domingo, 11 de octubre de 2015

11 oct.: Ve y vende lo que tienes

Liturgia
          El domingo 28 B aborda un tema muy profundo: una sabiduría tan grande que define cómo se está verdaderamente en el seguimiento de Jesús. Se abre (Sb 7, 7-11) con una descripción de la SABIDURÍA. La Sabiduría que viene de Dios es preferible a todo otro valor. Más que la mayor piedra preciosa, más que los tronos y cetros reales. Todo es arena si se carece de la Sabiduría de verdad. Y todos los otros bienes llegan solos cuando se ha adoptado la verdadera Sabiduría.
          Y como esos concepto se nos queden en la teoría, el Evangelio (Mc 10, 17-30) nos baja a la realidad de un caso concreto: aquel joven que viene a Jesús para que le diga lo que tiene que hacer para tener vida eterna, Jesús le responde a nivel judío que para tener vida eterna tiene que vivir los mandamientos de la ley de Dios. Y le enumera expresamente los que hacen relación a los demás.
          El joven confiesa que todo eso lo ha vivido desde niño. Realmente era un buen israelita. Y Jesús sintió un afecto especial por él. Pero al mismo tiempo deduce Jesús que la venida del joven responde a algo más que “ganar la vida eterna”. Y le propone lo que ya es el Reino de Dios, el seguimiento de Jesús y de la obra de Jesús: una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dalo a los pobres (tendrás un tesoro en el Cielo), y luego vienes y me sigues.
          Estamos pues en una sabiduría profunda, la que supone seguir a Jesús, llegar al término de aquella vida buena que el joven ya vive…: el seguimiento de Jesús pide renuncia a bienes terrenos. Pide posponer todo al hecho de seguir a Jesús. Y bien se puede ver que es lo que se pide para poder ser cristiano.
          El joven sintió que le desbordaba aquello; frunció el ceño, volvió la espalda y se marchó pesaroso. En efecto le pesaba que no era capaz de dar el paso. Poseía muchos bienes y eran cadenas que le ataban a la tierra y le impedían esa vida que se proyecta hacia la eternidad. Y Jesús se quedó también herido en su corazón, y prorrumpió en un quejido que oyeron los discípulos: es más difícil que un rico entre en el Reino que meter un camello por el ojo de una aguja. Jesús recurría a sus típicas exageraciones para expresar una verdad: imposible era aquello del camello y el ojo de una aguja. Pues más difícil es que un rico alcance el Reino.
          Los discípulos se espantan y Jesús no da marcha atrás. Sólo especifica que lo que es imposible a los hombres es posible para Dios. ¿Y cómo es posible? Porque Dios puede ir haciendo esa labor que va haciendo pobre al que está subido en sus propios valores y bienes.
          ¿De qué “riquezas” estamos hablando como obstáculos para vivir el Reino de Dios y el seguimiento de Jesús? De todo aquello que monta a la persona en su burro particular… Hablamos de la soberbia, orgullo, engreimiento… Hablamos del egoísmo y del endiosamiento. Hablamos de poner por delante lo propio humano y dejar para segundo plano las cosas de Dios. Hablamos de poner la fuerza en el poder que da el pre4stigio, el dinero, el dominio, el situarse por delante y por encima. Hablamos de un mundo montado sobre el placer y el hedonismo…
          Es evidente que desde esas posiciones no hay manera de vivir el Reino de Dios, el seguir a Cristo, el ser cristianos. Como es claro que Dios tiene medios y poder para hacer bajar de ese burro. Y que el día que entramos en otra dinámica de la que llevamos, podemos decir que somos cristianos. Y mientras no descendemos, estamos como aquel joven en un sí pero no, en un querer y no poder, en una situación que nos avergüenza y nos hace fruncir el ceño porque sabemos que no estamos dando la nota que suena bien a los oídos de Jesucristo.
          Hay una 2ª lectura que debiéramos tener a la vista siempre para recordarla y meditarla (Heb. 4, 12-13): La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto en que se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos…  Es el núcleo de la verdadera sabiduría: ir a la Palabra de Dios y dejarse penetrar por ella, y que ella vaya entrando hasta las entrañas mismas de la persona… Dejarse examinar por esa palabra y admitirla sin “peros” ni disculpas.

