miércoles, 28 de octubre de 2015

28 oct.: Simón y Judas Tadeo

Liturgia.- Fiesta de San Simón y San Judas
          Escribiendo a los fieles de Éfeso, les dice (2, 19-22) que no son advenedizos en la ciudad de Dios, sino que tienen el rango de ciudadanos, miembros de la familia de Dios. Porque ellos, los de Éfeso, como cualesquiera otros de los que han entrado en la nueva economía, están cimentados sobre los apóstoles, que –a su vez- se fundamentan sobre la roca que es Cristo. Por Él, Piedra angular, todo el edificio queda ensamblado y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Es un edificio humano pero amasado con la fuerza de Jesucristo, en cuyo edificio también vosotros os vais integrando en la construcción, que será morada de Dios.
          Es toda una descripción de la vida cristiana, que siempre se ha de asentar sobre ese cimiento de los apóstoles, que nos legaron fehacientemente la doctrina de Jesús, para que nosotros seamos, a la vez, nuevas piezas que trasmitimos la fe que hemos recibido, y continuamos así el Reino que nos han legado.
          El evangelio de Lucas (6, 12-16) es el momento en que Jesús escoge a doce hombres de entre sus muchos seguidores, y los constituye apóstoles, o testigos directos de su obra. Y va desgranando nombres de aquellos discípulos y los va destinando a ser el cimiento de su obra, cada cual con sus riquezas y torpezas, su carácter y sus formas… Lo que da pie a irnos situando cada cual tras el modo de ser de aquellos hombres, desde el modo extremo de Tomás, al primario de Simón…, y al ocultamiento de San Simón o San Judas Tadeo, de los que apenas hay más de un dato en los evangelistas. Cada uno nos podemos sentir más “identificados” con uno o con otro, pero en todos nos estamos sintiendo piezas vivas de un Reino en el que tenemos una misión, un legado que comunicar a los que vienen detrás de nosotros.

          En la LECTURA CONTINUADA (que tiene el incomparable valor de mantener unas líneas de exposición que se van enriqueciendo de día en día), la carta a los romanos (8, 26-30) insiste en la fuerza del Espíritu de Dios en nosotros: ese Espíritu viene en defensa de nuestra debilidad…; se hace oración íntima en nosotros “con gemidos inefables” (ora en nosotros con toda intensidad en un “lenguaje” que nosotros mismos no sabemos descifrar, pero que se traduce en esas ansias del bien y de la verdad, que brotan el fondo del corazón humano.
          A los que aman a Dios todo les sirve para el bien…, expresión de gran riqueza porque supone esa visión positiva que da el amor. El amor “cubre” toda la negatividad, la dificultad para comprender esos misterios de Dios en los que nos desenvolvemos. Y desemboca en la seguridad de que caminamos hacia el bien, y que todo cuanto nos viene va orientado por Dios hacia un bien. Y eso es así aunque muchas veces no lo veamos a simple vista, y hayamos de aplicar los prismáticos de la fe. A los que ama, a los que Dios ha escogido (que son los muchos), Dios los destina a ser imagen de su Hijo. Y una vez que son imágenes de Jesús, son llamados, santificados y conducidos a la gloria de Dios.
          El tema del Evangelio (Lc. 13, 22-30) da respuesta a la pregunta que puede suscitarse en el tema anterior: ¿Son muchos los elegidos? Y Jesús no responde con un sí o un no, sino con una nueva invitación a entrar a engrosar el grupo de los muchos. Serán muchos o pocos según sepan y puedan entrar por la puerta estrecha. La avenida de la vida se recorre más o menos alegremente. Unos se mantienen enjutos porque tomaron en serio aquello de quien quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo. Otros se fueron inflando de orgullos, placeres, dinero, vanagloria. Y al desembocar de la avenida se encuentran todos con la puerta estrecha, que tiene las dimensiones exigidas para pasar al “lado de allá”, donde espera Jesús. Y no todos pueden traspasar el dintel porque van demasiado inflados. Los que llegan en sus debidas dimensiones, pasan sin dificultad, o –por la realidad de la vida misma que apega a muchas bagatelas- se han de dejar un poco de su piel en el intento. Pero desembocan allí donde está Jesús, donde se inicia el camino del Reino de Dios aquí en la tierra.

          No bastará a los pagados de sí mismos presentar las falsas credenciales de haber participado en eventos externos, en esos forrajes que aparentan pero que siguen dejando henchidos de sí mismos… La puerta es estrecha y no se puede traspasar cuando “las dimensiones” y el volumen del YO dejan sin efecto aquella abnegación que Jesús pidió como condición de su seguimiento.

2 comentarios:

  1. Jesús se entrega q una Oración larga e intensa, porque ha decidido la elección de los Apóstoles y es una decisión muy importante, esencial para la vida futura de la Iglesia que va a fundar. Por eso, antes de actuar, Cristo se recoge y se pone en manos de Dios, dialoga con Él por espacio de una noche entera, con la paz y el discernimiento y la ternura filial propia de un Hijo que confía y adora a su Padre.; prueba que la Oración es fundamental para pasar luego a la acción. Nosotros tenemos que aprender de Jesús y buscar el contacto permanente con Dios y, como Jesús, dedicarle mucho tiempo. ¿Cómo es nuestra oración?¿Tenemos intimidad y confianza con Dios? ¿Sabemos que nos ama y que nos ha creado por amor y nos ha enviado a realizar una misión concreta?, ¿la estamos realizando?

    ResponderEliminar
  2. Ana Ciudad6:01 p. m.

    CREO EN LA COMUNIÒN DE LOS SANTOS. (continuación)

    La palabra comunión significa "unión-con" y en esta confesiòn de fe, tiene dos significados estrechamente relacionados "comunión en lascosas santas" y "cominiòn entre las personas santas".
    Comunión de los bienes espirituales: la fe de los fieles es la fe de la Iglesia, recibida de los Apòstoles.
    La comunión de los sacramentos,sobre todo el Bautismo, que es la puerta por la que los hombres entran en la Iglesia.La comunión es aplicable a todos los sacramentos,puesto que todos ellos nos unen a Dios.Pero este nombre es màs propio de la Eucaristía, porque ella es la que lleva esta " comunión " a su culminación.
    La comunión de la caridad.En la comunión de los santos "ninguno de nosotros vive para sì mismo ". " Si sufre un miembro, todos los demás sufren con èl. El menor de los actos de caridad,repercute en beneficio de todos.Esta solidaridad entre todos los hombres vivos o muertos se funda la " comunión de los santos".Asì como todo pecado daña a esta comunión".

    Continuarà

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!