miércoles, 19 de octubre de 2016

19 octubre: Vivir preparados

Liturgia
          Estamos ante uno de los textos más ricos y más solemnes de San Pablo: Ef 3, 2-12. En él San Pablo quiere desvelar el gran misterio que se le ha confiado a él. Y es que los gentiles (los no judíos) también son coherederos y miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa de Jesucristo por el evangelio. El evangelio o noticia de salvación, llega a todos; no se queda en el pueblo judío por aquello de haber sigo pueblo elegido de Dios. En este momento, tras el anuncio del evangelio, que es la salvación que Cristo ha traído, ya no hay distinción de judíos y griegos, pueblo de Dios y gentiles, porque todos han sido ensamblados en un solo y único cuerpo que es el de Cristo.
          De ese evangelio yo soy ministro por la gracia que Dios me dio con su fuerza y su poder, a mí que soy el más insignificante de todo el pueblo santo. Pero a mí se me dio esta gracia de anunciar a los gentiles la insondable riqueza que es Cristo, e iluminar la realización del misterio escondido desde el principio. Pablo está emocionado. Se sabe débil y pequeño, pero con la riqueza de Dios en sus manos porque Dios se la ha encargado. Y lo que estaba oculto hasta ahora, a él se le ha descubierto: que todo el mundo es destinatario de la gracia de la salvación. Esa es la insondable riqueza que es Cristo.
          Así, mediante la Iglesia –la Iglesia es el instrumento de salvación- ahora pueden conocer todos la inmensa sabiduría de Dios que, en su designio eterno, ha realizado en Cristo la salvación, el libre acceso a Dios por la fe en él. La Iglesia (la denostada Iglesia para muchos) es el vehículo que nos comunica con la posibilidad de conocer la salvación que Cristo ha traído, llevando a la práctica el designio eterno de Dios de que “todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”.

          El evangelio es de Lucas como toda esta temporada (12, 39-48) y es la llamada de Jesús a que vivamos preparados todos los días y cada momento del día para enfrentarnos a la muerte con garantía de haber vivido de acuerdo con Dios.
          Presenta hoy a la muerte como un ladrón que aparece sin que se sepa que llega. Porque si se le esperara, podría uno guardar sus bienes y no dejar que se los arrebaten. Pues vosotros estad preparados porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del hombre.
          San Pedro preguntó si esa parábola iba por ellos o por todos. No le dio el Señor expresamente una respuesta a su pregunta, sino que explicó con más detenimiento lo que acababa de decir. Somos administradores de unos bienes sobrenaturales y tenemos que cuidar de ellos. Cuando llegue el amo y encuentre a sus sirvientes custodiando esos bienes, serán criados dichosos.
          Pero si se da el caso de que esos servidores que han de administrar bien, en vez de guardar el orden son ellos los que sacan los pies del plato, y maltratan a sus semejantes y se emborrachan, y destrozan la  vajilla, al llegar el amo les retirará su confianza y los condenará al castigo de los que son infieles.
          Y concluye: el criado que sabe lo que su amo quiere y no lo pone por obra, merece un castigo mayor. El criado que no sabe lo que su amo quiere y procede de forma que merece castigo, será castigado en grado menor. Hay, pues, una palabra iluminadora de Jesús. Aquí no ocurre como en el plano judío en el que las personas incurren en “impureza legal” aun no siendo plenamente causantes de una situación. Para Jesús es culpable el que actuó mal, pero es menos castigado si lo hizo por ignorancia.
          Concluye Jesús con el principio general: al que mucho se le dio, mucho se le exigirá. A quien menos se le dio, se le exigirá menos.

          Ahora queda la incógnita de lo que cada uno hemos recibido. Es muy fácil decirle a la gente de Iglesia: “Ustedes han recibido mucho del Señor”, y que eso venga a tapar de alguna manera la propia responsabilidad de los otros. Cada cual lleva su arma en su armario y lo que a cada uno nos toca es mirarnos a nosotros mismos y saber descubrir lo mucho que recibimos de Dios. De los demás no sabemos ni nos toca saberlo. Rindamos cada uno de acuerdo con una conciencia de privilegiados del Señor, que es a lo que hemos sido llamados.

4 comentarios:

  1. Hoy celebramos la Fiesta de San Pedro de ALcántara, un español, un contemplativo, un extremeño de Alcántara que se llamaba Juan de Sanabria pero al hacerse Franciscano tomó el nombre de Pedro.Hombre muy austero, amante del silencio, contemplativo, reformador de su Orden, similar a la de Teresa de Jesús con el Carmelo.Un hombre que supo salir de sí mismo y que mantuvo a lo largo de su vida una amplia actividad apostólica.

    Los que tenemos cada día la oportunidad de acoger la palabra de Dios, somos muy afortunados; somos de los que se nos dió mucho, por lo tanto, se espera de nosotros una respuesta adecuada. El Evangelio quiere recordarnos nuestra responsabilidad: si hemos recibido tantos dones gratuitamente, también tenemos que aprender a darnos con generosidad a todos.

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  2. Ana Ciudad3:25 p. m.

    "Se le exigirá mucho..."Este pasaje del Evangelio es una fuerte llamada a la responsabilidad. ¿Cuántas gracias, destinadas a otros, ha querido el Señor que pasen por nuestras manos?,Pensemos en las incontables gracias que hemos recibido a lo largo de nuestra vida y esos incontables dones que nos son desconocidos.Todos tenemos una mision:repartir gratuitamente lo que gratuitamente hemos recibido.Tendremos que rendir cuentas. Seremos juzgados según los frutos, abundantes o escasos ,que hayamos dado.No

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    1. Ana Ciudad3:31 p. m.

      Ese "No"final ha sido un fallo del móvil a traves del cual he hecho este comentario

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  3. Ana Ciudad3:27 p. m.

    "Se le exigirá mucho..."Este pasaje del Evangelio es una fuerte llamada a la responsabilidad. ¿Cuántas gracias, destinadas a otros, ha querido el Señor que pasen por nuestras manos?,Pensemos en las incontables gracias que hemos recibido a lo largo de nuestra vida y esos incontables dones que nos son desconocidos.Todos tenemos una mision:repartir gratuitamente lo que gratuitamente hemos recibido.Tendremos que rendir cuentas. Seremos juzgados según los frutos, abundantes o escasos ,que hayamos dado.No

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