Se echa por tierra, profundamente agradecido. Era un samaritano. Identidad que ya es la segunda vez en dos domingos que resalta el evangelio de Lucas. Y es que mientras los judíos no han sabido volver y se han quedado con el cumplimiento de su ley: ir a los sacerdotes, el samaritano no tiene leyes y antes de ir a los sacerdotes se ha venido a Jesús para darle las gracias.
          Jesús pregunta entonces: ¿no eran 10 los curados? Los otros 9, ¿dónde están? Y se admira de que un extranjero es el que ha sabido volverse a agradecer. Ese extranjero encuentra la palabra consoladora de Jesús: Levántate, vete, tu fe te ha salvado.
          En el fondo del relato se sobrepone el sentido de la gratitud, que es el aspecto que quiere subrayar la liturgia de hoy, para hacernos a nosotros agradecidos a los dones que recibimos del Señor. Y puede ser una ocasión para hacer una especie de letanía de los favores que tenemos recibidos y de los que somos conscientes y podemos ir recordando, e irlos presentando a Dios con una acción de gracias repetida: Te damos gracias, Señor.
          Pero evidentemente esa lección se abre a una actitud de agradecimiento en general. Debemos ser personas agradecidas, que expresamos nuestras acciones de gracias a todo el que nos ha hecho un bien. Se trata de abrir nuestro yo de tal manera que no nos quedemos encerrados en una postura de “recibir” sino también de dar. Y qué menos se ha de dar que “las gracias” por aquellos favores  que recibimos de unos y de otros. En el fondo toda acción de gracias a nuestros hermanos se acaba haciendo una forma de dar gloria a Dios.
          La 2ª lectura (2Tim 2, 8-13) nos invita a hacer memoria de Jesucristo resucitado, lo que ya es una razón de dar gracias porque por su resurrección somos personas de fe. San Pablo da gracias porque por ese evangelio lleva sus cadenas…, pero la palabra de Dios no está encadenada Así, pues, ya plantea Pablo que morir con Cristo es resucitar con Cristo y es reinar con Cristo, que permanece fiel aun cuando nosotros faltáramos a esa fidelidad.
          La EUCARISTÍA, en su misma etimología, es ya ACCIÓN DE GRACIAS. Damos gracias a Dios por el hecho de participar en ella, y damos gracias por los bienes que nos vienen con ella. En ella vivimos el misterio salvador de la muerte y la resurrección de Jesucristo, y con ella gozamos de su presencia real por la que permanece siempre con nosotros hasta el fin del mundo.


          A ti, Dios nuestro, dedicamos hoy esta oración en acción de gracias. Por eso te repetiremos. GRACIAS, SEÑOR.

-          Por el don de la vida, te decimos: Gracias, Señor.
-          Por los que nos trasmitieron y educaron en la fe, te decimos: Gracias, Señor.
-          Por la Iglesia y por nuestro Bautismo, puerta de la fe, te decimos: Gracias, Señor.
-          Por los dones que recibimos a diario, te decimos: Gracias, Señor.
-          Por la fe que hoy vivimos, te decimos: Gracias, Señor.
-          Por la redención y por la Eucaristía, te decimos: Gracias, Señor.
Gracias, Señor por tantas y tantas maravillas que nos haces sentir a diario, y por la esperanza de vida eterna.

          Te ofrecemos nuestra acción de gracias por medio de Jesucristo N.S.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad9:12 a. m.

    Hermoso pasaje evangélico el que nos presenta este domingo:Ser agradecidos.Ser agradecidos es una gran virtud. No hay cosa que se pueda decir con mayor brevedad, ni oir con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación y más utilidad:"Gracias Dios mío".
    Los beneficios recibidos superan, con mucho ,las arenas del mar , afirma San Juan Crisóstomo. San Agustin al comentar este pasaje del Evangelio, señala :"Nuestro, no es nada, a no ser el pecado ".Tambien en la carta a los corintios escribe san Pablo:"¿Qué tenéis que no hayáis recibido?.
    Con frecuencia vivimos pensando en nuestras necesidades y carencias y pensamos poco en lo que tenemos y por eso lo apreciamos menos y nos quedamos cortos en nuestra gratitud.
    Agradezcamos todo al Señor. Vivamos con la alegría de estar llenos de regalos de Dios y repitamos siempre con el corazón ¡QUÉ BUENO ERES SEÑOR!

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