          La Palabra viva y eficaz pasa a hacerse EUCARISTÍA, de modo que al comulgar no sólo se recibe a Jesús sino que se recibe la Palabra que penetra y profundiza y lleva fuerza para transformar a la persona que la recibe en actitud humilde…, en actitud de pobre, que es el que puede entrar en ese nuevo Reino que ha traído Jesús.

5 comentarios:

  1. Unidos a toda la Iglesia en nuestra Eucaristía dominical, ponemos nuestras peticiones ante el Corazón de Dios.

    - Que seamos sinceros para ver la verdad de nuestro seguimiento de Jesús. Roguemos al Señor.

    - Que nos dejemos penetrar por la Palabra vida de Dios. Roguemos al señor.

    - Que sepamos descubrir nuestras falsas riquezas que nos impiden caminar en la verdad. Roguemos al Señor.

    - Que tengamos abierta el alma a lo que nos enseñe el Sínodo de la Familia. Roguemos al Señor.

    - Que sean nuestras las intenciones del papa para este mes: erradicar la trata de personas y el espíritu misionero de los cristianos de Asia. Roguemos al Señor


    Danos, Señor la verdadera Sabiduría, que es superior a todos los otros bienes y otras formas que pueden darse en nuestro vivir diario
    Lo pedimos por medio de Jesucristo N. S.

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  2. José Andrés10:36 a. m.

    La Liturgia de este domingo es muy rica en contenidos y es difícil abarcar todos los aspectos. Podemos fijarnos en el pasaje del Evangelio, tan conocido, del “joven rico”. Si lo intentamos llevar a nuestro tiempo observamos que sigue teniendo mucha actualidad. Por alguna razón que desconocemos, el dinero y todo lo que tiene que ver con la acumulación de bienes se vuelve contra el mensaje de Jesús, que proclama el abandono de todas las cosas, (aquí el P. Cantero incide en que son muchas las “cosas”) que obstaculicen y dificulten la llegada del Reino. Tal vez esa sea la razón por la que una sociedad occidental como la nuestra, convertida en un sistema que depende básicamente de las estructuras económicas, nos encontremos con una situación de secularización como la que estamos viviendo. Es como si la sociedad en general, a la hora de elegir entre Dios o el dinero y esa serie de “cosas”, que comenta el P. Cantero, hubiera optado por lo segundo. Si un rico tiene complicado entrar en el Reino de los cielos, más difícil es que una sociedad en la que todo depende de la economía, del poder y del hedonismo, podamos anunciar el mensaje de Jesús. Así es, pero no imposible. Porque, aunque todo parezca cuesta arriba, en el fondo, la historia se repite y la clave está, de nuevo, en la perseverancia, la oración, la fidelidad al Evangelio y la integridad de vida.

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  3. Ana Ciudad10:53 a. m.

    Continuamos con :LA GRACIA O GRACIA SATIFICANTE.

