viernes, 28 de octubre de 2016

28 octubre: San Simón y San Judas

Liturgia
          Hoy celebramos la FIESTA de San Simón y San Judas; Simón, por sobrenombre “Zelotes”, y Judas al que llamaron “Tadeo”, dos apóstoles de los Doce elegidos por el Señor para estar con él y para enviarlos a predicar y echar demonios. No hay mucha historia concreta de ellos, salvo la carta breve de San Judas entre los escritos del Nuevo Testamento.  Y por esas cosas de la piedad popular, a San Judas se le ha considerado el “patrón de las causas imposibles” y se ha montado sobre él un tipo de devoción que el propio apóstol hubiera rechazado por el matiz tan claramente supersticioso y comercial que ha adquirido la tal devoción. Y puede ser que sea “patrón de las causas imposibles” (de las que no es el único en la piedad del pueblo), pero a San Judas le hubiera gustado otra forma de oración y atención que las de las fotocopias multiplicadas y las amenazas para quien no las multiplica.
          En fin: esa es una causa imposible contra la que no puede el propio santo, y basta dejarlo reseñado por si contribuye a que una sola persona sea capaz de romper esas “cadenas”, sin sentirse por ello amenazada de los castigos del cielo.

          La liturgia se toma de la carta de San Pablo a los efesios, en un punto que no hace tanto que hemos tratado. (2, 19-22). Pablo dice a aquella comunidad que ya no son extranjeros ni forasteros sino ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios, porque están edificados sobre el fundamento de los apóstoles, y el propio Cristo es la piedra angular. El “fundamento de los apóstoles” y –por tanto- también de San Simón Zelotes y San Judas Tadeo.
          Por Cristo todo el edificio queda ensamblado y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Y la consecuencia, que llega directamente a los fieles de Éfeso y a todos los cristianos, es que por Cristo, también os vais integrando en la construcción para ser morada de Dios, por el Espíritu. Y con la afirmación primera, en el cimiento de ese edificio están los apóstoles, como piedras vivas y fuertes de la construcción.

          El evangelio (Lc 6, 12-16), también reciente en el blog, es el momento trascendental de aquella noche que se pasó Jesús en oración, en la montaña, para –al llegar el día- llamar a sí a sus discípulos, y escoger a doce de ellos, a los que nombró apóstoles. Sublime momento de la historia que nos dio ese cimiento básico que luego se expandió por el mundo, y del que somos seguidores y beneficiarios.
          Valga como anécdota chusca la pregunta que me hizo una mujer, sobre si este Judas es el que había entregado al Señor. Ahí se muestra hasta dónde una piedad popular cae en el absurdo, y hubiera sido capaz de dar culto al traidor.

          En la lectura continua entramos en otra carta de san Pablo de una belleza especial –la de los filipenses (1, 1-11)- que nos ha de dar puntos hermosos de reflexión y de profunda teología.
          Hoy encontramos, en el inicio de esa perícopa, una acción de gracias de Pablo cada vez que los menciona, y siempre reza por ellos. Y es que la comunidad de Filipos ha sido colaboradora de Pablo en la propagación del Evangelio, desde el primer día. Esa es la confianza de Pablo: que el que ha inaugurado entre ellos una empresa buena, la llevará adelante.
          Os llevo dentro, y está perfectamente justificado, porque tanto en mi prisión como en mi defensa, todos compartís conmigo. Y ésta es mi oración: que vuestra comunidad crezca más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, a gloria y alabanza de Dios.
          Hay momentos en que uno tiene que hacerse a un lado, y limitarse a dejar hablar a la Palabra revelada, porque ella encierra una riqueza que uno no debe interrumpir.

          En el evangelio (Lc 14, 1-6) tenemos un caso más de actuación de Jesús a favor de un enfermo. Que es sábado y que eso ofendía la sensibilidad del anfitrión que lo había invitado a comer. Jesús tuvo la deferencia de preguntar si era lícito en sábado curar, o no. Y naturalmente ellos se quedaron callados porque no podían decir ni sí ni no. Jesús recurrió a su razonamiento de que en sábado se puede desatar al buey o al asno para llevarlos a abrevar. ¡Cuánto más se podrá sanar a un enfermo que sufre! Tomó al enfermo, lo curó y lo despidió. Los fariseos quedaron sin respuesta.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad4:45 p. m.

    Pocas noticias nos han llegado sobre la vida de los Apóstoles , Simón y Judas, cuya fiesta celebramos hoy. De Simón sólo sabemos que fue elegido por el Señor para formar parte de los Doce y de Judas que era pariente de Jesús y que fue el que le formuló al Señor en la Última Cena, la pregunta:Señor, ¿qué ha pasado para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?. Desconocemos dónde fueron enterrados sus cuerpos y no sabemos las tierras que evangelizaron.No se preocuparon de llevar una tarea en la que sobresalieran sus dotes personales, sus conquistas apostólicas ni los sufrimientos que padecieron por el Maestro.Procuraron permanecer ocultos y dar a conocer a Cristo.En esto hallaron la plenitud y el sentido de sus vidas.Y a pesar de sus condiciones humanas, escasas para la misión para la que fueron elegidos,llegaron a ser la alegría de Dios en el mundo.

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