jueves, 27 de octubre de 2016

27 octubre: Las armas del cristiano

Liturgia
          Pablo plantea esta parte de su carta como una lucha. Y para actuar en esa lucha inventa una armadura propia de un guerrero: Poneos las armas que Dios os da para poder resistir a las estratagemas del diablo. (6, 10-20). Porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso…, sino contra los poderes que dominan este mundo de tinieblas.
          En efecto, la vida es una lucha y hay que tomar las armas de Dios para poder resistir en el día fatal…, y mantener nuestras posiciones. Lucha contra el mal y firmeza en las posiciones cristianas.
          ¿Cuáles son las “armas de Dios”? El cinturón, la verdad. La coraza, la justicia. Calzas para anunciar la paz. El escudo bien embrazado, la fe. Casco, la salvación. Espada, la del espíritu, que es toda palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración.
          Y cuando ha puesto a los suyos en actitud de guerra contra el mal, él pide oraciones a su favor…, pero no para ventajas propias sino para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el Evangelio, del que soy embajador… en cadenas. Pedid que tenga valor para hablar de él como debo.
          Es patente que les ha planteado a sus fieles efesinos una actitud cristiana que lleva dentro una actitud de lucha. Sabe Pablo que el mundo con el que se van a encontrar (el mundo de las tinieblas) les va a salir al paso para impedirles vivir su fe. De frente o disimuladamente, “las tinieblas” están al acecho, y los hijos de la luz se duermen con más frecuencia de lo que parece. Pues bien: a esa comunidad a la que está dirigiendo una carta tan rica en contenidos, le advierte que van a tener que ponerse en actitud de lucha para sacar adelante sus principios.
          Que si Pablo se pusiera ahora mismo delante de nosotros y de la situación en la que nos desenvolvemos, iba a tener que recordarnos esa “indumentaria” con la que tenemos que protegernos y a la vez sacar la espada de la oración. Y no sólo es mirando los ataques directos que pueden venir desde fuera, sino el estado de somnolencia espiritual y displicencia con la que se vive la exigencia cristiana. Porque más de un fallo y de una pérdida de posiciones, vienen de la indolencia y la falta de seriedad de muchas actitudes.

Jesucristo fue avisado por los propios fariseos del peligro que tenía ante la actitud de Herodes que, tal como advertían ellos, quería matar a Jesús. (Lc 13, 31-35).
Jesús no se achicó ante la amenaza ni ante el pelele de Herodes: Id y decidle a ese zorro… También Jesús tenía bien embrazado el escudo de su fe. Y con ella sabía que por ahora no iba a poder hacer nada Herodes: Hoy, mañana y pasado tengo que caminar… Hoy, mañana y pasado va a continuar predicando y desarrollando su misión, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. Y Jesús iba dirigiéndose a Jerusalén, pero no había llegado a ella.
Y ahora se enternecen sus entrañas y sufre su Corazón, porque ha nombrado a Jerusalén, y le duele pensar que la gran ciudad sea tumba de hombres que vinieron a hacer el bien: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Es un lamento doloroso por aquella ciudad. Pero no se queda en eso. Le duele mucho más ¡cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a los pollitos bajo sus alas! Pero no habéis querido. Ese es el dolor más grande: no se dejaron proteger, no dejaron lugar al calor que Jesús quería darles. Las consecuencias las prevé Jesús: Vuestra casa se os quedará vacía. Era una profecía muy seria.

Por lo que a él respecta, en Jerusalén no lo van a ver ya hasta el día en que exclaméis: bendito el que viene en el nombre del Señor, el día en que haya una manifestación mesiánica que deje claro que ha venido como Mesías y que no es un impostor que se ha metido de rondón en la vida del pueblo judío.

1 comentario:

  1. Jesús "bajó del monte con ellos"Él nunca iba sólo porque había creado una Comunidad. A sus Apóstoles les ha dado confianza y responsabilidad. Les ha enseñado y ha compartido con ellos su vida y misión. El Evangelio lo explica para que veamos cómo debe ser la Iglesia. Sobre la piedra angular de Jesús y el cimiento de los apóstoles- primera lectura- estamos construyendo y debemos enseñar a construir a las generaciones que vengan más tarde.

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