    Nos planteamos otra cuestión:
    Un sacerdote tiene el poder de convertir el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y de perdonar los pecados. Estos son ciertamente dones sobrenaturales e interiores.
    ¿Son "gracias"? La respuesta es no.
    Estos poderes aunque son sobrenaturales e interiores, son dados para el beneficio de otros, no del que los posee.El poder que tiene un sacerdote no se le ha dado para él, sino para el Cuerpo místico de Cristo .
    Y nos planteamos otra pregunta :Si la "gracia" es un don de Dios ,al que no tenemos absolutamente ningún derecho ¿ por qué se nos concede ?
    Las primeras criaturas ( conocidas ) a las que se les concedió la "gracia santificante",fueron los Ángeles y a Adán y Eva. Dada la infinita bondad de Dios no nos sorprende
    Cuando Dios creó a nuestros primeros padres Adán y Eva les dotó de todo lo que es propio de un ser humano. Pero fue más allá y dio al alma de Adán y Eva la "Gracia santificante",poder o cualidad que le permitía vivir en íntima unión con Él en esta vida.
    Sin embargo después que Adán y Eva pecaron ellos y nosotros ( sus descendientes) no merecían la "gracia santificante", eran indignos de cualquier don más allá de los naturales,propios de la naturaleza humana´.
    ¿Cómo se pudo satisfacer a la justicia infinita de Dios ultrajada por el pecado original ?
    Sabemos que fue JESUCRISTO quén por su vida y muerte dio la satisfación debida a la justicia divina por los pecados de la humanidad.
    y así ,sabemos ya la definición de "Gracia santificante"
    La Gracia santificante es un don de Dios, sobrenatural e interior,que se nos concede por los méritos de Jesucristo para nuestra salvación.
    En el Bautismo recibimos la "gracia satificante" por primera vez. El Espíritu Santo hace morada en nosotros y Dios nos ve como hijos suyos.

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  4. José Antonio6:00 p. m.

    Entiendo que la riqueza económica, material..es fluctuante. Sin embargo, esa otra "riqueza" que nos hace endiosarnos (el egocentrismo, nuestro propio interés olvidando al hermano, nuestras ideas de las que los demás no forman parte, el deseo de protagonismo, la carencia de dignidad personal...) es la que se asienta firmemente en nuestro corazón y nos aleja del Reino de Dios y del seguimiento de Jesús. Cada vez el "yo" se prioriza más y el "nosotros" se diluye más en la cotidianidad de nuestrasacciones. Hemos de pedir al Señor que nos haga pobres de esas "riquezas" y que no nos impidan seguirle en el día a día.

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  5. Todos hemos sentido la necesidad de buscar a Jesús para unirnos a Él como el Hombre del Evangelio. Sobre todo cuando leíamos las Cartas de San Pablo y despertaban en nosotros una sensibilidad especial y unas aspiraciones íntimas muy fuertes por adherirnos a Cristo en plenitud. Nos estremecíamos cada vez que leíamos en la 2 de Coríntios:: "el cristiano está en Cristo"; el cristiano "es un hombre de Cristo". El cristiano con Él padece, muere,resucita, es heredero del Reino...¡está sentado en los cielos y reina con Él..! Ante semejante estremecedora realidad del hombre nuevo que se nos da en el Bautismo, te arrancabas de tí mismo y corrías en busca de Jesús.Cuando lo encontrábamos, nos pasaba lo que le pasó al joven rico, nos quedamos muy serios...El cristiano, fiel a su Bautismo, inicia un itinerario injertado en Jesús y siempre con Él, está siempre en camino, siempre avanzando, siempre subiendo, porque una vida en la que no se avanza, es una contradicción.. El crecimiento del cristiano no se puede explicar por su ansia de plenitud, sino por la Gracia recibida en el Bautismo, que actúa desde dentro y lo impulsa hasta la consumación total con Dios después de su muerte.

    La adhesión a la Persona de Jesús, exige un cambio de vida. Hay que dejar los "apegos"; por eso el joven bueno del Evangelio no pudo seguir a Jesús porque era muy rico y no fue capaz de renunciar a sus bienes. No es que las riquezas sean malas; el problema aparece cuando las ponemos en el centro de nuestra existencia. El crecimiento de nuestra vida cristiana se nos impone moralmente a los bautizados; estamos obligados a crecer. No es posible ser cristiano y no aceptar las leyes del crecimiento. Además de unirnos a Jesús, tenemos que empezar a vivir la fraternidad del Reino, compartiendo con los hermanos lo que somos y lo que tenemos.

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